En
el sugerente territorio leonés, que a lo
largo de su discurrir de Norte a Sur, dibuja el río Esla desde la Cordillera Cantábrica hasta su
desembocadura en el Duero, el pueblo de
Gradefes de Rueda destaca por la belleza y monumentalidad del monasterio
cisterciense de Santa María, una
magnífica construcción románica, muy cercana al monasterio altomedieval de San Miguel de Escalada y, asimismo,
al cisterciense monasterio de Santa María en Villaverde de Sandoval, éste
último fundado en 1171 por donación imperial de Alfonso VII, ampliado en el XVII y abandonado tras la
Desamortización, a diferencia del edificio que nos ocupa, siempre habitado hasta
día de hoy por una comunidad de monjas. Ambos edificios ejemplifican el ideal
bernardo de sobriedad, pureza de líneas y luminosidad.
El Libro Tumbo, obra del monje de Santa
María de Sandoval, fray Mateo de la Vega, que ordenó elaborar en 1594 la abadesa María
de Quiñones Pimentel, y los centenares de documentos que alberga, aportan
una valiosa información sobre el origen y posterior historia del monasterio. La
noble leonesa Teresa Petri (Teresa
Pérez) fue fundadora y primera abadesa en la era 1206 (1168), fundación que se
inicia en territorio donado por el emperador Alfonso VII a Teresa y
su esposo, el caballero García Pérez,
fallecido en 1166, y ampliado por los bienes patrimoniales del matrimonio. En
principio el monasterio fue uno de los siete filiales del navarro Santa María
de la Caridad (Tulebras), de donde llegaron algunas de las monjas en 1168 a
establecerse en esta nueva fundación; a su vez Santa María la Real fue origen
de otros monasterios bernardos, y en 1199, pasa a depender del monasterio
burgalés de Las Huelgas.
Muro septentrional |
En 1629, debido a las nuevas
disposiciones del Concilio de Trento, o tal vez por la necesidad de
rehabilitación que pudo sufrir el edificio, la comunidad se traslada a Medina
de Rioseco, y ya en 1632 regresa de nuevo cuando la monja de Carrizo, Isabel de Quiñones Bravo y Acuña ocupa
el cargo de abadesa.
En 1868. tras el decreto de supresión de
las órdenes religiosas, en Gradefes sólo continuaban dos religiosas, pero en
1880 se traslada a este lugar una comunidad cisterciense procedente de Avilés y
dos años más tarde llegan también las monjas de Otero de las Dueñas, con lo
cual el cenobio continuó en plena actividad. Las monjas bernardas del
monasterio de Alcalá de Henares se incorporaron a esta comunidad en 1999.
Girola |
La construcción románica original fue levantada
con piedra caliza posiblemente de las canteras de Boñar. En la actualidad, permanece
la iglesia y parte de la estructura del claustro en tres de sus pandas y la
sala capitular. Como estructura realmente singular se dotó al templo de una
girola o deambulatorio, característica que también destaca en otro monasterio
algunos años anteriores como es el zamorano de Moreruela (1132), aunque en el
caso de Gradefes se trata del único monasterio femenino en construirse de este
modo, ya que era más común en lo monasterios masculinos para facilitar las
oficios del culto.
Parece que las obras comenzaron en 1177,
nueve años después de su fundación, pero la situación económica del monasterio,
nada boyante durante el siglo XIII, paralizó en parte la continuidad de las
obras, por lo que de esta época data el ábside de planta semicircular, la
girola y el primer tramo de tres incipientes naves. La nave central y la de la
Epístola, así como el coro a los pies de la nave central se construyen en el
XVII. Según algunos autores, la idea de la girola o deambulatorio surgió en la
Île-de-France en construcciones no cistercienses e influidas por la Saint Denis
del abad Suger.
Cerramiento de la capilla mayor |
En Gradefes consta de cinco tramos
trapezoidales cubiertos de bóveda ojival, que reposan sobre los pilares de la
capilla mayor, cuyos dos cuerpos divide una imposta: el inferior, abarca hasta la
altura de la girola y se compone de siete arcos apuntados y doblados, cinco
corresponden al ábside y dos al presbiterio. En al tramo superior abren cinco
vanos de medio punto con gran derrame al interior, que sumados a los vanos de
los absidiolos, iluminan el templo con la intensidad característica de los
edificios del Císter.
Si contemplamos tan soberbio edificio
desde el exterior, comprobamos cómo los absidiolos corresponden en altura a la
girola, sobresaliendo por encima el cuerpo superior de la capilla. Unos
contrafuertes de sección triangular, que coinciden con los arcos fajones al
interior de la girola separan el ábside central de los laterales. El central
consta de tres paños divididos por dos semicolumnas adosadas con capiteles
escuetamente figurados y que ascienden hasta una cornisa bien enriquecida de
canecillos. La austeridad cisterciense impone una minimalista decoración en los
capiteles, predominando la temática fitomórfica, a pesar de que sí aparecen unas
sobrias figuras humanas, en concreto una
“Huída a Egipto”, San Miguel o personajes del Bestiario que parecen contravenir
el ideal bernardo, lo que podría ser indicio de que el maestro de obras era
ajeno a la Orden.
Durante el siglo XVIII, se sustituyen las
dependencias monásticas adosadas al muro meridional de la iglesia, por
sencillas construcciones típicas de la comarca. Así ocurre con el claustro, que
pese a mantener su estructura medieval sólo conserva vestigios románicos en el
ala Este, pues la Oeste se construyó en el XVIII, con arcos de medio punto
sobre pilares. Se accede a la Sala Capitular a través de una monumental entrada
abierta en la panda oriental y que aplica toda la tradición del císter para
este tipo de dependencias: arco apuntado central y tres vanos apuntados,
ligeramente a cada lado con dos o tres pares de columnas sobre zócalo. Al
interior dos lucillos, de medio punto al Sur y adornado con dientes de sierra
al Norte, éste último utilizado como torno para comunicar con la sacristía.
La puerta más antigua de las conservadas y
única abierta al público data del siglo XIII y se localiza a Occidente en el
único tramo existente de la nave Norte o del Evangelio. Consta de doble arco
apuntado, el interior más simple de boceles y el exterior con zig-zags, como en
la Sala Capitular y tal como se han decorado los monasterios de Carracedo y
Sandoval, encontrándose pues este motivo
procedente del Norte de Europa en numerosos monumentos del Románico tardío.
La más oriental
de las puertas del muro meridional que comunica con la sacristía destaca por la
geometría de su friso, y la más occidental, que comunica con el claustro,
presenta vano adintelado con triple arco apuntado y capiteles con motivos
vegetales y volutas.
Los sesenta y cinco canecillos que
decoran las cornisas, incluida la capilla mayor, no presentan una temática
demasiado ortodoxa y tampoco parece que sus escultores se esmeraran en el
cuidado de la estética. Como colofón al ornamento del edificio monasterial, dos sepulturas del siglo XIII con estatuas
yacentes en el segundo tramo de la
girola y que posiblemente corresponden a los sepulcros de los fundadores, el
conde, García Ponce y su esposa,
Teresa
Pérez, procedentes del monasterio de
Sahagún, donde, atendiendo a su voluntad, habían sido enterrados.
Ala este del claustro |
Una inscripción grabada en el muro de la
nave del Evangelio desvela la fecha de fundación por doña Teresa Petri, el 1 de Marzo de 1177. La inscripción se traduce del
siguiente modo: “En la Era 1215 (año 1177), kalendas de Marzo, fue fundada esta
iglesia de Santa María de Gradefes por la abadesa Teresa”. Otra inscripción conservada es un epitafio: “Aquí yace don
Nicolás, que fue capellán de este
monasterio y canónigo de la iglesia de León. Murió el 22 de marzo, domingo de
la era 1365 (año 1327)”. Existió también otro epígrafe desaparecido en la
actualidad sobre la entrada de la sala capitular: “Paz a quien aquí entra. Todo
sea favorable a quien ora y suplica”.
Santa María la Real de Gradefes custodia
un importante museo de orfebrería de los siglos XVI al XVIII, también una granTheotokos
del siglo XIII, aunque policromada en el
XVI. El término Theotocos adquiere
popularidad en el siglo III, para referirse a la “Madre de Dios”, imagen que se
torna modelo para la iconografía cristiana a partir del Concilio de Éfeso del
431. Su uso se extiende por Occidente a
partir del siglo X. El niño sentado sobre la rodilla izquierda de su madre
porta un libro con la inscripción VERBUM
CARO FACTUM EST ET HABITAVIT IN NOBIS (“El Verbo se hizo carne y habitó
entre nosotros”); la mano derecha en posición de bendecir indica que el Niño
actúa como Maestro, no como Juez. Un Cristo
en madera policromada, que formaba parte de un Calvario del siglo XIV, preside
la biblioteca conventual.
-“Enciclopedia del Románico”. Fundación Santa María la Real.
Aguilar de Campóo.
-“Las Rutas del Románico”- Cobreros, J. Ed. Anaya
Webgrafia:
-Ayuntamiento de Mansilla de las Mulas:
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