martes, 19 de mayo de 2015

GALERÍA FOTOGRÁFICA DEL SENDERISMO ROMÁNICO CÁNTABRO-ASTUR: CAMINO NATURAL DEL EBRO (DE VILLAESCUSA A ELINES)S

La vanguardia avista la colegiata tras unos kilómetros de andadura
En el claustro comienza el sencillo homenaje a don Bertín, párraco de San Martín
pero antes los asistentes posan para la posterioridad
Tras unas palabras de Javier,  entregamos a don Bertín  un detalle como reconocimiento a su labor en pro de la colegiata
¡Qué feliz se sintió don Bertín!
Más de cuatro décadas lleva como párroco de San Martín de Elines
Comentando elementos arquitectónicos e iconográficos del templo
Continuamos con el exterior, sobremanera la cabecera del monumento
Tras caminar otros kilómetros comida campestre en Elines

Como colofón de la jornada visita al pueblo de Orbaneja del Castillo

Fotografías: Emilia, Javier G., Javi

jueves, 14 de mayo de 2015

IGLESIA ZAMORANA DE LA MAGDALENA



    Zamora es una ciudad que cuenta con una larga historia que se proyecta hasta la edad del bronce en que fue ocupada por el pueblo celta de los vacceos que la denominaron Ocalam. El núcleo originario de la ciudad se encuentra sobre una colina rocosa que favorecía su defensa, siendo un codiciado asentamiento. El río Duero que hizo de frontera entre los reinos cristiano y árabe durante parte de la Reconquista, bordea el enclave que fue amurallado en diversas ocasiones.

    Durante la invasión de los árabes, Zamora fue tomada y reconquistada por los cristianos al mando del Rey Alfonso II de Asturias el Casto, que ordenó levantar las murallas. Su sucesor Alfonso III el Magno la repobló con mozárabes procedentes de Toledo y reforzó las fortificaciones, convirtiéndose en una de las plazas fuertes más importantes del Reino de León, que resistió diversos ataques, y gozó de cierta época de prosperidad,  hasta que a finales del S.X  Almanzor la destruyó en un par de ocasiones.

   El desplazamiento de la frontera del Duero hacia el río Tormes trajo años de prosperidad y enriquecimiento  a la ciudad que vivió su época de máximo esplendor. Reflejo de esa época son los 22 monumentos románicos censados entre los Siglos XI al XIII, que hacen de Zamora una ciudad con una concentración de monumentos de este estilo única en el mundo.


      La Iglesia de Santa Maria de la Magdalena, se encuentra en el núcleo histórico de la ciudad, en la Rua de los Francos y es de los pocos edificios que no ha sido engullido por posteriores edificaciones, quedando en una situación que nos permite apreciarlo en su integridad.

    Existe un vacío documental sobre la mencionada Iglesia, cuyo primer documento de 1.157 es de Dª Sancha, hermana de Alfonso VII, en que cita a la Iglesia de “Sancta Maria Magdalena” como dependiente de la de San Miguel de Mercadillo. Se sabe que en el S.XIII pasa a manos de la Orden de San Juan a través de diversos documentos de esa centuria,  entre los años 1.248 a 1.293. Hoy pertenece a las Siervas de María.

    La Iglesia de Santa María Magdalena, está orientada correctamente hacia Oriente,  es de nave única. El edificio está construido a base de sillares de arenisca local, perfectamente trabajados. Al exterior, destaca el cilindro absidial, que partiendo de un zócalo, consta de cuatro semicolumnas adosadas que llegan hasta la cornisa y terminan en capiteles con decoración vegetal.
   
  Estas cuatro semicolumnas , dividen el ábside en tres lienzos con sus correspondientes ventanas de tipo saetera, siendo la central por donde penetra la luz al interior de la cabecera, mientras que las laterales se encuentran cegadas. Las tres ventanas tienen  columnas acodilladas coronadas por capiteles vegetales de hojas y nervios perlados. Dos impostas recorren el ábside, dividiéndolo en tres niveles; la inferior a nivel de la base de las ventas y la superior como prolongación de los cimacios. Los muros están reforzados por contrafuertes prismáticos. Los canecillos que sustentan la cornisa contienen prótomos  felinos, rollos y temas vegetales.


    Tres son las portadas de la iglesia: la septentrional estuvo cegada y consta de cuatro arquivoltas que apean en capiteles vegetales de grandes hojas con las puntas vueltas. La portada que ocupa parte del hastial de poniente, se encuentra descentrada debido a la torre que ocupa la mitad de dicho frente y que únicamente conserva original su parte inferior. Esta portada occidental, es la mas sencilla de las tres y consta de dos arquivoltas que apean en capiteles vegetales. Sobre esta portada se encuentra un óculo de ocho lóbulos.

     La portada con mayor ornamentación es la situada en el lado meridional y es la mas tardía de todas. Se encuentra bajo una imposta con decoración vegetal ondulante rematada por dos cabezas felinas en sus extremos. Consta de arco y cuatro arquivoltas ligeramente apuntadas.  El arco que conforma la parte mas interna, es polilobulado, con perlas en sus arquillos y decoración vegetal al frente. La siguiente arquivolta, también tiene decoración vegetal y en la clave, aparece una sonriente cabeza y próxima a ella la figura de un Obispo, en disposición longitudinal, con casulla y mitra sujetando el báculo con su mano izquierda, que lleva aparejada la tradición de que quien consiga verlo entre tanta decoración, contrae matrimonio.  Las siguientes arquivoltas contienen igualmente decoración vegetal a base de hojas con tallos entrecruzados, sujetos por bandas perladas. La última de todas, tiene un mascaron felino que vomita tallos trenzados y entrecruzados, con hojitas perladas. Rodea el conjunto una chambrana con cabecitas que asoman entre hojas.

     Esta maravillosa puerta se mantiene sobre columnas acodilladas y jambas con decoración de dragones, arpías con capirotes -al estilo de Santa Eufemia de Cozuelos-, de ambos sexos, con algunas, barbadas. Adornos vegetales de acantos y los cimacios con hojas lobuladas y palmetas entre las mismas. Sobre esta portada podemos ver un óculo tetralubulado en cruz y orlado con puntas de diamante. Hay un par de ventanas geminadas de época posterior.
   
    Al interior, lo primero que llama la atención es la altura de la nave única con techumbre de madera a dos aguas. El ábside, sigue el patrón exterior con semicolumnas  adosadas que llegan hasta el cascarón de la bóveda y de las que parten nervaduras para reforzarlo. También, encontramos dos líneas de impostas; a partir de la superior se articulan las ventanas y en la inferior, tenemos tres pares de hornacinas cóncavas que aligeran el espesor del muro.

     A ambos lados de la nave y en la embocadura de la cabecera, hay un par de baldaquinos que recuerdan a los vistos en San Juan de Duero o el Monasterio de Rodilla. Estas apoyados en cuatro columnas de las que tres de ellas son parte estructural de la Iglesia y la que queda exenta, luce decoración de zig-zag en el fuste.


   Pero si en algo hay acuerdo es en el magnífico sepulcro que alberga adosado al muro norte, considerado junto al cenotafio de San Vicente de Avila, las máximas obras de este tipo en el románico castellano leonés. Se desconoce el destinatario de tan delicada obra, pero apuntan a Urraca de Portugal, Infanta del Reino e hija de Alfonso VII.

    Sobre la lauda sepulcral a dos vertientes y con cruz perlada en el centro, adosada a la pared, hay una representación de la difunta, que yace ricamente ataviada sobre un lecho apoyando su cabeza sobre dos cojines. Flanquean la escena dos ángeles turiferarios cuyos índices señalan el ascenso del alma hacia los cielos, representada por una imagen con las palmas de las manos a la altura del pecho que es transportada en un paño por dos ángeles. 

    El conjunto funerario está cubierto por un baldaquino que apoya en cinco columnas  de las que dos están adosadas y tres son exentas, de estas últimas, las de los extremos son torsas, pero todas ellas con capiteles decorados con arpías y dragones. Dicho baldaquino, conforma elementos  arquitectónicos acastillados y bajo arcos trilobulados hay representaciones de dragones, arpías con los cuellos entrelazados y leones afrontados.
      Investigaciones recientes relacionan esta obra con el Coro Pétreo del Maestro Mateo, de Santiago de Compostela.

Texto: Mikel Unanue. Donostia 

Fotos: Rosa G. Nieves. Madrid

lunes, 11 de mayo de 2015

APUNTE HISTÓRICO-ARTÍSTICO DE LA IGLESIA DE SAN PEDRO DE LA NAVE



      ¿De estilo visigótico o mozárabe? La debatida dicotomía fue zanjada cuando el profesor, Miguel Gómez Moreno, -titubeante en un principio- se inclinó por definirla inequívocamente como una construcción visigoda, pero de construcción muy tardía, poco antes de la invasión musulmana, de finales del siglo VII o principios de la siguiente centuria. 

     Desde lo alto del cerro -a corta distancia de la iglesia- se otea el vasto valle anegado  por el río Esla. Desde este privilegiado emplazamiento nos haríamos una idea de la primitiva ubicación del templo, ya que en 1930 fue trasladado, antes de construirse el actual embalse de Rocobayo, al pueblo de El Campillo.  

      Poco sabemos del origen de la iglesia. En un principio podría haber sido quizás un oratorio hispano-romano, para transformarse con el tiempo en iglesia de un cenobio benedictino con escasos recursos económicos, ya que carece de reformas estructurales de ampliación.

Foto: jdiezamal


      A falta de documentos emerge en su lugar distintas leyendas para diferentes monasterios altomedievales, pero la mayoría de ellos con un mismo denominador común: el protagonista siempre es un caballero durante una jornada cinegética. El caso que nos ocupa es el de un joven, llamado Julián, y la de su esposa, Basilisa.

      En un documento datado en el año 907 se refiere a una donación por parte del Alfonso III al cenobio de San Pedro, casi con seguridad se refiere al de  Nave si nos atenemos a la toponimia.

      Atendiendo a su planimetría la iglesia consta de tres naves: las laterales más bajas que la central, con crucero de dos brazos prolongados acabados en dos pórticos; en cuyos extremos se abre  en cada uno una  portada original. No así la principal –sita en la fachada principal-, que es de construcción posterior. La cabecera se remata con un ábside cuadrado muy saliente. En el eje central del crucero se alza un cuerpo prismático reconstruido con ladrillo tras el traslado.



      En el perímetro del muro oriental se abren unas ventanas geminadas con arcos de herradura sostenidos por un parteluz enteriza y con cestas ornamentadas con temas vegetales.

      En su interior destaca la distribución ordenada de los espacios y volúmenes. Especialmente sobresale -dando entrada al ábside- un arco de herradura apeado sobre columnas de fustes marmóreos, provenientes sin duda de algún edificio de tradición romana.

      Lo que más llama la atención es su programa iconográfico. Una serie de frisos adornan los muros. Sus temas son variopintos: ruedas solares, cruces, florones vides, aves y rostros. Las escenas de los capiteles de los arcos torales  son las más conocidas y apreciadas. Están esculpidos -si bien de manera tosca sin que por ello  dejen de resultar atractivos- con escenas de aves afrontadas picoteando racimos, y las sugerentes escenas bíblicas de Daniel en el foso de los leones y el sacrificio de Isaac.

      A un lado del imafronte se halla un sarcófago que según la tradición guardó en su día los restos de san Julián y su esposa, los mismos a los que hace referencia la leyenda. 
 
Javier Pelaz. Santander

Bibliografía:

“Arte Prerrománico en Castilla y León”. Sainz Saiz, Javier. Ediciones LANCIA.2006


  
  

domingo, 10 de mayo de 2015

SIPNOSIS DE LA CATEDRAL DE ZAMORA



      Zamora, por su situación estratégica dominando el Duero, es una ciudad habitada desde época pre-romana.  Es primero ciudad vaccea y después romana (Ocelum Duri) . Los visigodos la ocupan llamándola Simuri. 

      Después de la invasión musulmana queda despoblada hasta 893 que la toma y fortifica Alfonso III. Cuando la frontera se desplaza hacia el Tormes, Fernando I la repuebla. Con su hija, Doña Urraca, alcanza importancia con la historia que todos conocemos de Bellido Dolfos, el Cid y el asesinato de Sancho II de Castilla.  Alfonso VII, con la colaboración de su hermana,  Doña Sancha, consciente de la importancia de la ciudad, manda construir la catedra  La torre-fortaleza o campanario , dependiendo de la necesidad, así como el cimborrio se construyen hacia el 1200. La cierta celeridad de construcción permite una gran unidad de estilo, dentro de los cánones borgoñones clásicos, aunque se introdujeran novedades en la cubrición, de tendencia cisterciense y oriental.


       El cimborrio, elemento representativo del templo y muy bien conservado, está levantado sobre pechinas, sobre el cruce de la nave del transepto. Cuando se le contempla es indiscutible su influencia oriental  (bizantina). Es de bella factura y de similitud con algunos cercanos ( Toro y Salamanca ) lo que hace pensar en el mismo maestro . Éste procede o estuvo en contacto con maestros sicilianos al servicio de los normandos, donde el orientalismo estaba de moda . Puede ser también -las fechas lo permitirían- algún maestro que estuvo en las Cruzadas  y se influenció  del estilo. Cuatro torrecillas o pequeñas cúpulas laterales rematan la cúpula central recubierta de escamas, que esta está sujeta por arcos ciegos, columnas y capiteles, formando un conjunto característico y singular.

       La torre se adosa en el ángulo noroeste. Es ya de principios del  XIII y sigue siendo románica, a pesar que ya se empleaban arcos apuntados. . Es fundamentalmente consistente, no muy esbelta, parece hecha más para labores defensivas (torre del homenaje). De los cinco cuerpos, los tres últimos están con arcos. La torre da la imagen de sobriedad, fortaleza, simetría, elementos arquitectónicos característicos del románico castellano. Si no fuera por los arcos daría más la sensación de ser la torre de un castillo que la de  un templo.  Su aspecto es imponente y con el cimborrio es la primera visión que se tiene desde lejos  de la catedral.



       El tercer elemento exterior que se conserva de la época  románica es la portada sur  o “Puerta del Obispo” . Tiene tres  niveles enmarcados  con contrafuertes y resaltados por columnas estriadas. En cada nivel arcos de medio punto enmarcan cuatro archivoltas -decoradas a base de lóbulos- con columnillas y capiteles. La sección de cada uno de ellas así como el perfil inciso en el lóbulo anterior configura una imagen llamada “gorro de bufón”. Los capiteles son de motivos vegetales. Las basas de las columnas apoyan sobre podios que a su vez apoyan sobre una escalinata.. Esta escalinata, en la portada así  como los tres cuerpos de la puerta, da grandiosidad y magnanimidad al templo (no olvidemos que es una catedral y por tanto sede episcopal ). A destacar: el vano de la hornacina de la derecha de la entrada, con una Virgen sedente  con el Niño en brazos, flanqueada por dos ángeles y enmarcada por archivolta vegetal  algo recargada. Se denomina “Grupo de la Majestad “.  Debajo hay una cabecita asomando el muro , aunque muy deteriorada,  representa el caudillo infiel del siglo X, que cercó la ciudad. Era costumbre lapidarla y por eso está como está.

        En el interior, las naves laterales cubren con bóvedas de arista y la central, algo más tardía, con bóvedas de crucería y arcos apuntados de estilo tardorrománico o protogótico. Llama la atención algunos capiteles torreados de estructura y los restantes no tienen decoración, son lisos.

      La joya del templo es el interior del cimborrio. Levantado sobre cuatro pechinas y apoyado en cuatro arcos torales ya apuntade , cumple la función de linterna. Dieciséis vanos con otras tantas columnas se prolongan en nervaduras, que confluyen en la clave . Entre cada de éstas, bóvedas de piedra en perfecta armonía y simetría rematan un conjunto que si en el exterior llama la atención su belleza, en el interior asombra su funcionalidad como linterna y su perfecta ejecución para lograr un todo asombroso.
     Todo esto en cuanto a los elementos románicos. Como todas las fábricas a lo largo del tiempo se sustituyen elementos y se añaden otro Originariamente, era una construcción con tres naves, crucero y sendos ábsides. La cabecera se sustituyó en el siglo XV por una gótica y el claustro se remplazó en los siglos XVI y XVII. 

      Otros elementos no  románicos a destacar son el coro construido entre 1512 y 1516, por Juan de Bruselas, y el retablo actual, que es de estilo neoclásico.

      En definitiva, la catedral de Zamora es de las pocas que quedan románicas, aunque no en su totalidad. La singularidad y belleza del cimborrio, su imponente portada sur, su torre-  campanario  y el entorno en que está construida , como núcleo de la ciudad medieval pareciendo  que vigila el paso del Duero, hacen de su visita un ejercicio estimulante para todos aquellos que amamos las piedras y todo aquello que nos dicen de nuestra cultura e historia.
Texto: Tomás Lozano. Santander
Fotos: Rosa G. Nieves. Madrid