Zamora, por su situación estratégica
dominando el Duero, es una ciudad habitada desde época pre-romana. Es primero ciudad vaccea y después romana (Ocelum Duri) . Los visigodos la ocupan
llamándola Simuri.
Después de la invasión
musulmana queda despoblada hasta 893 que la toma y fortifica Alfonso III. Cuando la frontera se
desplaza hacia el Tormes, Fernando I
la repuebla. Con su hija, Doña Urraca,
alcanza importancia con la historia que todos conocemos de Bellido Dolfos, el Cid y
el asesinato de Sancho II de Castilla.
Alfonso
VII, con la colaboración de su hermana, Doña
Sancha, consciente de la importancia de la ciudad, manda construir la
catedra La torre-fortaleza o campanario
, dependiendo de la necesidad, así como el cimborrio se construyen hacia el
1200. La cierta celeridad de construcción permite una gran unidad de estilo,
dentro de los cánones borgoñones clásicos, aunque se introdujeran novedades en la
cubrición, de tendencia cisterciense y oriental.
El cimborrio, elemento
representativo del templo y muy bien conservado, está levantado sobre pechinas,
sobre el cruce de la nave del transepto. Cuando se le contempla es indiscutible
su influencia oriental (bizantina). Es
de bella factura y de similitud con algunos cercanos ( Toro y Salamanca ) lo
que hace pensar en el mismo maestro . Éste procede o estuvo en contacto con
maestros sicilianos al servicio de los normandos, donde el orientalismo estaba
de moda . Puede ser también -las fechas lo permitirían- algún maestro que
estuvo en las Cruzadas y se
influenció del estilo. Cuatro
torrecillas o pequeñas cúpulas laterales rematan la cúpula central recubierta
de escamas, que esta está sujeta por arcos ciegos, columnas y capiteles,
formando un conjunto característico y singular.
La torre se adosa en el ángulo
noroeste. Es ya de principios del XIII y
sigue siendo románica, a pesar que ya se empleaban arcos apuntados. . Es
fundamentalmente consistente, no muy esbelta, parece hecha más para labores
defensivas (torre del homenaje). De los cinco cuerpos, los tres últimos están
con arcos. La torre da la imagen de sobriedad, fortaleza, simetría, elementos
arquitectónicos característicos del románico castellano. Si no fuera por los
arcos daría más la sensación de ser la torre de un castillo que la de un templo.
Su aspecto es imponente y con el cimborrio es la primera visión que se
tiene desde lejos de la catedral.
El tercer elemento exterior
que se conserva de la época románica es
la portada sur o “Puerta del Obispo” . Tiene
tres niveles enmarcados con contrafuertes y resaltados por columnas
estriadas. En cada nivel arcos de medio punto enmarcan cuatro archivoltas
-decoradas a base de lóbulos- con columnillas y capiteles. La sección de cada
uno de ellas así como el perfil inciso en el lóbulo anterior configura una
imagen llamada “gorro de bufón”. Los capiteles son de motivos vegetales. Las
basas de las columnas apoyan sobre podios que a su vez apoyan sobre una
escalinata.. Esta escalinata, en la portada así como los tres cuerpos de la puerta, da
grandiosidad y magnanimidad al templo (no olvidemos que es una catedral y por
tanto sede episcopal ). A destacar: el vano de la hornacina de la derecha de la
entrada, con una Virgen sedente con el Niño
en brazos, flanqueada por dos ángeles y enmarcada por archivolta vegetal algo recargada. Se denomina “Grupo de la
Majestad “. Debajo hay una cabecita
asomando el muro , aunque muy deteriorada,
representa el caudillo infiel del siglo X, que cercó la ciudad. Era
costumbre lapidarla y por eso está como está.
En el interior, las naves laterales cubren
con bóvedas de arista y la central, algo más tardía, con bóvedas de crucería y
arcos apuntados de estilo tardorrománico o protogótico. Llama la atención
algunos capiteles torreados de estructura y los restantes no tienen decoración,
son lisos.
La joya del templo es el
interior del cimborrio. Levantado sobre cuatro pechinas y apoyado en cuatro
arcos torales ya apuntade , cumple la función de linterna. Dieciséis vanos con
otras tantas columnas se prolongan en nervaduras, que confluyen en la clave .
Entre cada de éstas, bóvedas de piedra en perfecta armonía y simetría rematan
un conjunto que si en el exterior llama la atención su belleza, en el interior
asombra su funcionalidad como linterna y su perfecta ejecución para lograr un
todo asombroso.
Todo esto en cuanto a los
elementos románicos. Como todas las fábricas a lo largo del tiempo se
sustituyen elementos y se añaden otro Originariamente, era una construcción con
tres naves, crucero y sendos ábsides. La cabecera se sustituyó en el siglo XV
por una gótica y el claustro se remplazó en los siglos XVI y XVII.
Otros elementos no románicos a destacar son el coro construido
entre 1512 y 1516, por Juan de Bruselas,
y el retablo actual, que es de estilo
neoclásico.
En definitiva, la catedral de Zamora es
de las pocas que quedan románicas, aunque no en su totalidad. La singularidad y
belleza del cimborrio, su imponente portada sur, su torre- campanario
y el entorno en que está construida , como núcleo de la ciudad medieval
pareciendo que vigila el paso del Duero,
hacen de su visita un ejercicio estimulante para todos aquellos que amamos las
piedras y todo aquello que nos dicen de nuestra cultura e historia.
Texto: Tomás Lozano. Santander
Fotos: Rosa G. Nieves. Madrid
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