En el municipio lebaniego de Camaleño y a pocos metros de la carretera se localiza el pueblo de San Pelayo. Una pista hormigonada, flanqueada por una frondosa arboleda, conduce a la ermita epónima del pueblo.
La fábrica es de dimensiones reducidas con una planimetría simple, típica en este tipo de construcciones rurales. Desde el exterior se apercibe una nave rectangular con una sencilla puerta en el hastial oeste. Superpuesta a ésta figura un escudo –muy deteriorado- del linaje de Los Linares. Un par de gruesos contrafuertes en talud -sin alcanzar la cornisa- afianzan el ábside recto.
En el interior, la división de la nave con la capilla cuadrada se materializa con un arco de medio punto que apea sobre sencillos cimacios carentes de capiteles. En el espacio litúrgico existe un retablo austero y en el lado de la epístola se abre una credencia.
La cubrición de la cabecera se realiza con bóveda de medio cañón, en cambio, la de la nave es de madera.
Según el investigador del románico cántabro, García Guinea, se trata de un edificio de un románico popular inicial, con recuerdo todavía mozárabe-asturiano, aunque su fecha bien pudiera estar en los comienzos del siglo XII.
Existe una leyenda que relaciona este lugar con la existencia de unas cabellerizas del caudillo don Pelayo. Además, en el pueblo Los Llanos -próximo a San Pelayo- aparece en las crónicas medievales como el sitio donde perecieron, por un enorme argayo del monte Subiedes, buena parte del ejército musulmán en retirada tras la derrota en Covadonga (Sánchez Albornoz).
Texto y fotos: Javier Pelaz Beci
Bibliografía:
García Guinea, Miguel Ángel. "Románico en Cantabria. ESTVDIO. 1996