Semanas después del
regreso de León continúo recordando tantos momentos agradables que
vivimos recorriendo, la que es mi ciudad del alma, en compañía de Amigos del
Románico procedentes de multitud de lugares: Cantabria, Madrid, Huesca, Zaragoza, Navarra,
País Vasco, Asturias, Sevilla… y no dejo de pensar en lo afortunados que somos
por contar con gente como nuestro coordinador, Javier Pelaz, y las personas que
de algún modo le ayudaron a organizar este evento, en que tanto hemos aprendido
sobre el arte Románico de una provincia, que si bien recorro a menudo, nunca
llegué a conocer en profundidad hasta esta XIII JdRL, organizada por la sección
astur-cántabra de la referida asociación.
Proseguiré relatando como buenamente pueda, ya que la tarea
de escribir no resulta fácil cuando se quiere retratar con máxima fidelidad una
experiencia tan especial, las visitas
con los mejores guías a monumentos de la
ciudad y provincia de León que no tienen parangón en la Península.
A menudo disfrutamos
de iglesias y monasterios románicos, pues tal es nuestra afición, pero esta vez
hicimos un inciso en la búsqueda de nuestros objetivos de medio punto para
adentrarnos en una catedral de vidrieras que dejan pasar la luz del sol de
diferentes maneras cada hora del día y cada día del año, construcción magnífica,
que ha superado el paso del tiempo, a pesar de las desafortunadas intervenciones,
que a lo largo de la historia impusieron modas -y como muchas modas se siguen
sin usar el cerebro-, la colocación de una cúpula barroca con que casi derrumba este
edificio. Sin duda sabrán que me refiero
a la "Pulchra Leonina", émulo de la francesa de Reims, y que bien podría
declararse Patrimonio de la Humanidad dadas sus singulares características sin
apenas añadidos posteriores. Otros daños sufridos -debido al terremoto de Lisboa
del año 1755- causaron serios daños, pero la sabia intervención de algunos
arquitectos logró que este edificio continuara en pie luciendo magnífico en un
entorno en que se ha sabido cuidar que el resto de edificios no resten
magnificencia a la gran joya del gótico español.
Tras unos minutos de retraso ocasionados por el cansancio
del viaje y el desconocimiento de algunas calles, algunos AdRs, (léase la
humilde autora de este difícil escrito y algún acompañante), el sábado 28 de
Agosto, a las 10 de la mañana, nos encontrábamos en la Plaza de Regla para de
inmediato escuchar las interesantes
explicaciones de la guía sobre la fascinante
historia de León, en principio la instalación del campamento permanente de la
"Legio VII Gemina", de cuyo nombre parece derivar el de la ciudad, sin tener que
ver con ningún león, tal como nos explicó nuestra guía. Antes de comenzar las
explicaciones, huelga decir que dedicamos unos minutos a saludos y abrazos entre
los integrantes de la expedición, ya que vamos siendo también amigos muchos
entre nosotros y siempre es motivo de alegría reencontrarnos para compartir una
pasión por el Románico que si bien en solitario también sin duda cultivamos, el
hecho de juntarnos tantos con la misma ilusión añade una magia increíble a la
vivencia de internarse en un edificio de 800 o más años, construido con
técnicas que no sé si sofisticadas o muy sencillas, pero que generan una
admiración y un estado mental, que al menos yo desconozco sentir en cualquier construcción
contemporánea por magnífica o hermosa que pueda resultar a la vista. Tal vez
sea el simbolismo expresado en capiteles o canecillos lo que genere esa me
atrevo a decir que elevación el espíritu, o el contacto con la misma piedra
lejos del artificio del hormigón y acero que cumplen una función pero dejan en
blanco nuestra capacidad de percepción de otras realidades.
de izquierda a derecha: Julia, Senen, Juana, Raúl, Rosa, Emilia, Mariché y Javi |
A la entrada.
nuestra guía fijó nuestra atención en concreto a la estructura de arbotantes
que separan el cuerpo central de las torres laterales de 64 y 68 metros de altura,
ya que no es frecuente en otros edificios góticos esta separación. Recorrimos
con tranquilidad naves y girola contemplando cada detalle y color aunque
pendientes del horario ya que nuestra siguiente cita en la Colegiata de San
Isidoro no admitía demora. Aún así algunos minutos disfrutamos el sosiego al
que incita la Virgen Blanca, obra clásica del gótico leonés, y que en origen se
hallaba en el parteluz de la Puerta del Juicio, aunque se ha trasladado a esta
capilla para protegerla de la erosión ambiental y se ha sustituído por una
réplica. Asimismo como único sepulcro de rey en la Catedral el de Ordoño II, rey
de León desde 914 hasta 924, fecha de su muerte, y artífice del establecimiento
definitivo de la sede regia en la ciudad de León, cuya estatua yacente situada
tras el altar mayor y frente a la Capilla de Regla data del siglo XIII.
El inolvidable para
mi comentario del profesor, Jose Alberto Morais, que nos acompañó y explicó gran
parte de los museos y templos que visitamos, respecto a la sensación que las
personas de aquella época sentirían al
contemplar un edificio tan “desmaterializado” como la "Pulchra Leonina" cuando
aún se construía “en Románico”, no por un especial gusto por la poca
luminosidad sino porque las técnicas de construcción de la época requerían de
gruesos muros y pequeños ventanales, fue realmente revelador del cambio en la
estética de los edificios que trajo consigo el gótico en el siglo XII “la
Catedral de León, como si hubiese aterrizado un ovni”.
Quien no haya
visitado la “Capilla Sixtina” del Románico debe sin duda reservar algunos días
en la ciudad. pues no es posible describir con palabras la aventura de
rememorar la vida de Cristo en frescos de colores increíblemente vívidos, desde
hace más de ochocientos años, recubriendo la totalidad de la enorme bóveda del
Panteón. Algunos detalles hacen las
delicias del visitante, como el mastín leonés
que bebe la leche del cuenco del pastor mientras éste se distrae con el
ángel en la escena de la Anunciación.
Impresionados por
la magistral interpretación de la liturgia mozárabe o hispánica que se resistía
a desaparecer en pro del rito romano y que los artistas medievales plasmaron
con genialidad y simpatía en lo alto del Panteón, los Adrs dirigimos la mirada
hacia las magníficas piezas del Museo, que nuestra guía continuó explicándonos
con todo lujo de detalle. Piezas de gran valor histórico-artístico, elaboradas
algunas en el taller de eboraria de la corte real, como el Arca de los
marfiles, capiteles procedentes de alguna iglesia rural, vírgenes sedentes, y,
cómo no, el cáliz de doña Urraca, fruto de una ardua investigación y objeto de
gran atención en los medios de comunicación recientemente. al haber salido a la
luz los resultados del interesantísimo trabajo que llevó hasta el Cairo a
algunos historiadores para investigar un arca con una inscripción en árabe que
alberga el Museo de la Colegiata y les llevó a deducir que las piezas de ónix
del Cáliz, cuyos ornamentos añadió doña Urraca para donarlo a la Colegiata bien
pudiera tratarse del Cáliz considerado por los cristianos desde el siglo V como
el utilizado por Jesucristo durante la
Última Cena.
Jairo |
Agotados tras horas
de recorrer tan grandiosos monumentos e intentar seguir sin perder detalle las
explicaciones de nuestra magnífica y recta “profesora”, llega el momento de
despedirnos para ir a comer tras una intensa mañana de observación y
aprendizaje que me gustaría repetir por si algún detalle hubiera obviado, ya
que siempre resulta harto dificultoso escuchar las explicaciones con atención
mientras uno se embelesa al contacto con las piedras.
Antes de llegar a
la "Hospedería Pax", centro de nuestra actividad gastronómica, visitamos la
iglesia más antigua de la ciudad de León, San Salvador de Palat del Rey,
pensada en principio como Panteón Real cuando la corte se traslada a León, aunque
tras la visita de Almanzor se hace
recomendable el traslado de los enterramientos a otro lugar, el monasterio de
San Pelayo, posteriormente San Isidoro de León.
El arqueólogo Fernando A. Muñoz Villarejo se ofreció amablemente a
acompañarnos durante la visita a este templo y
nos ofreció una exhaustiva explicación del origen y entorno de este
templo del siglo X, realmente curioso al contar con planta de cruz griega y
ábside y “contraábside” a Occidente de arco de herradura. Muy reformado a lo
largo de los siglos se distingue perfectamente el efecto de la restauración y
es posible así distinguir las zonas originales del material añadido. Al
finalizar la visita le fue entregado a Fernando un obsequio como agradecimiento
por explicarnos tan ampliamente la
historia y características de este singular edificio leonés.
A la tarde y tras
degustar magníficas viandas y deleitarse con el "Prieto Picudo" quienes amantes
del buen vino fueren, acudimos de nuevo a la Catedral para recorrer el claustro y contemplar las
magníficas piezas que custodia el Museo Catedralicio Diocesano, en especial
para cualquier aficionado al Románico su imprescindible colección de "Theotocos".
El tiempo amenazaba
torcerse a la manera que sufrimos de modo habitual los residentes en la costa
cantábrica y observamos con ligero temor el aguacero tras los cristales del
restaurante. Pero como acostumbra el tiempo leonés, la lluvia no se prolonga en
el tiempo y el plomizo gris no demora en aclararse y desenturbiar la atmósfera.
De nuevo un Sol resplandeciente y un azul cielo inexistente en las regiones
trasmontanas iluminan la ciudad.
Jose Alberto |
Cumplido el
programa de visitas nos dispersamos callejeando para reencontrarnos en la
deliciosa Plaza del Grano o Santa María del Camino. Puesta de Sol e intenso frío
que acrecentó un viento poco amigable no consiguió que nos batiésemos en
retirada y cenamos a la intemperie poco dispuestos a renunciar al encanto de
este rincón leonés con firme de empedrado y presidido por la románica iglesia
de Nuestra Señora del Mercado y el convento de las Carvajalas. Y a las once de la noche ya
dispuestos a disfrutar del espectáculo de luz y sonido que cada sábado realza
la magia ante la fachada sur de San Isidoro. Poco a poco nos fuimos retirando
cada cual a su hospedería, tras un día repleto de emociones y conocimiento.
El domingo a la
mañana, ya habiendo desayunado con tiempo suficiente al tener bien localizadas
las calles de León y no estando demasiado distantes entre sí los principales
monumentos de la ciudad, nos encaminamos
hacia el punto de reunión para nuestra
primera cita de la jornada: el Museo de León, en la Plaza de Santo Domingo y a
pocos minutos de la Catedral y la Basílica de San Isidoro. Contamos en esta
ocasión de nuevo con un guía de excepción, el profesor Jose Alberto Morais Morán, actualmente en la Universidad Pontifica de Valparaíso, Chile, que ya
había colaborado con anterioridad en las actividades de Amigos del Románico, y
publicado en la revista de la asociación, "Románico". Recorrimos las salas con
detenimiento y en un ambiente muy distendido participando los asistentes con preguntas y entablándose un diálogo que
Jose Alberto aderezaba con gran sentido del humor. Contemplamos las piezas como
difícilmente tendremos ocasión de nuevo, ya que hallar inmediata respuesta a
las dudas que nos puedan surgir es realmente un lujo para todos aquellos que
gustamos de contemplar los edificios medievales que tantos secretos ocultan. El
Cristo de Carrizo pronto atrajo la admiración de todos nosotros; el marfil
utilizado en los talleres de eboraria pudo proceder del Norte de África o tal
vez del Imperio Carolingio. He de decir que alguna pieza de la antigua catedral
románica de León, por el hecho de serlo a pesar de su sencillez, me produjo esa
especie de escalofrío de admiración que produce el vértigo del tiempo. La Cruz
de Peñalba… otra joya del Museo que a pesar de no contar con metales nobles o
piedras preciosas… Peñalba de Santiago… montes Aquilanos... la imaginación
vuela rauda hacia tiempos de ermitaños y Repoblación.
Jairo Fernández Estrada, guía del Museo, nos muestra y explica piezas romanas interesantísimas,
así como las estelas vadinienses, pueblo cántabro que habitó hacia el Noreste
de León y parte de Asturias y Cantabria, y cuyas lápidas escritas en latín
muestran una curiosas hojas de hiedra que más parecen corazones, figuras de
caballos, hojas de ciprés… lo cual también favoreció la especulación y el diálogo
con nuestro guía quien intentaba responder con gran simpatía y mostrando un
gran dominio del tema.
Mariché, Javi y Jose Alberto |
A continuación, nos
encaminamos hacia la iglesia de Niestra Señra del Mercado de nuevo en compañía Morais, que continuaría con nosotros también más tarde en el
monasterio de Santa María la Real de Gradefes y San Miguel de Escalada.
Magníficas rejas románicas en las ventanas y notabilísimas marcas de cantero.
Muy reformada pero toda una sorpresa románica presidiendo un pintoresco enclave
leonés, la Plaza del Grano. No habíamos de carecer en esta doble jornada de
dedicación completa a nuestra gran pasión arquitectónica medieval, de un tiempo
de estancia en la Basílica de San Isidoro, esta vez con precaución, ya que los
oficios religiosos no permitían que hablásemos demasiado ni que nuestro
profesor pudiese explayarse con calma, pero aún así disfrutamos de
unas cuantas explicaciones sobre los sucesivos “tres San Isidoros” y eso sí, ya
en el exterior sin prisa alguna estudiamos en detalle las dos portadas, del
Cordero y el Perdón, y como es habitual en nuestras visitas a monumentos surgen
interesantes polémicas sobre si determinada pieza es original o recolocada, o
si la similitud entre varios capiteles de la zona sugiere la existencia de un
“hipermercado” medieval de capiteles y canecillos a dónde un maestro constructor
se acerca a encargar “dos capiteles de arpías y un Daniel en el foso”… siempre
unas risas y un ambiente de camaradería como núcleo esencial para el
conocimiento de lo que nuestros antepasados quisieron plasmar a través del arte
de esculpir la piedra.
De nuevo almorzamos
en la Hospedería Pax. Nuestra compañera de Cantabria, Carmen García, hace entrega
de un regalo a Jose Alberto en nombre de la asociación Amigos del
Románico en agradecimiento a su colaboración en estas jornada. Finalizada la sobremesa
y recogidos nuestros enseres de nuestros respectivos lugares de alojamiento, nos dirigimos hacia Gradefes por la carretera
de Valladolid para visitar el monasterio cisterciense de Santa María la Real.
Rincón ideal como pocos para olvidar el ensordecedor ruido callejero que sin
saberlo nos impide pensar y vivir con la intensidad que debiera ser posible,
pero no lo es en este mundo de supuestas necesidades satisfechas que nos han
creado y hemos creído imprescindibles.
El císter no adorna
en demasía sus templos, pero construye unos espacios cuya claridad y armonía
bastan como ornamento. Las monjas bernardas habitan este monasterio desde su
fundación por la noble leonesa, Teresa Petri, en 1168. A pesar de los diversos
avatares de 800 años de historia nunca fue abandonado, como sí sucedió con gran
parte de los monasterios tras el decreto de supresión de las órdenes religiosas
de 1868, aunque en ese momento sólo dos religiosas vivían en el lugar.
Recorrimos la iglesia y su particular girola, caso único en los monasterios
femeninos, y nos asombramos y
enternecimos por igual ante la fotografía de los escarpines de la abadesa
fundadora, hallados en su sarcófago en perfecto estado de conservación y hoy
expuestos en el Museo del Traje, en Madrid.
El claustro
reformado en siglos posteriores a los del Románico conserva de la época de su
fundación la Sala Capitular. Y un detalle inesperado e impresionante que nos
recuerda lo fugaz de nuestro paso por el
mundo “polvo somos…”, tumbas en la tierra de las monjas que habitaron este
lugar. Magnífica cabecera triabsidial con las siempre enigmáticas y
omnipresentes marcas de cantero y una
sencilla psicostasis en un capitel. Desde la huerta del monasterio se
vislumbran los nidos de cigüeña que coronan la edificación, verano en la Meseta
castellano-leonesa…
Paseo nocturno |
San Miguel de
Escalada, monasterio altomedieval en la ribera del Esla con su imponente
pórtico de doce arcos de herradura del siglo X, los siete de Poniente y del XI,
los cinco de Poniente, así como la torre, con capiteles de mármol. Aquelloscinco
últimos posiblemente reaprovechados del vecino monasterio de San Pedro de
Eslonza destruido por Almanzor. Paisaje pétreo sublime de luces y sombras… arcos
de herradura… lápidas romanas de conmovedoras epigrafías como la que honra a la
esposa Valeria, reutilizada como cimacio en uno de los capiteles de la nave. Las
tres aras de piedra caliza continúan en el mismo lugar desde la construcción de
la iglesia, epigrafías con los nombres de santos cuyas reliquias atesoraba la
iglesia.
Y llega el momento
de la despedida, alegres pero también sin duda afectados por una ligera melancolía como ocurre siempre en las despedidas,
iniciamos el camino de regreso, sin duda cansados pues intensiva ha sido
nuestra actividad, pero a la espera de que llegue el próximo fin de semana o
jornada en que podamos reunirnos de nuevo y disfrutar de este ambiente tan
especial y enriquecedor, patrimonio de nuestra asociación "Amigos del Románico".
Texto y fotos: Cristina Sánchez. Gijón
¡Jo, ... pero qué bien!!!! Es como revivir el fin de semana. Gracias Cristina, por tan agradable y generoso relato. Saludos para todos.
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