(Resumen de la ponencia de Augusto Guedes de Castro en el I
Simposio de Historia y Patrimonio Cultural, organizado por el Excmo. Concello de
Vilagarcia de Arousa con la colaboración de Amigos del Románico).
Los templos paganos recibían ofrendas a los dioses como
tributo en agradecimiento a la ayuda favorable prestada en determinadas
empresas. En el Cristianismo la diferencia estriba en que las donaciones tenían
como fin recibir ayuda en la otra vida. La costumbre precristiana de enterrar a
los muertos con su ajuar se va sustituyendo por la entrega a la iglesia de
armas, joyas o diversos objetos de valor con el mismo fin. El por qué de la presencia de objetos de
metales nobles en nuestras iglesias responde a esta razón de favorecer la vida del
difunto en el más allá. Todo este material hace que los templos luzcan
especialmente y atraigan a mayor número de fieles, lo que a su vez incrementa
las donaciones.
Cruz de la Victoria |
Una de las disposiciones del IV Concilio de Letrán, celebrado
en 1215, recomienda la utilización de piezas de Limoges para guardar las
sagradas formas. Realmente el uso de los esmaltes se remonta hasta tiempos
antiguos, y no es de extrañar su utilización debido a su belleza y a que
disimula el cobre empleado como metal base, a la vez que disminuye su precio al
conseguir un espectacular acabado brillante sin utilizar oro o plata mucho más
caros.
El Románico es el primer arte globalizador europeo y los
esmaltes hallan amplias vías de difusión en esta época En cuanto a la vinculación
de Limoges con España existían varios motivos: Limoges pertenece al
ducado de Aquitania, gobernado a mediados del siglo XII por la casa
Plantagenet; las relaciones con los reinos cristianos de España se intensifican
a partir del matrimonio de Leonor de Inglaterra con Alfonso VIII. El Limousin
es una provincia eclesiástica situada entre los obispados de Burdeos y
Bourges. Más de cien santos locales
presididos por San Marcial requieren la fabricación de numerosos relicarios así
como la redacción de un texto que recopile los datos del santoral. Geoffroy de
Breuil, prior de Vigeois, elaboró el primer texto a finales del siglo XII. El
dominico Bernard Gui (2261-1306) crea una biblioteca y halla el manuscrito de
Geoffroy, lo que le conduce a redactar el Speculum sanctorale mientras ocupa el
cargo de prior en Limoges; fue nombrado obispo de Tui entre 1323 y 1324.
Retablo de San Miguel in Excelsis. Aralar (Vitoria) |
La tercera conexión hispánica y más relevante es el Camino
de Santiago, vía de transporte y comercio de mercancías entre las cuales los
esmaltes cobrarían gran importancia.
La necesidad de materia prima, hierro y cobre, induce a
Limoges a establecer una política comercial para controlar dichos mercados
creando una red de prioratos y granjas. Minas de hierro como tal no existen en
las cercanías, los afloramientos de arcillas ferríferas con oligistos y
limonitas son insuficientes y para intensificar el comercio de hierro se crean
dependencias monásticas en los límites de Limoges, el Berry, Poitou, Angumois y
Perigord. Lo mismo ocurre con el cobre, metal deficitario en Limoges, sólo
presente en un yacimiento de la cuenca del Brive.
Fíbula visigótica s. VI |
Ya en época romana y visigoda se elaboraban adornos y
fíbulas con esmaltes. Allá por el siglo II d C al esmalte se le denominaba
oleovitreus. Como base empleaban el electrum, una aleación de oro y plata. El
término smaltum aparece por vez primera en el Liber Pontificalis de León IV, en
el siglo IX. Deriva del término germánico "smaltjan" (fundir o derretir). El
esmalte es polvo de sílice mezclado con diferentes óxidos que a elevadas
temperaturas vitrifica. Según el color que se quiera obtener se utilizan
diferentes minerales: óxido de hierro para el rojo, cobalto para el azul, cobre
verde, con antimonio-plomo-plata se obtiene amarillo... La pasta que se elabora
es transparente pero puede ser opaca si contiene cinc o arsénico. La
temperatura de fusión ronda entre los 700 y 850º. Con esta pasta se pinta el
metal base.
Existen dos técnicas para esmaltar una pieza que debe estar
terminada pues una vez fundido el esmalte y aplicado ya no se puede retocar:
-el "cloisonné" se realiza sobre oro, plata o electrum, el
contorno de los dibujos se rodea de laminillas de metal logrando elaborar unas celdillas
sobre las que se coloca la pasta del esmalte antes de cocer en el horno.
-El "champlevé" utiliza placas de cobre o bronce sobredorado
sobre las que se excavan pequeñas superficies que recibirán el esmalte. Los
fondos de vermiculado, florones y rosetas son característicos. Se añaden a esta
base las figuras en relieve o en ocasiones sólo la cabeza.
La primera de las técnicas, el cloisonné, data de la Segunda
Edad de Hierro, pasando por Egipto, China y Roma, desde donde llega a Bizancio
haciéndose muy popular entre los siglos VIII y IX. Los regalos de los
emperadores bizantinos (a Radegunda mujer de Clotario I, rey de los francos,
siglo VI; o a Geza I, rey de Hungría en el siglo XI) favorecen la llegada a
Europa de los esmaltes, aunque también el saqueo de Bizancio en la IV Cruzada
(1202-1204) sin duda contribuyó a la circulación de numerosos objetos. En
Irlanda se conserva el cáliz de Ardagh, del siglo VIII. En Italia fíbulas de
Ravena y de la época de Teodorico… En Francia el tesoro de Tournai y la espada
de Childerico del siglo V. Carlomagno funda un taller de orfebrería y esmaltes
en Conques (relicario de Pipino). Tras la dinastía otónida comienza a decaer la
técnica del" cloisonné", en la imagen de santa Fe de Conques, siglos XI-XII, se
empleó el "champlevé".
En España el Museo Lázaro Galdiano de Madrid alberga una
colección de pequeñas piezas "cloisonné" de los siglos X-XII. En la Catedral de
Cuenca se encuentra el esmalte de los Déspotas de Epiro del siglo XIV. En el
Museo Arqueológico de Madrid se guardan fíbulas aquiliformes y coronas votivas
del tesoro visigodo de Guarrazar. Las celdillas que portan las cabujones,
piedras semipreciosas, favorecen esta técnica de esmaltado. En época de la
Monarquía Asturiana existió un importante taller de orfebrería en el castillo
de Gauzón (Castrillón) donde se elabora la cruz de los Ángeles, cruz patada con
disco central (808), que Alfonso II dona a la Catedral de Oviedo. Alfonso III
dona en 874 una cruz a la Catedral de Santiago (robada en 1906) adornada con
esmaltes, dos palomas blancas picando un fruto azul. El anverso de la cruz de
la Victoria (908) donada por el mismo rey a la catedral de Oviedo está decorado
con hilo de oro y un disco central verde y granate. Destacan a su vez en este
arte asturiano la caja relicario de la catedral de Astorga en plata dorada
(Alfonso III) y la caja de las Ágatas, encargo de Fruela en 910 para la
catedral de Oviedo.
Frontal de la urna de Santo Domingo de Silos. Museo de Burgos |
De época románica, siglo XI, el desaparecido frontal de
Santa María la Real de Nájera, encargo del rey García III de Navarra, y el
frontal del altar mayor de la catedral de Girona, también desaparecido como el
arca de reliquias de San Isidoro. La
tapa del evangeliario de la reina Felicia de Aragón (finales del siglo XI),
actualmente en el MOMA. Quedan algunas piezas reutilizadas del frontal de la
catedral de Zamora (1158).
Cerca de Limoges existía ya un taller de orfebrería en el
siglo VI vinculado a san Eloy, nombrado orfebre real por Clotario II. Pero no
existe documentación sobre la esmaltería de Limoges hasta 1167-1169, mención que
aparece en una carta y se refiere a las cubiertas de las encuadernaciones que
ve en París un eclesiástico de la
comitiva de Tomás Becket durante su exilio francés.
Los fondos típicos de Limoges se agrupan en dos variedades:
la primera consiste fondos dorados con vermiculado y figuras esmaltadas con
origen bizantino, tallos, palmetas… la influencia de la miniatura es patente. Hacia
1200 se esmaltan los fondos y las figuras quedan en dorado. Los fondos azul
cobalto se decoran con vegetales e inscripciones pseudocúficas.
Frontales de altar, píxides, tapas de evangeliarios,
arquetas destinadas a la custodia de reliquias, báculos episcopales,
candelabros, incensarios, trípticos, navetas, cruces, medallones… son el tipo
de objetos que trabajan los talleres de Limoges. Los temas típicos escenas del
Nuevo Testamento, además figuras de santos, ángeles, apóstoles de estética
bizantina. Parecían existir unos determinados modelos que se copiaban. El siglo
XIII es una etapa de intensa producción aunque la calidad disminuye, los
colores pierden brillo. Hacia 1215 los esmaltes de Limoges muestran
características del gótico. Eduardo, el Príncipe Negro, puso sitio a la ciudad
de Limoges en 1370, lo que deterioró en gran medida la actividad de los
talleres.
Virgen de las Batallas. Museo de Burgos |
En España son numerosas las obras limosinas: el arca de los
esmaltes de San Isidoro de León (finales del siglo XII), arquetas de la
catedral de Huesca, de Silos… se fabrican en madera de roble revestida con
placas de cobre doradas y esmaltadas. Imágenes de la Virgen de finales del XII
o principios del XIII en trono de bronce
o cobre esmaltado: Virgen de la Vega (Salamanca), Nuestra Señora de Jerusalén
(Artajona, Navarra), Virgen de los Husillos, Palencia, y la Virgen de Santa Clara
(Huesca). Desde Limoges partían artesanos hacia las cortes de León, Navarra... y
montaban talleres temporales para un determinado frontal.
Algunas hipótesis actuales plantean la existencia de
artesanos con talleres en territorio hispano. Del taller de Silos procedería
una extraordinaria pieza: el Frontal de Silos, actualmente conservado en el
Museo de Burgos. También el frontal de San Miguel in Excelsis de Aralar,
Navarra, tradicionalmente atribuido a talleres limosinos, con gran probabilidad
procede de talleres autóctonos con influencias de Limoges y Silos.
Cristina Sánchez . Gijón
Fotos: Luis Samchez y Arteguias
Bibliografía:
Arousa Medieval y Románica. Ed. Augusto Guedes de Castro.
Concello de Vilagarcía de Arousa.
Apuntes de la conferencia impartida por
Marta Negro Cobo. Directora del Museo Provincial de Burgos. VI Jornada sobre
Arte Románico. Amigos del Románico País Vasco-Francia.
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