El caminante llega despernado a otra localidad con encanto:
Figeac. Recorre el casco antiguo
le nez en l´air contemplando -como si hubiera retrocedido varios siglos- los edificios medievales de comerciantes y artesanos, que constituyeron el embrión de la ciudad. Unos están erigidos en piedra y ornan sus reicedumbres muros con mascarones; otros, en cambio, exhiben las típicas fachadas
en colombages (lienzos de ladrillo con travesaños de madera). La buena conservación de estas edificaciones permite seguir, sin discontinuidad en el tiempo, la evolución de la arquitectura civil francesa desde el siglo XII hasta el XIV.
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Taller del artesano medieval |
La iglesia de
San Salvador, sita en el centro de la villa, conserva en su interior excelentes capiteles historiados, que pertenecieron a un templo más antiguo, al igual que el bello pedículo de un
bénitier, adornado con flores y tallos "achurrados".Otra de las iglesias a visitar es la de
Notre Dame-du-Puy, erigida sobre un altozano, donde se otea una espectacular vista de los tejados del barrio histórico. En una de las capillas laterales capiteles bien trabajados rematan las columnas, que pertenecieron a una iglesia del siglo IX.
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Detalle de la portada de la catedral de Cahors |
Al salir de la ciudad y en lugar de seguir el itinerario del GR65 -dirección St. Jean-Pied-de-Port-, el caminante toma una variante (GR6), que conduce al santuario mariano de
Rocamadour. Lo mismo hacían los peregrinos de antaño atraidos por el predicamento milagroso de la Virgen Negra.
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Iglesia de San Salvador |
La ruta pasa por la villa de
Cardaillac. El caminante ha leido en la guía que la localidad es importante por su valioso patrimonio histórico. Además, sus últimos siglos están escritos en rojo por los sucesos trágicos acaecidos durante las Guerras de Religión y la última Guerra Mundial.
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Pedículo de la iglesia de San Salvador |
A veces un hecho imprevisto alegra la faz del caminante en una mañana muy calurosa. Deambulando por el barrio histórico de la villa reconoce, tras un frondoso árbol centenario, una placa relivaria de época románica, encastrada en un edificio señorial de época, que podría representar al "señor de las bestias" o el pecado de la lujuria.
Ni que decir tiene que
Rocamadour es uno de los lugares más visitados del país vecino. La villa se escalona sobre un roquedal de esquiso. En el fondo de un vertiginoso acantilado, el Azou discurre apacible por una de sus gargantas.
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El pecado de la lujuria o el señor de las bestias en Cardaillac |
Para acceder al templo mariano hay que superar 230 escalones, demasiados para el caminante hasta el punto que estuvo a punto de olvidarse de la visita. De la época románica sólo permanece en pie la capilla de S
an Amadour, del siglo XI. Su decoración es austera, sin ningún tipo de adornos escultóricos. Anchos y recios arcos entrecruzados sostienen el alzado de la iglesia de
San Salvador, situada encima del reducido espacio litúrgico.
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Rocamadour |
Otra de las ciudades con olor a historia añeja es
Cahors. Aquí confluye la variante GR6 con la
Via Podiensis (GR65). Por el puente nuevo el caminante entra en la ciudad y encamina sus pasos al encuentro de la catedral de
San Esteban (St.-Étienne). Su románica portada norte es tan majestuosa y conocida como la de
Conques. En el nivel inferior aparecen, en el centro, los Apóstoles con la Virgen, que agrupados bajo arcos trilobulados, parecen conversar entre ellos y, según algunos estudiosos, se aprestan a partir. En el centro del segundo nivel, se plasma la figura de Cristo dentro de una mandorla, en compañía de ángeles y, a los lados, distintas escenas del martirio de
san Esteban. En lo alto, otros ángeles acogen al Salvador. El tímpano está datado entre los años 1140-1150. Las arquivoltas permanecen fieles al espíritu románico esculpidas con distintas escenas de caza. No podríamos pasar por alto los historiados capiteles de la puerta, resaltando el de
Daniel en el foso de los leones. En la hoja de mano sobre la catedral el caminante se entera que la cúpula catedralicia es la más antigua de la región (1101-1136).
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Tímpano de la portada de San Esteban |
La
Via prosigue... y el camninante se pregunta si, en adelante, será más costoso de soportar la tortura del cansancio acumulado de tantas jornadas de andadura, o el desánimo emergente motivado por la obstinada soledad que le acompaña desde varias jornadas.
Texto y fotos:
Javier Pelaz. Santander
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