Con las visitas a la iglesia de Santa
María de Bareyo y la ermita de San Román de Escalante se dio por concluido el
curso de “Iniciación al Románico” organizado por el Aula de Patrimonio Cultural
de la UC con la colaboración de “Amigos del Románico”.
Una vez más Isabel Cofiño, historiadora y doctora en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo, comentó -como ya lo hiciera en Santillana del Mar-
a un centenar de asistentes los edificios románicos antes referidos.
En primer lugar el de Santa María de
Bareyo, llamado por algunos como “el de las cabezas”. Todo su espectacular ábside
está ornado con testas: unas de hombres y otras de mujeres. Según Isabel, es la esquematización de
escenas bíblicas llevada al máximo: “representan lo que quieren decir y no se
molestan en más.”
Dos particularidades a modo de ejemplo con lo de arriba: la representación del Apostolado con Cristo en el centro y la visita
de las Marías al sepulcro. La primera se ubica en la arquería inferior del
ábside de la capilla mayor. Sus seis capiteles
se adornan con cabezas barbudas menos la que porta gorro cónico enmarcada en
media mandorla y la lateral de la misma cesta totalmente barbilampiña. Lo mismo
ocurre con la otra escena en el presbiterio del lado de la Epístola: tres
cabezas de mujeres con toca y barboquejo en el capitel izquierdo de la
arquería; en del centro, el sepulcro medio abierto con una cabeza (el ángel); y
en el derecho los ojos de los que
contemplan la escena (los mirones) desde una atalaya. La simplicidad per se.
No dejó, la historiadora, de lado
otras representaciones bíblicas como la del Pecado Original en dos capiteles, y
la placa relivaria del sacrificio de Isaac…; y otras de la vida corriente de la
época: el hombre que sujeta a dos bueyes con enormes cuernos cogiéndoles por las argollas de los hocicos;
o el programa escultórico de animales fantásticos. Y no digamos la figura
cariátida de uno de los fustes de la arquería superior representando un
personaje de pie, con brazos sobre el vientre y vestido con pellote y pedules.
Siguiendo un orden -como es habitual
en Isabel- dividió al gran grupo en
dos con el fin de poder contemplar la joya de “la corona”: la pila bautismal.
Ésta se encuentra en un habitáculo aparte, con dos entradas: una desde el mismo
pórtico y otra desde el fondo de la nave. Bien dijo la doctora Cofiño que la pila bautismal de Bareyo
es una de las tres más bellas de todo el románico cántabro junto con la de
Santoña y Santillana. En un principio se la clasificó como visigoda pero fue
nuestro añorado maestro, García Guinea,
que la dató como románica y, a la vez, contemporánea con la iglesia.
De la misma manera ordenada con que
se aparcó los coches, éstos abandonaron el lugar para dirigirse a San Román de
Escalante distante unos cinco kilómetros.
Aunque el recinto interior litúrgico
de la ermita es exiguo no por ello los asistentes hicieron alarde de
solidaridad entre ellos ocupando cada uno un mínimo espacio.
En primer lugar, la guía informó de que la
primera cita referencial del lugar es un documento del año 1501, por causa de
un pleito. Relacionó, a continuación, la de Escalante con la de Bareyo por ser
los mismos maestros que ejecutaron la ornamentación de ambas. Posiblemente
fuera un taller de trasmeranos que trabajaron por la costa cántabra oriental y
la zona norteña burgalesa.
Aunque algo apretujados los
cursillistas siguieron con atención las explicaciones de los capiteles del arco
triunfal, en especial el Descendimieto con figuras también muy hacinadas. Igualmente el de la Matanza de los
Inocentes sito en el capitel derecho del ábside. Su fuste se orna con una
cariátide que bien podría ser un apóstol o el mismísimo San Román, portando un libro abierto. El fuste de la izquierda,
formando pandant con aquél, se
embellece con una Virgen sedente, que lleva sobre sus rodillas al Niño. La
columna se remata con un inusitado capitel formado por tres filas de colgantes a
modo de mocárabes y en el cimacio una figura en posición horizontal que pudiera
bien ser un peregrino porque se sujeta con una especie de bordón.
Y tras recorrer la zona perimetral
exterior del edificio formada por muros de mampuesto y dieciséis canecillos
bastante deteriorados Isabel dio por
terminada la visita y la finalización del curso. Adelantó que el próximo año el Aula Patrimonial Cultural de la UC con la colaboración de "Amigos del Románico"
volvería a repetir otro curso sobre el
Románico bajo un formato distinto haciendo hincapié en temas monográficos.
Como dato estadístico la media de asistentes por cada sesión (cuatro sábados) rondó el centenar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario