La visita con mirada de amantes del
románico a San Martín de Frómista es imposible hacerla en un par de horas. Eso
sólo nos dará una imagen tópica del turista consumidor.
Y si uno no dispone de más tiempo,
debería ir bien informado para tratar de recoger el sentido de un monumento
sujeto a polémicas, casi todas, opiniones. Y los que no sabemos mucho de esto,
enseguida nos hemos apuntado –erróneamente- a la descalificación, a “la maqueta
pastiche” que tanto molestaba al profesor García
Guinea.
Precisamente hay un libro (a disposición
de cualquier socio de las bibliotecas públicas de Cantabria en su sede central
de Santander) con las intervenciones de nuestro añorado profesor y del apreciado historiador, Hernando
Garrido, entre otros. Su título: “San Martín de Frómista: ¿paradigma o
historicismo?”, editado en 2005.
En este libro, García Guinea deja firmemente anotada su postura en defensa de la
calidad y autenticidad de la iglesia, acepta los excesos arquitectónicos en su
restauración –teniendo en cuenta la época de primeros del siglo XX con la
influencia manifiesta de Viollet le Duc-
pero sobre todo se irrita porque se cuestione incluso la fecha de 1066 como fundación
del edificio.
Al profesor Hernando le tocó diseccionar el duro ambiente social de la época de
la restauración, con cuya lectura se sitúa uno en el terreno que pudiera haber
llevado al energúmeno de turno a dañar precisamente el capitel más polémico de
San Martín.
Salía al paso Garcìa Guinea así, a una creciente ola de desprestigio del
monumento en su restauración de 1901 del que señalaba el sumo cuidado de Manuel Aníbal para recuperar la estructura
primitiva. Ocurre que su presencia hoy es tan perfecta y presentable, que choca
con la vista habitual de edificios dañados. Nadie dice nada de Cervatos, por
ejemplo, que fue restaurado también por él. Pero es que Frómista había sufrido
tal serie de modificaciones y añadidos que al volverlo a su origen, sorprende
la calidad de lo construido para ese año de 1066 y nada más fácil que negar esa
fecha. Viendo la cronología del abandono de siglos y la urgencia de la obra,
ahora resulta fácil poner pegas. El mayor reproche que hacen los historiadores
es que el arquitecto al desmontar el edificio hasta sus cimientos, excepto parte
del muro norte, perdió la traza arqueológica de las sucesivas obras para el
estudio posterior.
También me encuentro entre los que opinan
que la reproducción del citado famoso capitel
de la Orestiada, inspirado en el sarcófago de Husillos -según propuesta
de Serafín Moralejo quien ya conocía
esa idea de un profesor francés - pudiera ser otro exceso, pues el original
machacado no permite convertir a Abel
(si lo es) en una Eva aparatosa.
Habría que ponerse en la piel del señor Toledo,
escultor encargado de la reproducción, tremendamente molesto por el atentado
contra los inocentes desnudos, al ponerlos
a merced del verdugo posados en
el suelo (que es la última foto del capitel original sin romper y que figura en
el libro citado), que le darían pie para
“vengarse” del ultraje poniendo más sexo del que había.
Creo que en honor al profesor García Guinea y a los documentos que lo
avalan, se debe contemplar San Martín como un paradigma del románico, con una
perfección no alcanzada por otros enclaves, inspirada en las iglesias
poitevinas y en donde su limpieza y pulcritud no deben empañar la enorme calidad
de la obra, de la que Aníbal
insistió en el respeto a lo que fue en sus orígenes. Así se puede disfrutar más
y mejor.
En cuanto a la iconografía, volvemos a la
polémica. Efectivamente, sus canecillos tan abundantes tiene más de cincuenta
nuevas figuras, inspiradas en otras perdidas. Pero creo que los capiteles
exteriores son los mismos que tenía y recomiendo llevar gemelos para contemplar
los del cimborrio especialmente, porque apenas han sido tratados por los
especialistas (el que más, seguramente Herrero
Marcos y Arroyo Puertas: “Arquitectura y simbolismo de San Martín de
Frómista”) y algunos son muy interesantes.
Si nos conformamos con disfrutar con los
capiteles del interior como el de la zorra y el cuervo, Adán y Eva y alguno más
con mirada de turista y no aspiramos a profundizar en los detalles, daremos a
nuestro guía una pobre impresión como AdRs, así que recomiendo ir “leidos” a
ser posible y enriquecer la visita con el diálogo y la polémica, si surgiera.
A estas alturas, Frómista para un AdR no
es para que nos la enseñen, sino para discutirla. Jose Luis Senra tiene publicados artículos sobre el significado
posible de esos capiteles interiores.
Seguro que al estupendo guía que nos atenderá
le gustará comprobar el interés con las preguntas que le hagan los asistentes.
Curiosa iglesia ésta, donde el avaro
aparece entronizado, la Adoración de los Magos tiene una invitada desconocida,
hay procesión para expulsar a Adán y Eva del Paraíso y un hombre desnudo
acomete a una mujer también desnuda en el lugar más sagrado del templo. Hay que
hacer(se) preguntas. No olvidar los gemelos y una buena linterna.
Texto: Fernando García. Santander