Otra más de esas delicias de piedra ocultas entre los muros
de la modernidad, que han sobrevivido milagrosamente a diez siglos de avatares
históricos. El archivo del monasterio de San Vicente de Oviedo atestigua la
existencia de un templo dedicado a Santa Marina en Pillarno entre los siglos X
y XI. Según estos escritos, en el año 971 el presbítero Gevoldo compró una
heredad denominada “de Guiliulfo” a un matrimonio de este lugar, Pelayo e
Inderquina. Allí fundó una iglesia que años más tarde, en 1064, suscitó un
pleito presumiblemente entre los sucesores de los donantes iniciales y el
heredero de la propiedad, también llamado Gevoldo, pleito resuelto a favor de
este último con la condición de que a su muerte el templo se entregara al
monasterio de San Vicente.
Celosía de la antigua iglesia prerrománica
La Catedral de Oviedo y el mismo monasterio ovetense
ostentan la titularidad de otras posesiones en Pillarno según documentos de 1079 y 1097. Algunas de
ellas pertenecieron y fueron donadas después por la infanta Urraca, hija de
Fernando y doña Sancha. Sin embargo, en ninguno de los documentos se menciona
la actual advocación al mártir del siglo III san Cipriano de Catargo, patrón
del templo parroquial actual, por lo que no puede confirmarse que la fundación
de Gevoldo en el siglo X sea el origen de la parroquia moderna.
San Cipriano de Pillarno
En 1936 un incendio destruye la iglesia anterior. En 1953 se
construye la actual, en parte con piezas recuperadas de los escombros.Una pila
benditera se sigue utilizando y alguna columna sustenta partes del edificio
actual. Entre las ruinas hallan también una celosía prerrománica que se expone
en la actualidad en una estancia dedicada a este fin, en el pórtico de la
iglesia junto a una pila bautismal de factura moderna y protegida con una
verja. Tallada en un bloque de arenisca tiene forma trapezoidal y mide 91cm. de
altura, 86 de ancho y 14 cm. de grosor. Es una ventana geminada, con dos vanos
rectangulares estrechos que coronan en arco de herradura muy cerrado, con
parteluz de sección rectangular y destacadas impostas. Como única decoración presenta
un rebaje de la piedra en el contorno de vanos y arquillos. Carece de otros motivos ornamentales como pueda ser el
frecuente sogueado. Existen ventanas semejantes en San Martín de Salas y San
Miguel de Bárcena del Monasterio, y también en Galicia (Santa Eufemia de Ambía,
Santa Catalina de Reza a Vella) y en Aragón (Uncastillo).
Pila de agua bendita
No es posible retrotraerse al origen histórico de esta
curiosa celosía, pero resulta indudable que perteneció a uno de aquellos
templos de la Alta Edad Media asturiana compuestos de nave única y capilla
cuadrada muy sencillos e indiferenciados de cualquier otra construcción salvo
por curiosos elementos como una ventana ajimezada. Quizás la fundación de
Gevoldo dedicada a Santa Marina guardase reliquias de san Cipriano y a ellas se
deba la posterior advocación, o tal vez hayan existido dos iglesias y sólo la
de San Cipriano sobrevivió como parroquia. Una inscripción conservada sí
demuestra que el cercano templo de San Miguel de Quiloño contaba con reliquias
de la santa.
Texto y fotos: Cristina Sánchez. Gijón
Bibliografía:
Arte Prerrománico en Asturias.
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