Antes
de de reseñar el desarrollo de la segunda clase práctica del curso “Iniciación
al Románico” -organizado por el “Aula de Patrimonio Cultural de la UC, en colaboración con los “Amigos del
Románico”- no podemos pasar por alto la masiva afluencia de cursillistas –más
de 150- que se congregaron en el
interior de la Colegiata de Santillana de Mar, el pasado sábado, ocupando no sólo los bancos disponibles, sino
también cualquier recoveco del templo. Por este motivo, la profesora y doctora
en Historia del Arte, Isabel Cofiño,
tuvo que cambiar el plan de su exposición y adaptarlo a la coyuntura imprevista
del momento.
Con
una excelente megafonía -habilitada por el sacristán del templo, Agustín,- comenzó su disertación
haciendo una somera introducción de la historia de la Colegiata. Ésta comienza
en s. VIII ó IX con la fundación de un monasterio en un lugar cercano a
Santillana. Con el transcurso de los años se erige otro cenobio, dentro de los
cánones románicos, en el lugar donde hoy ocupa el actual edificio, gracias a las donaciones aportadas por la realeza –el
rey astur-leonés Fernando I eximió
de impuestos al monasterio- y nobles, en especial doña Fronilde, sin olvidar los ingresos de los peregrinos atraídos
por las reliquias de santa Juliana.
En
el siglo XIII el monasterio pasó a ser
colegiata y con ello comienza su paulatino declive, no tanto por la carencia de
ingresos económicos cuanto por el afán de la nobleza de asumir los poderes del
abad que no eran pocos.
A
continuación, para agilizar las explicaciones de los capiteles y relieves
escultóricos del interior del templo y del claustro tuvo a bien Isabel formar dos grupos, para que de
ese modo pudiésemos no sólo escuchar mejor su voz, sino, a la vez, contemplar
las esculturas y las placas relivarias con mejor disponibilidad de visión. Dejó
bien claro la profesora que las
representaciones tenían “una función doctrinal dirigida tanto a los
monjes como a los fieles y que de ellas podríamos hacer miles de
interpretaciones.” Algunas de las
escenas, insistió, son recurrentes en el Románico como las que hacen referencia
a los pecados de la avaricia, la
lujuria…, principalmente; y a las escenas de la vida cotidiana, las luchas de
los caballeros entre si y la profusión de adornos vegetales.
Reagrupado
de nuevo el público explicó minuciosamente el impresionante retablo barroco
realizado entre los años 1500 y 1529 y, además, las dependencias posteriormente
añadidas al templo.
Y
tras sacar la foto oficial del evento en la escalinata de la explanada, recorrimos de la mano de la historiadora el contorno
exterior del templo para contemplar los motivos escultóricos de los canecillos,
capiteles y, a la vez, la configuración arquitectónica de los ábsides.
La
jornada finalizó como tenía que ser: tributando a Isabel un cerrada ovación de los cursillistas,en reconocimiento tanto de la incansable
labor desplegada a lo largo de dos horas y media, sin ningún atisbo de
cansancio, como por su amena e interesante disertación.
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