lunes, 20 de enero de 2014

INICIACIÓN A LA SIMBOLOGÍA ROMÁNICA


                                                               LA PORTADA(1)

    En lo que atañe a la construcción de la iglesia, seleccionaremos un único símbolo, el de la portada. Las relaciones simbólicas de la iglesia románica están unidas a la multiplicidad de los aspectos que se refieren a la unidad transcendental tantas veces señalada en el curso de esta obra. Podemos distinguir tres aspectos diferentes: cosmología, teología y mística. La importancia de la portada es inmensa, puesto que es la que da acceso a la revelación; sobre ella se refleja la armonía del Universo. Temas del Antiguo Testamento y del Apocalípsis, como Cristo en majestad y el Juicio Final, acogen al peregrino y a los fieles. Suger decía a los visitantes de Saint Denis, que convenía admirar la belleza de la obra realizada, y no la materia de la que había sido hecha la puerta.  Añadía que la belleza, que ilumina las almas, debe dirigirlas hacia la luz de la que Cristo es la verdadera puerta (Christus janua vera).

  El símbolo de la Puerta es con frecuencia retomado por los autores románicos. Jerusalén tiene dos puertas, escribe Hugues de Fouilloy, por las cuales entramos tanto a la Iglesia como a la vida eterna. Se cuenta –continúa diciendo- que las puertas de Jerusalén se unen considerablemente a la tierra cuando los prelados de la Iglesia se delectan en el amor de las cosas terrenales; y, en cambio, ellas se alzan hacia el Cielo cuando buscan las cosas celestiales. La puerta del templo conduce a la vida eterna. Cristo dijo: “Yo soy la puerta, y el que entra por mí será salvado”. Siguiendo la misma línea, Guillaume de St.-Thierrry llegará a escribir: “¡Oh!, Vos, que habéis dicho: Yo soy la puerta …, muéstranos con total evidencia de qué hogar sois la puerta, cuándo  y quiénes son a los que Vos se la abrís. La casa de la que sois la puerta es … el Cielo, donde vuestro Padre habita”!. La Virgen es llamada también, “Puerta del Cielo”.

                                            Portada  de Santa María de Piasca (Cantabria)
   En la arquitectura románica, la portada juega un papel preponderante. Ella presenta una especie de síntesis, suficiente en sí misma, para proporcionar una enseñanza. T. Burckhardt ha insistido en la importancia de la combinación de la puerta y de la hornacina.  En ésta cree descubrir la imagen reducida de la “caverna del mundo"; corresponde, según él, al corazón de la Iglesia y llega a ser el lugar de la Epifanía divina, ya que coincide con el simbolismo de la puerta celeste, a la que designa un doble movimiento: el de introducir las almas en el reino de Dios, que prefiguran un movimiento ascendente y el dejar, a la vez,  descender sobre ellas los mensajes divinos.

  Los monjes cluniacenses innovarían la portada llenándola de imágenes tal como se ve en Charlieu, Vézelay, y en la catedral de Autun y en otras muchas construcciones. Los maestros de obras de las primeras iglesias cluniacenses heredaban una tradición decorativa. Deseaban menos crear algo nuevo que perpetuar los recuerdos de la Galia romana y carolingia. Ahora bien, entre las reminiscencias clásicas, la de los capiteles corintios, era la más viva. Esta corriente principal de la tradición se inspiraba con frecuencia en el arte de iluminar los “beatos”.


Traducción y foto: Javier Pelaz. Santander

(1)“Initiation à la symbolique romane". Marie-Madeleine Davy. Flammarion, 1976

2 comentarios:

  1. La Puerta... una vez la cruzas ya no hay vuelta atrás.

    Felicidades por tu blog, otro "compañero" en el románico virtual.

    Abrazines

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