Aún quedan lugares mágicos en los que retornar a un pasado,
si no ideal porque nada lo es en la existencia, sí lo más lejano posible a la
ruidosa civilización, que nos ha tocado vivir.
Portada Sur
Peñalba de Santiago es un pequeño
pueblo leonés de piedra y silencio, demasiado cercano a las nube como para
aterrizar de nuevo fácilmente al regresar a las cuadriculadas calles cercadas
por bloques de impersonales viviendas, carentes de cualquier paisaje natural sobre el
que reposar la vista ni ventanas hacia las estrellas, cuando el Sol se pone. El Bierzo a la vez que un magnífico paisaje natural,
atesora templos románicos y
altomedievales, a los que siempre quiere retornar cualquier amante de las
construcciones antiguas, para descifrar los mensajes de un pasado tan remoto
como aquel de hace mil años, tan enigmático que bajo sucesivas capas de cal y piedra
aún surgen mensajes grabados por antiguos canteros cuyas mentalidades no nos es
posible comprender plenamente . Peñalba de Santiago, Valle del Silencio y
Montes Aquilanos, nombres sugerentes que invitan a una visita lo más prolongada
posible.
Cabecera
La iglesia de Santiago cumple actualmente las funciones de
iglesia parroquial. Tanto la población como el templo se hallan en su origen
ligadas al cercano monasterio de San Pedro de Montes y al monje y obispo de
Astorga, Genadio, gran impulsor de la
vida monástica en El Bierzo entre los siglos IX y X. Un breve paseo entre
formidables montañas calizas nos acerca a las Cuevas del Silencio, algunos
vestigios de lo que fueron eremitorios
desde el siglo VII (san Fructuoso) y posiblemente utilizada también por san Genadio una de ellas, desde cuya entrada se contempla un espectacular paisaje con Peñalba de
Santiago en la distancia.
Genadio restaura el monasterio de Montes en el 895 y
continúa su actividad fundando templos religiosos por toda la comarca de El
Bierzo. Alfonso III el Magno (866-910), último rey de Asturias, lo designa
obispo de la diócesis asturicense en 909. En su autobiografía “Testamento”,
según él mismo atestigua, funda un monasterio dedicado a Santiago. No existe
documentación fehaciente que permita asegurar que el edificio actual es aquel
que en origen construyó san Genadio. Documentos algo más tardíos, reflejan que
algunos de sus sucesores en la diócesis de Astorga continuaron la labor
constructiva durante el siglo X, pero no es posible diferenciar lo atribuible a
cada uno de ellos. Tras su estancia en Astorga Genadio retornó a Peñalba y allí
vivió otros 19 años, siendo enterrado en el contraábside occidental de la
iglesia hasta que en el siglo XVI la duquesa de Alba traslada sus restos a
Villafranca del Bierzo y más tarde a Valladolid. En el 937, posible fecha de la
muerte de Genadio, el edificio estaba construido, aunque una lápida de
consagración en el interior del templo cita el año 1105. Sólo ha perdurado la
iglesia de lo que fue un monasterio con dependencias a buen seguro no muy
distintas de las actuales construcciones de lajas de caliza y pizarras.
El rey Alfonso IX dona, a mediados del siglo XIII, los bienes
del monasterio a don Pedro Andrés, tesorero de la catedral de Astorga, como pago
a su contribución militar, por lo que se incorpora de esta manera el monasterio
de Santiago de Peñalba al cabildo catedralicio, al que ya se hallaba vinculado
como priorato desde 1154. A partir de este momento no se menciona de nuevo el
monasterio en la documentación existente, pero sí su iglesia.
Espadaña
Construído el templo en mampostería irregular de lajas
calizas y de pizarra, su interior presenta una argamasa producto de distintas
reparaciones en la que se hace patente la utilización de un mortero de cal,
arena y ladrillo similar al opus signinum romano. Los contrafuertes exteriores
compensan el empuje de las bóvedas.
Exquisitos modillones con ruedas solares, florones y esvásticas decoran
el alero que recorre el perímetro de los muros. La portada sur destaca por su
peculiar estructura de arcos geminados de herradura, que apoyan en columnas de
mármol capiteles corintios de acantos y moldura a modo de alfiz. Una portada
más sencilla abre el muro septentrional; una de sus jambas con el epitafio del
abad Esteban, fallecido en 1132. Otras inscripciones de los muros exteriores
hacen también referencia al enterramiento de monjes y abades en los alrededores
del templo.
El espacio interior se encuentra compartimentado mediante
arcos de herradura e iluminado mediante vanos cuadrados excepto el de la sacristía sur con una saetera de
herradura. En su tiempo se cubrían de celosías como la conservada en parte en
la ventana del contraábside, aunque en la actualidad se cierran con láminas de
alabastro. El ábside es recto al exterior y de herradura interiormente,
cubierto por bóveda gallonada de siete cascos. Otro arco de herradura divide la
nave en dos tramos de distinta altura. El primero también presenta cúpula
gallonada y parte de un cuadrado, sin necesidad de pechinas o trompas por la
prolongación de los cuatro gallones de las esquinas. A ambos lados, dos capillas
laterales a modo de sacristías que recuerdan las visigodas de Quintanilla de
las Viñas, conocidas, porque perduraron sus cimientos. Las columnas adosadas de
los arcos que dividen la nave muestran a su vez
influencia visigoda. El segundo
tramo se cubre con bóveda de cañón. La curiosa estructura funeraria occidental
a modo de contraábside apenas se conserva en ningún edificio, aunque existía ya
en construcciones peninsulares del siglo IV. Existe uno similar en San Cebrián
de Mazote, Valladolid, y posiblemente en la iglesia de Palat del Rey (León).
Este templo está
considerado como uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura altomedieval
española comúnmente denominada “mozárabe”, pero mejor definido como “de
repoblación”, ya que fue impulsada por los reyes asturianos con objeto de
repoblar el valle del Duero y presenta características arquitectónicas de
origen hispano.
Uno de los vestigios de epigrafía medieval hallados en los
muros se traduce del siguiente modo: “En la era 143 pasado el milenio (1105) y
a siete días de los idus de marzo (día 9), fue consagrada esta iglesia en honor
del apóstol Santiago y de otros muchos”; inscripción de difícil
interpretación descubierta y repintada
en el siglo XVIII en el muro sur interior del segundo tramo de la nave; indica
una fecha de consagración en 1105, pero la iglesia no pudo estar sin consagrar
tanto tiempo, como sostienen algunos autores. Este hipotético acto de
consagración tendría lugar dada la fecha bajo el mandato del abad Esteban
(1103-1132), al que se dedica el epígrafe de la jamba izquierda de la portada
norte. Posiblemente se trata de un monje francés cluniacense, que reconsagra el
templo, a principios del siglo XII, al instaurar el rito romano en sustitución de
la liturgia hispana, abolida por Alfonso VI en 1080.
Paisaje berciano
Como resumen de las diferentes etapas constructivas del
templo podemos señalar varias fechas:
-Año 937 como fecha
de finalización de la etapa constructiva.
-Nueva consagración
en el siglo XII y añadido del sepulcro exterior del muro norte del contraábside.
-Construcción de la
espadaña y pórtico-cementerio meridional en el siglo XVIII.
-Entre 1968 y 1976
el arquitecto restaurador Luis Menéndez Pidal elimina el pórtico, la
escalera de acceso a la espadaña desde la iglesia y la torre campanario elevada
sobre el contraábside. Además de estas reformas levanta un muro alrededor
del edificio para protegerlo de posibles inundaciones.
Algunas obras de restauración han revelado que los
paramentos interiores del templo
estuvieron recubiertos de pinturas, aún visibles en la bóveda oeste
(figuras humanas de tinte rojizo), muros septentrional y meridional de la nave,
arco de separación de los dos tramos de la nave con decoración geométrica, e
imitación de ladrillo en el ábside.
El Museo de León guarda una interesante obra de orfebrería
de tipo asturiano donada por el obispo de Astorga en 1879: la “Cruz de Peñalba”
supuesta ofrenda del monarca leonés Ramiro II, hacia el 940.
Texto y fotos: Cristina Sánchez. Gijón
Bibliografía:
Enciclopedia del Románico en España (León). Fundación Santa
María la Real.
Internet:
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