Aquella fecha del 25 de Diciembre del año 800, cuando el papa León III depositó sobre la cabeza de Carlomagno la corona del Sacro Imperio Romano-Germánico
-ante una cruz iluminada por 1.350 cirios-, se ha convertido tanto en una fecha
histórica como en el inicio del Renacimiento carolingio.
Tras el desmoronamiento de la Pax
romana un mosaico de pueblos bárbaros gobernaba Europa, cada uno con su
propia lengua y escritura. Tuvieron que transcurrir varios siglos para que
surgiera un caudillo que unificara bajo su égida aquel batiburrillo de naciones.
Y aquél no fue otro que Carlomagno,
el rey de los francos y los lombardos. Al cabo de un corto periodo de tiempo su
Imperio abarcaba desde el Danubio hasta el Ebro oriental y de Francia a la
Italia del norte.
Carlomagno
Lo primero que llevó a cabo el emperador fue asentar firmemente su auctoritas en todo su vasto poderío. No
obstante, comprendió que sus documentos tenían que ser legibles para que la
máquina de su absolutismo funcionara debidamente. Es entonces cuando aparece un
personaje que va a ser clave en la revolución cultural carolingia: Alcuino de York. Éste monje inglés en
su viaje a Italia se encontró con el emperador en Pavía. Tras su entrevista
aquél le nombró Maestro de estudios.
Alcuino se encargará de crear
una escritura unificada, que fuera comprendida en todo el imperio. De la fusión de la caligrafia cursiva romana
y de la semiuncial de los insulares (irlandeses e ingleses) nace la carolina,
que reemplazará al resto de tipos de letras hasta el advenimiento de la
imprenta.
Alcuino instruyendo a los monjes de San Martín de Tours
La escritura carolingia estaba compuesta:
·
Por letras de forma casi fijas, pequeñas, de la misma altura
todas ellas, con palos y perfiles que daban a la página una fisonomía
característica.
·
A aquel efecto ayudaba la separación de las letras, que
aportaba la necesaria luz de los blancos.
·
Se utiliza las letras capitulares para emplearlas como
mayúsculas -en la carolina todas las letras eran minúsculas- y la uncial para los títulos.
Escritura carolingia
En fin, se trataba de una
letra clara con influencias romanas e inglesas. Una letra de escritura rápida y
fácil lectura. Lo mismo servía tanto para redactar los edictos imperiales como
para escribir libros litúrgicos o copiar las traducciones de textos clásicos
greco-latinos llevadas a cabo por la turba
scriptorum (copistas) de los monasterios y las escuelas palatinas.
Capitular "R" iluminada en un manuscrito del siglo X, que se conserva en la catedral de Canterbury
En nuestro país fue tardía la
utilización de la carolina. Su implantación -como era de esperar- comenzó en
Cataluña -la Marca Hispanica del
Imperio carolingio-. Con el tiempo se extenderá al resto de la Península hasta
llegar a ser la escritura que suplantará a la visigótica, hasta entonces
dominante, tanto en los monasterios como en las cancillerías.
Texto: Javier Pelaz
Bibliografía:
"El Arte de la Escritura". RBA Colecionables.
Fascículos 1 y 3. EDITEC. Barcelona. 2004
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