miércoles, 26 de febrero de 2014

ERMITA SEMIRUPESTRE DE SAN PANTALEÓN

      La comarca cántabra de Campóo-Los Valles es el punto más meridional de la región, donde el Ebro -recién alumbrado- se despide de estos predios para seguir su andadura por las vecinas parameras calcáreas del norte de Burgos.
                                                      El peñasco de San Pantaleón
 
      Gracias a la litología del terreno, compuesta por rocas de carácter blando (areniscas granudas y tobas calcáreas), que permiten su fácil excavación manual con herramientas simples, el municipio de Valderredible tiene en su haber una treintena de iglesias rupestres con un doble sentido: religioso y funerario. Respecto a este último destaca de manera inequívoca la ermita semirupestre de San Pantaleón, -a escasos metros de la localidad valluca de La Puente del Valle- en la que aún se conserva una importante necrópolis altomedieval con unas cien tumbas antropomorfas.
                                                Escaleras de acceso al recinto litúrgico
 
      Además, en el extremo occidental del mismo recinto funerario, existe una plataforma rocosa tallada, donde se limita un probable lugar litúrgico, "formado por una sola nave rectangular y un ábside también rectangular" (Bohigas Roldán). El acceso es por medio de una escalinata excavada en la roca, de la que aún es apreciable algunos de sus peldaños. Aunque se tilde de semirupestre no hay que desechar la idea de que en sus orígenes pudiera haber sido totalmente rupestre.
                                                            Litografia del terreno
 
      Fue un lugar desconocido hasta hace unos años, cuando, a raiz de las primeras excavaciones arqueológicas, se dieron a conocer los primeros resultados de los aquellos trabajos. Entre otras cosas, se dice que "este lugar de San Pantaleón, con su iglesia semirupestre y tumbas antropomorfas, es clave para determinar la evolución del Rupestre en Valderredible." Por otra parte, los hallazgos permiten  afirmar que la iglesia cuenta con elementos del periodo Calcolítico, de la Edad de Bronce y de la etapa altomedieval.
                                         El Ebro a su paso por La Puente del Valle
 
      Entre !998 y 1999 se realizaron dos campañas de excavaciones en la ermita y su entorno, con que se comprobaron la existencia de una construcción semirupestre con muros excavados en la roca y la parte superior construida con aparejo de mampostería, madera, teja y, en el interior, enlucido, con restos de un rebanco adosado al muro, algo habitual en las iglesias rupestres de la zona (Arroyuelos).
 
                                                      Restos de la antigua ermita
      Asímismo se descubrió, que en el costado sur, entre la puerta y los escalones, existió un exiguo nártex, techado sobre postes de madera.
                                                     Tumbas de distintos tamaños
 
      Es interesante también destacar la necrópolis con tumbas antropomorfas de distintos tamaños en los lados este y sur de la ermita y un conjunto de cubículos excavados, que confirma la posibilidad de que nos encontramos ante un conjunto eremítico de una cierta importancia, en torno al año 1000.
 
                     (Al fondo La Puente del Valle)
 
Texto y fotos: Javier Pelaz. Santander
 
Bibliografía:
 
Bohigas Roldán, R. vv. "Cuevas artificiales de Valderredible. Santander" Sautuola, III, pp. 286-287 y 291
Gutierrez López, B. "La Colegiata de San Martín de Elines". Colegiata-Parroquia de San Martín de Elines. 2005, pp. 36-37
Bohigas Roldán, R. "Los yacimientos        arqueológicos medievales del sector de la Montaña Cantábrica". 1986. T. I, Monografias Arqueológicas, A.C.D.P.S., pp. 191-193
Informe del conjunto arqueológico de época medieval de "San Pantaleón" (La Puente del Valle)-Valderredible). Excavaciones 1998-1999
 
 
                                                          

martes, 25 de febrero de 2014

LOS CANTEROS (en la época románica)*


 

      El capataz (le maître d´oeuvre) representa un papel importante, es el arquitecto que preside la construcción de la iglesia. Pero es un término bastante genérico, que no concierne únicamente al que levanta los planos. El arquitecto, en el sentido en que lo entendemos habitualmente, está frecuentemente indicado en la Edad Media bajo el nombre de maître maçon (maestro de obras)(1).

      Según Boecio la ejecución (de la obra) tiene que estar supervisada por el arquitecto.  A él le corresponde utilizar el compás. Las herramientas de aproximación corresponden a los cinco sentidos y los instrumentos de precisión a la razón. ¿No es el logos quien, durante le época románica, tiene la correcta percepción de las relaciones? La llana(2), por su forma, presenta todavía un símbolo trinitario.

      Los monasterios benedictinos y los de origen benedictino son –lo hemos dicho ya- extremadamente numerosos, si se refieren a la reforma ya de Citeaux o aún de Cluny. En su conjunto constituyen verdaderos pueblos, totalmente se bastan a sí mismos y comprenden artesanos, desde el panadero hasta el iluminador (de códices). Por lo tanto, es normal ver alrededor de los monasterios talleres de copistas de manuscritos y de escultores. Los canónigos regulares de san Rufo tenían un renombrado taller y el Cabildo de Notre-Dame-des-Dons de Aviñón guardará rencor con aquéllos durante mucho tiempo por no querer prestarle algunos de sus artistas.

      En la época románica la arquitectura conocía un importante desarrollo; alrededor de las diferentes abadías se agrupan talleres de albañiles y de canteros. Los monjes benedictinos ejercen a este respecto una influencia incomparable; más aún ocupan un lugar decisivo en la historia: transmiten la tradición.

      Fieles a los antiguos usos, los canteros viajan. Matila Ghyka ha hablado precisamente  de los desplazamientos de los constructores y de los intercambios efectuados con los arquitectos árabes(3). Toledo crea un contacto con la tradición griega y bizantina.

      Es el momento en que se forman las sociedades laicas. Los miembros de las cofradías se reúnen, circulan y poseen verdaderas corporaciones. No hay que confundirlos  con las escuelas de arquitectura dependientes de las abadías. Franz Rziha(4), estudiando un documento de la Deutsche Bauhütte, ha podido señalar los diferentes grupos de arquitectos. Entre una importante lista de siglas, examina varios signos lapidarios de la época románica, como el cuadrado cruzado de un cuadrifolio. Sabemos, por otra parte, que la rodilla descubierta de Cristo sedente es a la vez un signo de iniciación y la firma de una asociación. El laberinto y el pentágono estrellado constituyen también la firma de un taller.

                                        Obreros en plena ejecución
 
      Con ocasión de su recepción, cada taller de piedra recibía un “signo” que sería su firma. Este “signo” no correspondía a su nombre, sino a su corporación. Ésta comprendía tres grados sucesivos: aprendices, oficiales y maestros.

     Si las corporaciones o gremios poseían sellos regularmente transmitidos, el hecho es que entre los monjes el anonimato más absoluto es generalmente observado. Los monjes firman raramente, cuando son maîtres d´oeuvre y canteros, con una figura indicando una corporación. Sin embargo, conocemos algunos nombres como los de Adam, monje de Saint-Benoît-sur- Loire y maître d´oeuvre de su propio monasterio; de Achard, maestro de novicios y arquitecto; de Geoffroy d´Ainai, que no solamente se ocupa de la construcción de abadías sino que es enviado a Inglaterra para dirigir las fundaciones cistercienses. La costumbre de los cistercienses no autorizaba a los monjes ayudar a otras órdenes religiosas; debían velar en la construcción de sus conventos y éstos fueron numerosos en el siglo XII. Otros monjes colaboraban con gusto en otras fundaciones distintas. Así vemos a un Jean de Vendôme, arquitecto y monje, ofrecer graciosamente su talento. Por sus concepciones estéticas, Rupert, abad de Deutz, ejerció una gran influencia sobre los artistas de su tiempo; dirigió los trabajos de decoración de la iglesia abacial. Gracias a él, el arte de las miniaturas gozó de un gran éxito en los monasterios. Sus obras teológicas muy extendidas en el siglo XII, se inspiraron en motivos escultóricos. Fue quizás el primero en representar la trinidad como un Gnadenstuhl(5). El Padre sujeta la cruz de Cristo y el Espíritu Santo está entre los dos o a veces sobre la cabeza del Padre.

                                              Cantero en su taller
“Cuando la iconografía se trasforma, cuando el arte adopta temas novedosos, es que un pensador ha colaborado con los artistas.”Esas palabras de Émile Mâle en el “Arte Religioso del siglo XII”(6) es de una importancia fundamental, ya que precisa la colaboración estrecha de escritores y artistas, influencia que proviene no solamente de innovadores, como Suger, sino de místicos que, independientes de las formas, los engendran sin embargo por la descripción de las imágenes de las que ilustran sus pensamientos. A este respecto, san Bernardo jugó aquí un papel importante, debido a la influencia ejercida por sus obras(7).

                                                  Marca lapidaria
 
      Sería difícil escribir la historia de los constructores de la época románica. Los documentos sobre este tema son restringidos, sobre todo cuando se trata de chantiers monásticos. La tradición conservada durante mucho tiempo secreta se transmitía verbalmente en el interior de las corporaciones. La visión que podemos tener de ello nos permite no obstante reconstituir las grandes líneas de estas escuelas de constructores, que son escuelas también de estudios del símbolo.

Traducción: Javier Pelaz. Santander

*”Initiation à la symbolique romane”. M. M. Davy. Flammarion. 1977.

(1) L. Lefrancois-Pillion, “Maîtres d´oeuvre et  tailleurs de pierre des cathedrales”, Paris. 1949, p. 14

(2) N.T.: Herramienta de albañilería

(3) “Le Nombre d´Or”; t. II. Les Rites, 1931, pp. 48-49

(4) Fr. Rziha. “Studien über Steimtz Zeichen”, Wien. 1883. Ver también la obra del abad Grandidier, “Essais historiques et topographiques sur l´église cathédrale de Strasbourg”. 1893

(5) Cf. F. Beitz, “Rupert von Deutz, Seine Werke und die Bildende Kunst”, 1930. Digamos que es un motivo que será copiado en el arte gótico.

(6) Paris, 1940, p. 151

(7) Anne Marie Armand se doctoró por la Escuela de Louvre con la tesis “Saint Bernard et le renouveau de l´iconographie au XIIe siècle”, Paris, 1944, 107 pp.  

 

 

domingo, 23 de febrero de 2014

HITOS ROMÁNICOS EN LA "VIA PODIENSIS": de AUBRAC a LECTOURE (1ª Parte)

      Una vez dejado atrás Aubrac reemprendo mi andadura. En una franja de 350 kilómetros -hasta recalar en Lectoure- los enclaves románicos son más profusos y algunos de ellos bien conocidos por los aficionados. 
                                         La Via por el puerto de montaña de Aubrac
      Las dificultades, empero, son duras cuando se conjugan la soledad y la fatiga, amortiguadas, en parte, por la visión de un paisaje irrepetible de la Francia rural y profunda, entretejido con vastos campos de cereales, viñedos por doquier en las laderas de las colinas y amplias parcelas de árboles frutales marcialmente alineados y todo ello surcado por las corrientes fluviales del Lot, Tarn y Garona, entre los más importantes.

                                                                       "Genciana",    

      Por un sendero jalonado por una diversidad de plantas silvestres de alta montaña -la genciana, en especial- arrivé a la localidad de Sait-Côme d´Olt, donde se ubica la Capilla de los Penitentes, mas en el siglo XI ó XII figuraba con nombre distinto: Saint-Pierre de la Buysse. Vestigios de la época románica son los canecillos iconográficos, la singular espadaña y el relive de un crismón en el antipendio del altar mayor. En la actualidad acoge de manera permanente una exposición sobre la vida y obra del arquitecto, Philibert de l´Orme, creador del tejado en caréne (quilla de barco).

                                                    Iglesia de St.-Côme d´Olt
   Más adelante, a un kilómetro de Espalion, se erige la iglesia de Perse declarada Monumento Histórico. Data del periodo, s.XI-XII, y bajo la advocación de saint Hilarian. La fábrica se halla en el centro del cementerio municipal. A primera vista atrae al visitante el tímpano de la portada, esculpida con temas de Pentecostés y del Juicio Final. En el muro meridional aparece un relieve tosco de la Epifanía. La cornisa se sostiene con una serie de canecillos iconográficos. En el interior, el presbiterio se cubre con bóveda de medio punto y el ábside -de cinco lienzos- con bóveda de horno. 
                                  
                                                                          Espalion 

      Bordeando la margen izquierda del Lot alcancé, al poco rato,la aldea de Bessuéjouls. En un terreno herboso se alza la modesta iglesia de San Pedro, pero lo que la embellece es su torre-campanario. Viéndola a cierta distancia recortada al alba sobre un cielo límpido sentí la necesidad ineludible de fotografiarla con mi cámara de bolsillo. El piso superior de la torre abriga una capilla dedicada al arcángel San Miguel. Este reducido espacio, que se accede por dos escaleras simétricas de piedra, es una de las joyas del románico de la comarca de Rouergue.  En un folleto explicativo me enteré de su origen carolingio. El aparejo es de arenisca rosa, pero lo más apreciado del exiguo habitáculo es su decoración. Los trenzados de cestería de los cimacios de los capiteles y las cestas de éstos con sirenas y centauros maravillan al contemplarlos a tan corta distancia. El muy bello altar románico ofrece igualmente una decoración de gran calidad, siendo los protagonistas los dos arcángeles: Miguel y Gabriel.
                                                                Bessuéjouls

      Tras un descenso largo por una pista pedregosa y zigzagueante, alcancé la villa medieval de Conques. Su monumental iglesia abacial de Sainte-Foy figura en la mayoría de los manuales de arte como paradigma del románico pleno. En el Medievo ganó su fama por ser un centro de peregrinación y uno de los enclaves  señeros del Camino santiagués (Via Podiensis). Su historia primigenia empieza con la llegada de un ermitaño llamado Dadon a quien se le unió -al poco tiempo- un tal Meldradus y sucesivamente otros hasta fundar una comunidad suficiente para erigir una primera iglesia. Los reyes carolingios favorecerán al monasterio con suficientes donaciones y privilegios.

                                               Arquería de la torre-porche de Bessuéjouls
      Al llegar a la explanada de la basílica me topé con la espectacular y archiconocida portada de la que sobresale su tímpano bastante compresible a pesar del número excesivo de personajes (108) y la variedad de escenas del Juicio Final. Es similar a la de la iglesia de Perse, pero en pantalla grande.

      En su interior destaca tanto el programa iconográfico de los capiteles como las rejas de hierro forjado cerca del presbiterio, -con la particularidad de que fueron realizadas con las cadenas aportadas por de los cautivos liberados como ofrenda a la Santa-, uno de los más bellos ejemplos de artesanía románica.
                                                   Detalle de la capilla de San Miguel

      Tras la cena en el albergue del monasterio, regido por los monjes premostratenses, me enteré que uno de ellos explicaría el tímpano a primeras horas de la noche. Cuando el guía comenzó sus comentarios de la portada  ya se había formado un nutrido grupo de oyentes. De izquierda a derecha el monje fue analizando con todo lujo de detalles cada personaje presidido en el centro por  Maiestas Dei: a su diestra los bienaventurados y los réprobos a la siniestra.

      Finalizada la exposición se abrió al público la galería superior de la nave. Desde las alturas se descubren tanto perspectivas sorprendentes del interior del templo como la belleza plástica de los capiteles -al alcance de la mano- e iluminados de una manera correcta.
                                                      Fachada principal de la basílica    
                                              
      A la mañana siguiente, antes de partir, me dediqué a visitar el museo de la basílica. Reúne una intreresante colección de objetos litúrgicos de gran valor no tanto material como artístico. Pero la protagonista no podría ser otra que la propia Ste-Foy. En una estatua de 85 cm. de altura ornada con piedras preciosas, entalles, camafeos y diversos añadidos se guarda en la cabeza del personaje sedente sobre un trono las reliquias de la mártir. Continúo anotando en mi cuaderno lo que apunta el panel informativo al respecto: la cabeza de oro es una obra reutilizada; el cuerpo de madera y algunos fragmnetos de oro del vestido son de época corolingia, mientras que el trono, la corona y los orifrés de filigrana son posteriores al año 985.   

      Al sur de la basílica se halla lo que queda en pie del antiguo claustro. Fue levantado en tiempos del abad Bégon. Pero la joya del recinto es un enorme pilón de fuente de Puech de Voll, cerca de la localidad de Firmi. Bajo el bordel del brocal, entre las dieciocho columnitas, pequeñas máscaras de monjes y animales reflejan un semblante risueño.
                                                        Parte central del tímpano

      Las fuentes de Cayssac y Plô completan el programa románico de la villa. La última se ubica en la explana de la basílica. Datada en el s.XII en un manuscrito del Liber Sancti Jacobi refiriéndose a ella de la siguiente manera: "sus aguas con virtudes admirables apagaban la sed de los peregrinos". La otra, del mismo siglo, tiene una puerta de medio punto que da sobre un recipiente cuadrado. Las pilastras de la rosca se rematan con capiteles fitomórficos. La clave de la bóveda es circular con la representación de la figura de Cristo.
 
                                                    Capitel del antiguo claustro
   
       No se debe, empero, dejar de visitar el museo de Joseph-Fau, en un edifico frente a la fuente de Plô. Allí están reunidos una buena parte de los capiteles del antiguo claustro románico.
 
                                                     Galería superior de la basílica

      No quisiera finalizar mi estancia en la villa sin antes contar el rapto de la reliquias de Sait-Foy. Éstas se encontraban en tiempos de Carlos el Calvo en un monasterio de la localidad de Agen. Como los monjes de Conques no tenían ingresos económicos por no poseer reliquias de santo que atrajeran a devotos, planearon, entonces, el robo de las reliquias del cercano cenobio de Agen. Para ello enviaron en el año 866 a un monje, de nombre Ariviscus, para que ejecutara la fechoría. Éste se hizo pasar, al principio, por novicio y durante ocho años llevó una vida ejemplar como monje. Aprovechándose de la confianza depositada en él por el resto de la comunidad sustrajo, con nocturnidad, las referidas reliquias y las depositó en el monasterio de Conques. A partir de entonces comenzó el auge económico del monasterio.

                                                               Fuente de Plô

                                     
                                                             Relicario de Ste.-Foy

Texto y fotos (menos la de la estatua de Sainte Foy): Javier Pelaz. Santander 

     

  
 
     

lunes, 17 de febrero de 2014

SOBRE LOS MONASTERIOS Y LAS TEORIAS ANARQUISTAS



      Siempre me han llamado la atención los monasterios medievales, por lo que estos representaron en la conservación del saber y de la cultura, en tiempos especialmente convulsos y violentos.  Quizás esta atracción que me provocan esté bastante influenciada por lecturas de novelas como: “Los pilares de la tierra” de Ken Follet  ó “El nombre de la rosa”  de Umberto Eco. La regla benedictina, que a través de los monjes del Cluny y del Cister, se expandió por toda Europa, dio desde luego una unidad en los cultos y la liturgia, fundamental para la unidad y uniformidad de la Iglesia Católica , evitando herejías y desviaciones tan comunes en los primeros siglos (V al VIII ) de la Alta Edad Media .

       Pero no es a su importancia religiosa a lo que quería referirme,  sino a su sistema organizativo y a lo que supuso en la articulación del territorio en aquella época,cuando la presencia de la autoridad era a veces lejana y cambiante. Este aspecto tiene especial importancia en la España de la primera reconquista con su presencia, como punta de lanza, en los territorios más cercanos a los agarenos y como refugio a los primeros repobladores de las tierras re-conquistadas .

      La mayoría de las veces su fundación se debe a nobles, e incluso reyes , que los dotan de unas tierras y un patrimonio que les permitiera sobrevivir  autónomamente en un medio más o menos hostil. Poseen siervos y hombres libres incluso, que dependen del monasterio y generan las rentas necesarias para el sostenimiento de la comunidad. Por otra parte, los mismos monjes con su “ora et labora “   y su renuncia a todo tipo de propiedad hacen posible el mantenimiento de la comunidad como tal. 
                                           Plano del monasterio benedictino de Saint-Gall

     Es este aspecto de organización de la vida diaria y de su actividad lo que me llama la atención. Aparte de de sus obligaciones litúrgicas, que les ocupaban gran parte de su tiempo, cada uno de los monjes de la comunidad desarrollaba una labor acorde con sus aptitudes. Estas actividades van desde las de amanuense en el escritorio o bibliotecario, hasta las más prosaicas de cultivo de la huerta o cocinero.

     Recientemente  he leído un pequeño ensayo titulado “Anarquismo social o anarquismo individual , un abismo insuperable “ ,  en el cual el autor toma parte en la vieja diatriba anarquista de qué sistema se emplea para hacer realidad la vieja utopía anarquista de una sociedad horizontal,  sin jerarquías ni normas que coarten la libertad individual. La famosa declaración de Proudhon de “quienquiera que ponga su mano sobre mí para gobernarme es un usurpador y un tirano y lo declaro mi enemigo”,  hace casi imposible organizar una sociedad que pueda satisfacer  las necesidades más básicas del ser humano. Esta posición de Proudhon , que enlaza con J.J.Rousseau    en su concepción de que el hombre es bueno y la sociedad le pervierte  es seguida por muchos libre-pensadores en los que quizás domina un feroz individualismo y un concepto radical de la propia libertad  individual. La cita de Willian Godwinsolo existe un poder al que puedo rendir una obediencia sincera :la decisión de mi propio entendimiento, los dictados de mi propia conciencia“, proclama la suprema autonomía del individuo sobre la sociedad. 
                                                      J.J. Rousseau, autor del "Contrato social"

    Aquéllos son, sin duda, los seguidores del anarquismo individual. Su proposición de articular (y no digo organizar a propósito) la sociedad a través de lo que primero Rousseau llama “ el contrato social “ y después Proudon "contrato entre artesanos, productores, cooperativas y comunas" es ferozmente atacada por los anarquistas sociales tachándola de ineficaz y pueri. Entre éstos destacan Bakunin y Kropotkin, que proponen un enfrentamiento frontal con la autoridad establecida y una solución claramente colectivista, que en muchos casos deriva en el comunismo. Es lo que dio lugar al comunismo libertario, que cayó en los mismos vicios que combatía, pues se acabó jerarquizando y organizando, lo que contradice parte del viejo lema anarco: “ni Dios , ni patrón, ni organización” . El autor del ensayo ,se acaba poniendo de parte de los anarquistas sociales, pues cree que el anarquismo individual es una especie de “brindis al sol” y que es necesario tener una mentalidad colectiva para dar lugar al establecimiento de la utopía anarquista.  

      Despues de esta pequeña reflexión sobre teoría anarquista y vida en los monasterios, quiero llamar la atención sobre ciertas similitudes ( divergencias también hay , y muchas ) entre la forma organizativa de una comunidad en el monasterio y una comuna . Aparte de los aspectos religiosos, los monasterios tienen lo que se llama el Capitulo (recordemos la belleza de algunas de las salas capitulares de los monasterios que hemos visitado), donde los monjes deciden  asambleariamente los asuntos de convivencia diaria y las acciones a tomar . Si esto no es el movimiento asambleario de toma de decisiones que se empleó en las comunas se le parece bastante.
 
Configuración de un monasterio medieval
     Por otra parte si analizamos las propuestas de “contrato social “ entre el individuo y el grupo, veremos ciertas similitudes con el reparto de funciones en el monasterio. El abad es elegido entre todos los monjes. Éstos se comprometen a obedecerle y él a protegerles tanto física como moralmente. Como se ve se parece también un contrato de convivencia, donde una parte cede soberanía a cambio de algo. Se reparten las funciones dentro de la comunidad (sea religiosa o social) para hacer posible la subsistencia.

Scriptorium
      El monasterio es una comunidad autónoma dentro del organigrama de la Iglesia , que si no es en materia de fe, toma sus decisiones sin ningún tipo de trabas. En los tiempos de la Alta Edad Media,  además, por las características especiales de la época, su grado de autonomía era casi total y,  a veces, eran ellos mismos la autoridad, no sólo religiosa sino también política y, desde luego moral y cultural.  Este aspecto se ha ido perdiendo a partir del siglo XIV y, aunque los monasterios siguen siendo un refugio de cultura, en algunos casos la autoridad les ha subyugado y es una parte más en el entramado eclesiástico.

      Aunque el viejo lema de “ ni Dios , ni patrón , ni organización “, desde luego no casa con el principal cometido de los monasterios, sobre todo en la primera parte del axioma;  piénsese también que en la Edad Media era impensable un “sin Dios “ y que el movimiento anarquista nace mucho más tarde (para mí Rousseau es el primero), cuando la Iglesia se había convertido en una parte más del poder y, por tanto, de la autoridad, siendo el antiautoritarismo un componente esencial de las teorías anarquistas.

                                          Comentario al Apocalipsis de Fernando y Sancha
    
      Por último quisiera resaltar la similitud del voto de pobreza individual del monje, todo es de la comunidad; con la proclama de Proudhon: “La propiedad es un robo“.
Texto: Tomás Lozano. Santander.

Bibliografia

Anarquismo social o anarquismo personal. Un abismo insuperable,  de Murray Bookchin. Editorial Virus.

viernes, 14 de febrero de 2014

HITOS ROMÁNICOS EN LA "VIA PODIENSIS": de LE PUY-EN-VELAY a AUBRAC

      Si en mi anterior crónica describí de forma sucinta los monumentos románicos de la ciudad de Le Puy, antes de emprender mi andadura por el antiguo camino compostelano, otrora conocido como Via Podiensis, a continuación voy a describir -a guisa también de cuadro suntuario- los más sobresalientes edificios románicos jalonados a lo largo de un tramo de más de un centenar de kilómetros que discurre desde Le Puy hasta Aubrac.
    Ermita de San Roque
 
      Las fábricas románicas emplazadas en el trayecto son como balizas pétreas que indican al caminante la dirección correcta. Éste se irá topando con un conjunto de edificios variopintos como: humildes ermitas apostadas al borde del camino, capillas de aldeas sitas en parajes agrestes, torreones en altozanos rocosos e iglesias bien macizas en capitales de concejo. En unos casos serán de granito, en otros de basalto, según si uno discurre por los montes de la Margeride o de Aubrac, respectivamente. Los tejados de muchos templos, si no la mayoría, están cubiertos por lauzes, placas de basalto recortadas y dispuestas, cual escamas de un ofidio. Son su sello de identidad.
 
      En la localidad de Saint-Cristophe-sur-Dolaison, a 900 metros de altitud, lo primero que se divisa es la espadaña de la iglesia, resaltada con cuatro troneras rematadas con piñones. El edificio es del siglo XI. Llama la atención el color rojizo de sus muros de brecha volcánica. La portada es de arco doblado con un par de arquivoltas. Una torre cilíndrica se adosa a los pies. En el exterior del muro meridional se abren tres llamativos arcosolios. La planta es de una sola nave con bóveda de cañón. El arco triunfal es de medio punto asentado sobre columnas exentas rematadas con capiteles ornados con detalles vegetales. El ábside, de bóveda de horno, está recorrido por seis arcos de medio punto, algunos de ellos ciegos.
                                                       Saint Cristophe-sur-Dolaison
 
      Más adelante, antes de recalar en la aldea de Montbonnet, surge en un claro del bosque la ermita de San Roque. Fue edificada en el siglo XII. La construcción es compacta con espadaña de tres troneras. En el interior, los estilos se yuxtaponen: el arco triunfal es mitrado, el crucero está abovedado de ojivas cuando la nave es de bóveda de cañón.
 
      Sobre un promontorio y dentro de un recinto amurallado se erige la iglesia de Saint-Privat d´Allier. Es de planta basilical, cuya nave central se divide en cuatro tramos cubiertos de bóvedas de aristas. Éstas recaen sobre pilares macizos rematados con capiteles con decoración vegetal. El ábside es de siglo XII, ornado con una serie de arcadas de medio punto que se apean sobre columnas rematadas con capiteles de hojas de acanto muy detalladas.
                                                               Saint-Privat de Allier
      Tras un camino muy sinuoso y en cuesta se llega a la aldehuela de Rochegude sobre una cota  de 967 metros, en donde se levanta la ermita de Saint-Jacques, sólidamente anclada sobre una roca y al borde de un talud en caída libre sobre el río Allier. Junto a ella permanece en pie el donjon del antiguo castillo. Es un paraje de apacible belleza.
                                            Ermita de San Roque de Rochegude
 
      En la villa de Sauges se yergue la colegiata de Saint-Médard en la que aún quedan restos románicos de la primitiva fábrica del siglo XII: el campanario-porche octogonal y los capiteles como las columnas del lado derecho de la nave. Lo más sobresaliente es una talla policromada del siglo XII de la Virgen sedente con el Niño con cara de adulto.
 
      Como centinela permanente de la inmensa planicie de la Margeride la torre de La Clauze, del siglo XIII, sobresale encastrada en una roca de granito, a corta distancia de la aldea de Grèzes. Tiene forma octogonal con leve inclinación hacia la izquierda.
                                                              Torre de Clauze
 
      Tras de dejar atrás un largo recorrido de efecto tobogán, a más de mil metros de altitud, aparece la localidad de Saint-Alban-sur-Limagnol. La iglesia está fechada en el siglo XII. Lo más importante a reseñar del exterior es la cabecera con arcadas armoniosas bajo un techo redondeado. En el interior, la nave, en cañón, está dividida en cinco tramos. El ábside con bóveda de cascarón se ilumina con cinco ventanas en derrame a las que rodean bellas arcadas de arcos de medio punto asentados en columnas con capiteles grabados con grifos, sirenas y un centauro apuntando con un arco.
 
      Caminando por parajes salpicados con caprichosas formaciones graníticas y continuas ondulaciones del terreno se recala en la localidad de Aumont-Aubra. Lo único que permanece románico aún en la iglesia de Saint-Etienne es el ábside con capiteles fitomórficos.
 
      En cambio, la iglesia de Nasbinals, cabecera del concejo, es una de las más interesantes del trayecto. Su construcción comenzó en las postrimerías del siglo XI. Sobresalen los sillares de granito oscuro de sus muros exteriores. Otra de las características que la define son los siete arcos de medio punto del ábside y el sólido campanario octogonal . La portada es abocinada con arquivoltas apeadas sobre capiteles iconográficos, como la lid entre dos guerreros: uno con lanza en ristre, el otro con arco.
                                                           Iglesia de Nasbinals
 
 
Mi tramo del camino acaba en la localidad de Aubrac. De su antiguo monasterio-hospital, comenzado en 1120, sólo queda en pie la iglesia. La historia de la edificación del complejo es bastante curiosa. Un noble flamenco, de nombre Adalard, se dirige en peregrinación a Santiago de Compostela. Informado de la peligrosidad que entraña viajar por estos pagos promete si volviera sano y salvo del peregrinaje construir un refugio para caminantes. Al atravesar los montes inhóspitos de esta zona fue asaltado, a la ida, por unos bandidos y, a la vuelta, sorprendido por una tormenta de nieve. Como de ambos sucesos salió ileso volvió al lugar para satisfacer su deuda. Fundó, por tanto, un monasterio-hospital dedicado a la Virgen de los Pobres, para acoger, alimentar y cuidar a toda clase de personas. Aún se conserva en la iglesia la campana que en los días de niebla y nieve guiaba a los viajeros perdidos por estos andurriales. Era conocida como: “María, la campana de los extraviados”.
 
                                                                         Aubrac
 
Texto y fotos: Javier Pelaz. Santander

lunes, 10 de febrero de 2014

LE PUY-EN-VELAY, CABECERA DE LA "VIA PODIENSIS"

      En la "Guía del Peregrino Medieval" del monje, Aymeric Picaud, -la más antigua en su género-, incluida en el Codex Calixtinus, se perfilan los cuatro itinerarios, que por tierras galas conducían a los jacquots hacia los Pirineos. Uno de aquéllos es el que se iniciaba en Le Puy-en-Velay, ciudad perteneciente, en la actualidad, al departamento francés de Haute-Loire. El trayecto cruza las localidades señeras de Conques, Figeac, Cahors, Moissac...finalizando en Ostabat, cerca de St.-Jean-Pied-de-Port. Es la llamada Via Podiensis. En la actualidad todo el largo itinerario (supera los 800 km.) está catalogado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

                                             Notre-Dame de Le Puy-en-Velay


      Hace unos veranos me trasladé a la localidad de Le Puy. Mi intención no era otra que realizar a pie la referida Via. Ésta parte de la plaza del Plôt de la ciudad, al igual que lo hacían en el Medievo los peregrinos provenientes en su mayoría de Borgoña, Alemania y Ginebra. Es una tradición que se remonta al año 950, cuando el obispo de la diócesis, Gotescalt, se dirigió como un simple romero a Santiago de Compostela. Algunos estudiosos del tema le consideran como el primero de los franceses en postrarse ante la tumba del Apóstol.
 
      La víspera de mi partida aproveché la ocasión para visitar los monumentos románicos de la ciudad. En primer lugar, destaca la catedral de Notre-Dame, de estilo románico con tintes orientales. Esa afinidad se percibe en la policromía de los sillares -en blanco y negro- de las portadas y vanos de la fachada occidental. En el interior continúa la misma similitud en la cubierta de la nave central con seis cúpulas sobre trompas octogonales.

   
                                                          San Miguel de Aiguille
 
      Me centraré en la descripción -lo más sucinta posible- de lo que aún perdura de estilo románico en un monumento que ha tenido a lo largo de su dilatada historia distintas ampliaciones y restauraciones. La portada principal no resulta llamativa. Está encuadrada por dos sencillas columnas. El interior es de planta basilical. Los muros del porche de For -antesala a la puerta que da acceso a la nave central- relucen las pinturas románicas que representan a santa Catalina de Alejandria y las Santas Mujeres ante el sepulcro. En el lateral opuesto, un fresco, cuyo protagonista es el arcángel san Miguel, también románico, y que según señala un folleto-guía es "la más grande pintura conocida en Francia del Arcángel". Adosada a la cabecera se alza la torre-campanario de siete pisos con arcos trilobulados. Aunque su inicio se remonta al siglo románico fue, empero, reconstruida enteramente en el siglo XIX.

      El claustro es un trasunto fiel del estilo bizantino e islámico. Aparte de ser un espacio de quietud y armonía arquitectónica, es lo más llamativo del recinto catedralicio. Fue erigido en las postrimerías del s.XI y comienzos del XII. Las arcadas del rectángulo se apean sobre pilares respaldados por columnas monolíticas exentas, que sustentan un mosaico de rombos multicolores (blancos, negos y rojos). La profusión de capiteles acogen en sus cestas un programa escultórico variopinto llamativo. La escena de la disputa de un abad y una abadesa por la posesión del báculo resulta ser uno de los más llamativos.
                                                         Claustro catedralicio
     
      Otro edificio románico de singular belleza no es otro que la iglesia de San Miguel encaramada sobre el peñasco de Aiguille, cual aguja de una catedral. Una portada marca el principio de la ascensión de 268 escalones hasta acceder al umbral de la singular fábrica. No es de extrañar que el escritor romántico, Prosper Merimée, definiera la iglesia como "especie de joya arquitectónica". La portada se abre con un pintoresco arco trilobulado decorado con follajes y rombos de colores vivos. Su interior se configura de forma circular, adaptándose a la cresta del peñón. Existe -a pesar de sus exiguas dimensiones- un deambulatorio.
                                                              Capilla de San Clair
    
      Finalmente, junto al peñón se ubica otro de los edificios del siglo XII, al que los apasionados románicos no dejarían de resaltar su originalidad. Me refiero a la capilla de San Clair. De modesto tamaño, la nave adopta la forma de octógono, cubierta por una cúpula y acabando la cabecera en semicírculo. Detalles fitomórficos y figurillas ornan los capiteles del recinto religioso.

Texto y fotos: Javier Pelaz. Santander




 
 
           
 
 

CELOSÍA PRERROMÁNICA DE SAN CIPRIANO DE PILLARNO (CASTRILLÓN-ASTURIAS)


      Otra más de esas delicias de piedra ocultas entre los muros de la modernidad, que han sobrevivido milagrosamente a diez siglos de avatares históricos. El archivo del monasterio de San Vicente de Oviedo atestigua la existencia de un templo dedicado a Santa Marina en Pillarno entre los siglos X y XI. Según estos escritos, en el año 971 el presbítero Gevoldo compró una heredad denominada “de Guiliulfo” a un matrimonio de este lugar, Pelayo e Inderquina. Allí fundó una iglesia que años más tarde, en 1064, suscitó un pleito presumiblemente entre los sucesores de los donantes iniciales y el heredero de la propiedad, también llamado Gevoldo, pleito resuelto a favor de este último con la condición de que a su muerte el templo se entregara al monasterio de San Vicente.

 




                                           Celosía de la antigua iglesia prerrománica
      La Catedral de Oviedo y el mismo monasterio ovetense ostentan la titularidad de otras posesiones en Pillarno  según documentos de 1079 y 1097. Algunas de ellas pertenecieron y fueron donadas después por la infanta Urraca, hija de Fernando y doña Sancha. Sin embargo, en ninguno de los documentos se menciona la actual advocación al mártir del siglo III san Cipriano de Catargo, patrón del templo parroquial actual, por lo que no puede confirmarse que la fundación de Gevoldo en el siglo X sea el origen de la parroquia moderna.

 




                                                           San Cipriano de Pillarno
      En 1936 un incendio destruye la iglesia anterior. En 1953 se construye la actual, en parte con piezas recuperadas de los escombros.Una pila benditera se sigue utilizando y alguna columna sustenta partes del edificio actual. Entre las ruinas hallan también una celosía prerrománica que se expone en la actualidad en una estancia dedicada a este fin, en el pórtico de la iglesia junto a una pila bautismal de factura moderna y protegida con una verja. Tallada en un bloque de arenisca tiene forma trapezoidal y mide 91cm. de altura, 86 de ancho y 14 cm. de grosor. Es una ventana geminada, con dos vanos rectangulares estrechos que coronan en arco de herradura muy cerrado, con parteluz de sección rectangular y destacadas impostas. Como única decoración presenta un rebaje de la piedra en el contorno de vanos y arquillos. Carece de  otros motivos ornamentales como pueda ser el frecuente sogueado. Existen ventanas semejantes en San Martín de Salas y San Miguel de Bárcena del Monasterio, y también en Galicia (Santa Eufemia de Ambía, Santa Catalina de Reza a Vella) y en Aragón (Uncastillo).

 




                                                             Pila de agua bendita
      No es posible retrotraerse al origen histórico de esta curiosa celosía, pero resulta indudable que perteneció a uno de aquellos templos de la Alta Edad Media asturiana compuestos de nave única y capilla cuadrada muy sencillos e indiferenciados de cualquier otra construcción salvo por curiosos elementos como una ventana ajimezada. Quizás la fundación de Gevoldo dedicada a Santa Marina guardase reliquias de san Cipriano y a ellas se deba la posterior advocación, o tal vez hayan existido dos iglesias y sólo la de San Cipriano sobrevivió como parroquia. Una inscripción conservada sí demuestra que el cercano templo de San Miguel de Quiloño contaba con reliquias de la santa.
Texto y fotos: Cristina Sánchez. Gijón 

Bibliografía:

Arte Prerrománico en Asturias.