El claustro del
cenobio de Silos se le ha relacionado –por la historiagrafia románica- con el
homónimo francés de San Pedro de Moissac. La dicotomía de si el recinto
claustral de Moissac fue primero cronológicamente que el de Silos o viceversa dio
lugar a un debate entre los estudiosos del tema, inclinándose a favor de la
primacía según el chovinismo nacionalista
de cada historiador.
A pesar de esa disputa cronológica, existe
un hecho evidente que los hermana a ambos: los dos recintos se salvaron de la
piqueta gracias a la intervención “divina”.
Por medio del cuadrilátero francés se tenía previsto que pasara la nueva
línea férrea. Tal proyecto naufragó gracias a la invención rauda de los académicos
e intelectuales de la época. En cambio, el de Silos se libró de su destrucción,
quizás, “por falta de dinero” (Senra) para continuar la construcción de los
nuevos recintos de la nueva iglesia de estilo neoclásico comenzada en 1751.
Sobre la datación
del claustro benedictino de Silos no existe ningún documento que avale una
fecha concreta -todo lo contrario ocurre con su epónimo de Moissac, que se da
por válido el año 1100 de su construcción-, motivo por el cual el batiburrillo
de fechas, sin base histórica alguna, es profusa. Sólo son conjeturas personales
de cada estudioso. De todas las formas lo que expone al respecto el profesor Senra me parece lo más acertado: “(…)
el monasterio pertenece al siglo XII. La ampliación oriental de la iglesia
(románica) y las primeras galerías del claustro a su primera mitad; y la ampliación occidental
y el remate del claustro al último tercio del siglo XII.”
El magister del primer taller dejó su
impronta en las pandas Norte y Este, en las primeros años del siglo XII. Las
características de sus trabajos son las siguientes:
-
Las
columnas pareadas de los arcos de las correspondientes galerías están separadas,
con mayor éntasis de los fustes.
-
Las
placas relievarias que adornan los machones son de poco relieve y escaso
movimiento de sus figuras.
En cambio, las columnas del segundo magister están unidas y su iconografía es más realista y con mayor
volumen (postrimerías del siglo XII).
Otra de las
diferencias, entre ambos talleres, consiste en que el segmento de arquería del
primero se compone de catorce columnas y dieciséis las del segundo, debido a la
ampliación de la iglesia llamada “alta”, cuando el reducido espacio litúrgico
de la “baja” no era suficiente para acoger la afluencia masiva de peregrinos que,
a la sazón, se acercaban a venerar la tumba del fundador del monasterio: santo Domingo.
En todo el recinto claustral de la planta inferior el número
de capitales de las columnas es de sesenta y cuatro, con ocho relieves en todas
las esquinas del cuadrilátero irregular. De estos últimos se asignan a la
primera fase, cuyos artífices fueron los del primer taller, los
correspondientes a las siguientes escenas:
La Ascensión y Pentecostés ( Sur y Este)
El Sepulcro y El Descendimiento (Norte y Este)
Los discípulos de Emaús
y La duda de Santo Tomás (Norte y Oeste)
Los del segundo
taller son:
La Anunciación y El árbol de Jessé (Sur y Oeste)
En cuanto al
programa escultórico de las cestas troncopiramidales de los capiteles sólo
señalar que la inspiración de sus temas se hallan en las producciones de miniaturas
de los scriptoria, como también de
los talleres de orfebrería y eboraria, con un marcado influjo islámico.
En las caras de
las cestas observamos una colección de animales fantásticos sacados del
bestiario medieval: grifos, arpías, centauros, sirenas, leones, dragones y aves
fabulosas, alternándose con flores de acanto y zarcillos (todo ello del primer
taller). Son interesantes los capiteles historiados en donde se plasman escenas
del Nuevo Testamento: La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la huida de la
Sagrada Familia a Egipto… pertenecientes estos últimos al segundo taller.
Los discípulos de Emaús (primer taller) |
La iconografía
encestada no sólo la encontramos en las roscas de la arquería claustral, sino
también en otros lugares bien visibles como en los capiteles esculpidos en el
umbral de la sala capitular con acceso por el muro occidental de una de las
galerías: dos de ellos representan a parejas de monos con sus cuellos y patas
atados con cuerdas. Así mismo, en la llamada Puerta de las Vírgenes, que servía
a los monjes de tránsito del coro al claustro. Es una portada abocinada con el
arco de entrada de herradura de tradición mozárabe. Mas lo que atrae la
atención son los capiteles de los sus cuatro fustes, bien trabajados, pero sin
relación alguna con los del claustro, ya que la puerta pertenece a la
primigenia iglesia románica –edificada en tiempos del abad Fortunio, sucesor de santo Domingo,
tras la muerte de éste ocurrida en el año 1073-, al igual que el brazo sur
del transepto del interior de la actual iglesia monacal. La temática es
inexplicable por su trasfondo escatológico:
La Anunciación (segundo taller) |
-Dos hombres con cabeza común, en genuflexión, se mesan las
barbas.
-Un ángel en posición frontal.
-Dos personajes y otro en el centro de ambos con las piernas
cruzadas.
-Dos leones rampantes sujetos con cuerdas por dos personajes.
Una enorme
estatua de piedra de la Virgen sedente –conocida como la Virgen de Marzo- con
el Niño sobre su rodilla izquierda (de claro influjo gótico) preside una de las
galerías.
Capitel de la Puerta de las Vírgenes |
Y en otra panda
nos encontraremos con el lauda sepulcral (siglo XIII) del santo fundador del monasterio, sostenido
por tres leones de bella factura. Domingo,
en posición yacente, porta su báculo abacial y un libro en sus manos. En la
cabecera un ángel le corona y a sus pies
aparecen suplicantes dos personajes con dos dragones en el borde de la tapa.
Y antes de hacer
la visita –para abrir boca como dice los gourmets, no estaría de más leerse el
poema de santanderino, Gerardo Diego,
loando el ciprés que se erige en el centro del patio y cuya primera estrofa
dice así:
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
Que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
Devanado a sí mismo en loco empeño.
Texto y fotos: Javier
Pelaz. Santander
Bibliografia:
“Siete maravillas del románico español”: El monasterio de
Santo Domingo de Silos y la secuencia temporal de una singular arquitectura
ornamentada. Senra y Gabriel y Galán J.L. Fundación Santa María la Real.
Aguilar de Campóo. 2009
Cuaderno de notas del autor. Agosto, 2014
Buenos apuntes para la pronta visita. Gracias, Javier.
ResponderEliminar