miércoles, 3 de septiembre de 2014

ACERCAMIENTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO DEL CLAUSTRO INFERIOR DEL MONASTERIO DE SANTO DOMINGO DE SILOS


      El claustro del cenobio de Silos se le ha relacionado –por la historiagrafia románica- con el homónimo francés de San Pedro de Moissac. La dicotomía de si el recinto claustral de Moissac fue primero cronológicamente que el de Silos o viceversa dio lugar a un debate entre los estudiosos del tema, inclinándose a favor de la primacía según el  chovinismo nacionalista de cada historiador.

 

      A pesar de esa disputa cronológica, existe un hecho evidente que los hermana a ambos: los dos recintos se salvaron de la piqueta gracias a la intervención “divina”.  Por medio del cuadrilátero francés se tenía previsto que pasara la nueva línea férrea. Tal proyecto naufragó gracias a la invención rauda de los académicos e intelectuales de la época. En cambio, el de Silos se libró de su destrucción, quizás, “por falta de dinero” (Senra) para continuar la construcción de los nuevos recintos de la nueva iglesia de estilo neoclásico comenzada en 1751.

 

      Sobre la datación del claustro benedictino de Silos no existe ningún documento que avale una fecha concreta -todo lo contrario ocurre con su epónimo de Moissac, que se da por válido el año 1100 de su construcción-, motivo por el cual el batiburrillo de fechas, sin base histórica alguna, es profusa. Sólo son conjeturas personales de cada estudioso. De todas las formas lo que expone al respecto el profesor Senra me parece lo más acertado: “(…) el monasterio pertenece al siglo XII. La ampliación oriental de la iglesia (románica) y las primeras galerías del claustro  a su primera mitad; y la ampliación occidental y el remate del claustro al último tercio del siglo XII.”

       A raíz del engrandecimiento del recinto litúrgico ejecutaron sus labores en el claustro de la planta baja, en distintas épocas, dos talleres, cuyas disimilitudes son bien notorias. si nos fijamos con atención en sus ejecuciones, tanto en la arquitectura como en la ornamentación iconográfica.

      El magister del primer taller dejó su impronta en las pandas Norte y Este, en las primeros años del siglo XII. Las características de sus trabajos son las siguientes:

-          Las columnas pareadas de los arcos de las correspondientes galerías están separadas, con mayor éntasis de los fustes.

-          Las placas relievarias que adornan los machones son de poco relieve y escaso movimiento de sus figuras.

En cambio, las columnas del segundo magister están unidas y su iconografía es más realista y con mayor volumen (postrimerías del siglo XII).

      Otra de las diferencias, entre ambos talleres, consiste en que el segmento de arquería del primero se compone de catorce columnas y dieciséis las del segundo, debido a la ampliación de la iglesia llamada “alta”, cuando el reducido espacio litúrgico de la “baja” no era suficiente para acoger la afluencia masiva de peregrinos que, a la sazón, se acercaban a venerar la tumba del fundador del monasterio: santo Domingo.

 
En todo el recinto claustral de la planta inferior el número de capitales de las columnas es de sesenta y cuatro, con ocho relieves en todas las esquinas del cuadrilátero irregular. De estos últimos se asignan a la primera fase, cuyos artífices fueron los del primer taller, los correspondientes a las siguientes escenas:

La Ascensión y Pentecostés ( Sur y Este)

El Sepulcro y El Descendimiento (Norte y Este)

Los discípulos de Emaús  y La duda de Santo Tomás (Norte y Oeste)

      Los del segundo taller son:

La Anunciación y El árbol de Jessé (Sur y Oeste)

      En cuanto al programa escultórico de las cestas troncopiramidales de los capiteles sólo señalar que la inspiración de sus temas se hallan en las producciones de miniaturas de los scriptoria, como también de los talleres de orfebrería y eboraria, con un marcado influjo islámico.  

    

      En las caras de las cestas observamos una colección de animales fantásticos sacados del bestiario medieval: grifos, arpías, centauros, sirenas, leones, dragones y aves fabulosas, alternándose con flores de acanto y zarcillos (todo ello del primer taller). Son interesantes los capiteles historiados en donde se plasman escenas del Nuevo Testamento: La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la huida de la Sagrada Familia a Egipto… pertenecientes estos últimos al segundo taller.

Los discípulos de Emaús (primer taller)
 
 
       La iconografía encestada no sólo la encontramos en las roscas de la arquería claustral, sino también en otros lugares bien visibles como en los capiteles esculpidos en el umbral de la sala capitular con acceso por el muro occidental de una de las galerías: dos de ellos representan a parejas de monos con sus cuellos y patas atados con cuerdas. Así mismo, en la llamada Puerta de las Vírgenes, que servía a los monjes de tránsito del coro al claustro. Es una portada abocinada con el arco de entrada de herradura de tradición mozárabe. Mas lo que atrae la atención son los capiteles de los sus cuatro fustes, bien trabajados, pero sin relación alguna con los del claustro, ya que la puerta pertenece a la primigenia iglesia románica –edificada en tiempos del abad Fortunio, sucesor de santo Domingo, tras la muerte de éste ocurrida en el año 1073-, al igual que el brazo sur del transepto del interior de la actual iglesia monacal. La temática es inexplicable por su trasfondo escatológico:

La Anunciación (segundo taller)

-Dos hombres con cabeza común, en genuflexión, se mesan las barbas.

-Un ángel en posición frontal.

-Dos personajes y otro en el centro de ambos con las piernas cruzadas.

-Dos leones rampantes sujetos con cuerdas por dos personajes.   

      Una enorme estatua de piedra de la Virgen sedente –conocida como la Virgen de Marzo- con el Niño sobre su rodilla izquierda (de claro influjo gótico) preside una de las galerías.

Capitel de la Puerta de las Vírgenes

 Y en otra panda nos encontraremos con el lauda sepulcral (siglo XIII)  del santo fundador del monasterio, sostenido por tres leones de bella factura. Domingo, en posición yacente, porta su báculo abacial y un libro en sus manos. En la cabecera un ángel le corona y  a sus pies aparecen suplicantes dos personajes con dos dragones en el borde de la tapa.   

      Y antes de hacer la visita –para abrir boca como dice los gourmets, no estaría de más leerse el poema de santanderino, Gerardo Diego, loando el ciprés que se erige en el centro del patio y cuya primera estrofa dice así:

                      Enhiesto surtidor de sombra y sueño

                      Que acongojas el cielo con tu lanza.

                       Chorro que a las estrellas casi alcanza

                       Devanado a sí mismo en loco empeño.

Texto y fotos: Javier Pelaz. Santander

Bibliografia:

“Siete maravillas del románico español”: El monasterio de Santo Domingo de Silos y la secuencia temporal de una singular arquitectura ornamentada. Senra y Gabriel y Galán J.L. Fundación Santa María la Real. Aguilar de Campóo. 2009

Cuaderno de notas del autor. Agosto, 2014


 

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