UN POCO DE HISTORIA
Villamayor de los
Montes es un pequeño pueblo situado en el centro–oeste de la provincia de
Burgos. En época altomedieval fue una comarca repoblada por comunidades
mozárabes.
En este lugar
encontramos un interesante monasterio, bastante poco conocido, habitado por un
grupo de monjas cistercienses y que sigue vivo tras diez siglos de historia, de
los cuales sólo ha conocido una breve interrupción de diez años (1617-1627), ya
que el Duque de Lerma, empeñado en convertir su villa en capital política,
religiosa y artística, las concentró allí junto a otras comunidades femeninas,
pero, en cuanto les fue posible,
abandonaron al duque volviendo de nuevo a su monasterio. Con parte de la
indemnización que la Casa Ducal se vio obligada a pagarlas, adquirieron la
sillería de cuarenta asientos, labrada en madera de nogal que actualmente
conservan.
P. Serrano, abad de Silos, en su obra, “El
mayordomo mayor de Doña Berenguela”, prueba que el monasterio de Villamayor de
los Montes, se fundó a mitad del siglo XI lo más tarde y le dotaron con bienes
en Burgos, Lerma y Asturias de Santillana, pertenecientes a la Casa de Lara, Condes de Castilla.
De ese tiempo es
la pila bautismal -otros la datan de últimos del siglo XII o principios del
XIII-, que se conserva en uso en la iglesia parroquial, anexa al monasterio, dos
grandes capiteles que se ven bajo el arco triunfal de la iglesia conventual y
un muro de ladrillo del convento a la parte oeste, próximo a la puerta del
templo.
Este cenobio, en
1139, tuvo donaciones del noble Pedro Fernández y, en 1203, su abad, Rodrigo González, recibía bienes
adquiridos por Garci Fernández y su esposa, Teresa Muñoz. Dicho señor fue mayordomo mayor de la reina doña Berenguela y
ejerció igual cargo con doña Leonor Plantagenet y de Aquitania, para entonces
viuda de Alfonso VIII, y con Fernando III y ayo del infante
Alfonso, futuro Alfonso X. Con su segunda esposa, doña Mayor Arias, se hizo con
la propiedad del cenobio, ya que compartían el deseo común de perpetuarse espiritualmente
en una obra religiosa, donde fueran acogidos sus cuerpos tras la muerte y les tuvieran
presentes en sus plegarias.
Don Garci Fernández acudió a la comunidad de las Huelgas Reales de Burgos y con el debido
permiso eclesial implantó el Cister. Se consagró a la Virgen María, como todo
monasterio cisterciense, con el nombre de Santa María la Real.
EL CLAUSTRO
Dedicado a san Roberto de Molesmesa -una talla de piedra en el centro del mismo lo ratifica-, de
un románico tardío, tiene bastante que ver con el de San Andrés de Arroyo o Las
Claustrillas del monasterio de las Huelgas.
Situado en el
costado meridional de la iglesia, es un espacio cuadrado, con sus cuatro pandas
interrumpidas por un sepulcro en el ángulo nor-oriental y un modesto pozo, en el
lado del mediodía. Sus arcadas son de medio punto aboceladas y flanqueadas por escocias
que apoyan sobre columnas pareadas, salvo en los ángulos, que lo hacen sobre
cinco, siendo la central bastante más
gruesa. Están coronadas por capiteles ornados con motivos exclusivamente
vegetales (crochets, acantos y hojas lobuladas) y rematan en cimacios lisos.
Las basas, que arrancan de un zócalo a modo de bancal, apoyan sobre plintos
rectangulares, son de modelo ático, provistas de doble toro superior, incisa
escocia y grueso toro inferior.
En el muro del
claustro que da al templo, hay tres pequeñas inscripciones funerarias
medievales.
En la claustra
podremos contemplar la tapa de un sepulcro con un báculo abacial.
En el extremo de
la banda norte del claustro se abre la portada que conduce al templo. Destacan
los roleos de las basas de columnas áticas y sus capiteles trifoliados,
delicadamente esculpidos.
El pavimento del
claustro, realizado en el siglo XVI con guijarros blancos, negros y rojizos,
representa, aparte de diversos motivos geométricos, una escena de caza en el
ala sur, y animales, un abanderado y el escudo del monasterio en el ala oeste.
EL TEMPLO
El templo, aunque
de tamaño muy inferior, se asemeja al modelo de Las Huelgas. Consta de una sola
nave, crucero acusado y cabecera escalonada de tres ádsides, siendo el central
más alto y profundo con planta poligonal. Los
laterales son cuadrados y de muro de cerramiento plano. Sus bóvedas son
de crucería, con nervios delgados baquetonados que reposan sobre finas columnas
cilíndricas. Los capiteles, en su mayoría, presentan motivos vegetales. Aunque no es habitual en las casas cistercienses,
encontramos un animalito en los capiteles de entrada al ádside meridional, así
como, en la clave de tramo recto del presbiterio, podemos contemplar un ángel
turiferario en pie. La clave de la capilla lateral del costado septentrional
contiene un Agnus Dei con una de las patas levantada, que sostiene una cruz en la que
ondea un estandarte.
En el
presbiterio, a mano izquierda, hay un sepulcro de piedra sin adornos, desconocido,
y dentro de un arcosolio; en el transepto, se encuentra otro sepulcro con dos escudos, uno con trece roeles y el
otro con cuatro bandas sembradas de armiños (Sarmiento y Varona) y una leyenda
adjunta:” Año de un mil DL/X mandó hacer/ esta sepultura/ la señora Doña Mencía
Sarmiento abba/desa deste monasterio/ y mandó sacar los/huesos de IIII
caballe/ros que estaban/ en III túmulos de ma/dera y eran parientes del muy
magnífico señor/ Don García Sarmiento/ fundador de esta casa”. Como dato
curioso decir que la referida dama se dejó llevar por el afecto a su apellido y
suprimió el patronímico Fernández de dicho fundador.
En un
lateral del retablo que aparece a los pies del coro, se encuentra
una imagen de la Virgen con el Niño,
sedente, que unos datan del siglo XII y
otros del segundo cuarto del siglo XIII. El Niño está en la rodilla izquierda
de su Madre, bendice con una mano y en la otra lleva un globo pequeño. La
Virgen está sentada sobre un banco y en
la mano derecha sostiene un fruto -pudiera ser una manzana-. Destaca la actitud
de su mano izquierda, con la que cuida y presenta al Niño, al que no toca
directamente sino a través de su manto.
Enfrente de la Virgen, hay una imagen de Dios Padre, fechada
en el siglo XIII, el cual está sentado sobre banco pequeño, frontalmente, y
abre las manos. Podría haber pertenecido a un grupo de la Trinidad.
PILA BAUTISMAL
Dentro del
conjunto arquitectónico del monasterio, se encuentra la iglesia parroquial,
-dedicada a los santos Vicente, Sabina y Cristeta-, en donde se encuentra una
notable pila bautismal aún en uso. Como se dijo anteriormente, unos la datan
del siglo XI y otros del XII o principios del XIII. Sus dimensiones son: 124 cm
de diámetro por 125 de altura. La copa está adornada con veinte arcos de medio
punto, en cuyas enjutas encontramos, aunque apenas se aprecian, algunos
detalles como cabecitas, aves y estelas de recuerdo visigóticos. Los arcos
descansan sobre columnas y, en uno de los intercolumnios, hay una cruz dentro de
un disco. Está apoyada sobre una base cilíndrica. La copa, en su interior, está
trabajada en forma gallonada.
Pertenece a la iglesia,
pero está guardada en el monasterio, la Cruz parroquial, de plata en su color,
de la segunda mitad del siglo XVI, con marcas de población y del platero autor
de la pieza.
Texto: Emilia Higuera. Santander
Fotos: Javi Pelaz. La de la pila bautismal de Wikipedia
Bibliografía:
Luciano Huidobro Serna . (Boletín de la Institución Fernán
González. Publicación trimestral. Año XXXVI. Primer trimestre de 1957. Núm.
138. –VILLAMAYOR DE LOS MONTES Y SU MONASTERIO CISTERCIENSE Y HOSPITAL).
Enlaces externos:
Románico Digital: ( VILLAMAYOR DE LOS MONTES-Monasterio de
Santa María la Real)
Arteguías.com: (MONASTERIOS DE ESPAÑA – Monasterio de
Villamayor de los Montes (Burgos).
Muchas gracias, Emilia y Javier, por la elaboración de tan útiles apuntes.
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