jueves, 13 de marzo de 2014

HITOS ROMÁNICOS EN LA "VIA PODIENSIS": de AUBRAC a LECTOURE


      Con las primeras luces del alba abandoné la villa de Conques por la empedrada rue Calomagno y, tras sobrepasar su puerta epónima, retomé de nuevo a la Via. Al despedirme del  último hito románico, noté una vaga sensación



                                                   Al alba, Conques a vista de pájaro

de haber cambiado el rol de andarín por el de un peregrino converso. Todo podría ser  dada la conjunción de circunstancias de aquella mañana estival: un amanecer luminoso, una villa cargada de historia secular y una Santa con el predicamento de milagrosa, como lo atestigua el “El Libro de los milagros de Santa Fe”, muy leído en los monasterios en la época medieval.

                                              Friso de la Crucifixión de St.-Jean-de-Mirabel
      A partir de ahora el trayecto –en cuanto a su dureza- comienza a ser menos exigente a medida que voy dejando atrás las últimas estribaciones del Macizo Central. Las cotas se reducen ahora a menos de mil metros, pero el efecto “montaña rusa” apenas desaparece.
                                                  Puerta de Calomagno de Conques
      Cerca del pueblo de Bord vislumbré, sobre un altozano, la capilla de Guirande. Aunque permanecía cerrada a tan temprana hora no dejé de observar su cabecera románica de sillares bien escuadrados. Su datación –según la guía- es de principios del siglo XII.
                                                          ¡Cuán largo es el camino!
      Buen rato, en cambio, me llevó la visita de la iglesia de Saint Félix. Mi primer asombro de aquella mañana fue en este edificio no tanto por sus vestigios románicos que aún perduran en la fábrica de nueva planta erigida sobre la antigua, cuanto por el sorprendente tímpano de la portada ciega del muro norte.  Enmarcado en una media rosca de billetes, representa la escena del Pecado Original. Sus protagonistas, Adán, barbudo, y Eva a quien la serpiente, enroscada al tronco del árbol, le ofrece la tentadora manzana. Ambos personajes cubren sus partes pudendas con una hoja. Serían las manos de un experto las que modelaron la escena,  por los trazos bien definidos del conjunto escultórico.
                                                             Paisaje del Aveyron
      Lo mismo me ocurrió en la aldea de Saint  Jean-de-Mirabel. En el arco de una puerta ciega del muro exterior han recolocado - quizás de la fábrica primigenia- dos frisos con pasajes evangélicos del Bautismo del Señor y la Crucifixión. Aunque algo deteriorados se aperciben  las representaciones no sin dificultad. En  el panel superior, enmarcado con arco apuntado, aparece Cristo en la cruz y a cada lado de sus pies: la Madre con gesto afligido y san Juan,   el apóstol(?); por encima de  la escena, los símbolos del Sol y la Luna. En el inferior, a modo de dintel, san Juan Bautista vierte agua sobre el hombro de Cristo, y el Espíritu Santo está evocado por una paloma. Dos ángeles figuran en la escena: el de la derecha presenta una camisa con la que Cristo va a ser vestido. Dos machones salientes sostienen el dintel que representan dos cabezas femeninas muy estropeadas.    
                                                                Trochas y....
      Retomando de nuevo la singladura de la Via aligeré el paso para compensar en parte mi retraso bien empleado en las dos visitas anteriores. Para arribar a Lunan tuve que desviarme dos kilómetros del itinerario. A pesar de la fatiga acumulada de la mañana y por mi afán de conocer el antiguo monasterio me vi obligado a esforzarme  más de lo debido, aunque tuviera que añadir más kilómetros  a la etapa. Además, tuve que superar una pindia cuesta de las denominadas “rompepiernas”.
                                               ...caminos agrícolas configuran la Via
      La iglesia se erige en una hondonada frondosa. Es lo único que permanece en pie del antiguo monasterio, cuya fundación se remonta al año 507. Fue el rey de los francos, Clodoveo, que, tras convertirse al catolicismo, promovió la construcción.
                                                         Tímpano de St. Félix
      La primera impresión que ofrece la fábrica, cuando desciendes por la carretera, es la de ser una construcción sólida con aparejo de sillería. La cabecera, que limita con el cementerio, es de origen románico. Muy interesante resultan los canecillos de seres fantásticos  que sostienen el alero del presbiterio. El interior es de planta basilical con tres naves. Las columnas del arco triunfal se rematan con capiteles fitomórficos. Una bóveda de cañón configura el presbiterio y de horno, el ábside. El resto se cubre con bóvedas de crucería. A los pies del edificio se yergue majestuosa la torre-campanario. 
                                                              Iglesia de St.-Félix
      Mientras camino me deleito, como ejercicio de entretenimiento, con las leyendas referidas a los lugares de paso. Las hay de todo tipo: unas son producto de la excesiva imaginación de los lugareños; otras, sin embargo, nacen de una tradición o realidad pretérita que con el transcurso de los tiempos se desvirtúa hasta convertirse en una simple caricatura. Viene a cuento mi digresión por lo que se cuenta de este sitio. Junto al templo existe un lugar poblado de sauces  donde se halla una fuente: la de san Martín.
                                               Iglesia de St.-Jean-de-Maribel

Durante mucho tiempo fue un lugar de peregrinación de los vecinos de la comarca. Sus aguas fueron muy reputadas como milagrosas para sanar a niños  con minusvalías físicas.
                                              Entorno de la iglesia de Lunan

Según se cuenta por estos predios aún se puede observar, al lado de un hilo de agua, la huella pétrea de uno de los cascos del caballo del santo. No sé si sería por la fatiga o por las ganas de retornar a la andadura no pude identificar la correspondiente pezuña del equino.
                                                       Dintel de St.-Jean-de-Mirabel
                                       
 

 




                                                                 Iglesia de Lunan
 
Texto y fotos: Javier Pelaz. Santander.
  

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