viernes, 12 de septiembre de 2014

FORTALEZA CALIFAL DE GORMAZ


 
      Alcazaba del siglo X encaramada en lo alto de un cerro que domina el infinito paisaje de cuadrículas castellanas, que recorre el mítico Duero. Imponente destaca ya su silueta a lo lejos es inevitable sentir un súbito estremecimiento de emoción, ante la historia que atesora entre sus muros y almenas la fortaleza árabe de mayor envergadura de Europa.
 

         El cerro sobre el que se alza estuvo habitado desde la antigüedad  por los pueblos celtíberos, como es natural, pues la esbeltez del montículo  que ocupa casi en su totalidad, y las escarpadas laderas convierten la fortaleza de Gormaz en magnífico recinto para la defensa. Hacia el noroeste existió ya un pequeño castillo en el siglo IX, pero es Galib, general de Abderramán III, quien posteriormente construye la fortificación con el propósito de  consolidar la frontera con los reinos cristianos o "Marca Media". En este lugar organiza la base del poder militar musulmán y en Medinacelli los asuntos políticos. En el 975 Galib pelea con éxito contra leoneses, castellanos y navarros. Tres años después pasa a manos castellanas, durante seis años. Almanzor, alcaide de la fortaleza, se la arrebata a los cristianos en 983 y emprende desde aquí alguna de sus campañas. Fernando I la recupera definitivamente pasando a manos cristianas desde el 1060. En 1087 el Cid Campeador ocupa el cargo de alcaide. A medida que avanzan los reinos cristianos hacia el Sur el castillo de Gormaz pierde parte de su importancia estratégica y poco a poco es abandonada. Se utiliza como cárcel en la época de los Reyes Católicos.

 

       La fortaleza mide 450 metros de largo por 60 de ancho, sus murallas alcanzan una altura de 10 metros. Construcción árabe en su origen, también fue reparada y reconstruida a lo largo de los siglos por los sucesivos habitantes cristianos que la ocuparon. Sillares a soga y tizón en l,a base y mampostería a altura superior.

 

       La torre de Almanzor y la del Homenaje, modificada  ésta en el siglo XIV en estilo mudéjar, custodian el alcázar, lugar de residencia del alcaide y los señores del castillo. En el patio interior cisternas y aljibes aseguran el suministro de agua en caso de sufrir prolongados asedios. Una puerta en codo en la torre del homenaje dificulta el paso al alcázar en caso de ataque y un portillo cercano asegura una vía de escape si fuere necesario huir con celeridad. Desde el camino de ronda se vigilaba el recinto y, a día de hoy, siguen existiendo las escaleras y es posible recorrerlo y admirar el extraordinario flanco Sur de la fortaleza con sus 28 torres. En la explanada central, lugar que albergaría a las tropas, así como las cuadras, cocinas, almacenes, etc. se alza la entrada principal al castillo, una soberbia puerta de doble arco califal.

 

       Dispuestas entre las grandes fortalezas existen también en Soria una treintena de las denominadas atalayas, torres de vigilancia de planta cilíndrica ,construidas por el Califato, y situadas en puntos de gran alcance visual para controlar las rutas de comunicación. El material empleado es sillarejo de caliza, altura de unos 10 metros. La terraza superior permitía enviar y recibir señales luminosas mediante espejos o fogatas, o también acústicas al resto de atalayas y castillos durante las veinticuatro horas del día con gran eficacia.

      En la ladera Sur del cerro la ermita de San Miguel, de origen prerrománico, conserva unos excelentes frescos románicos, así como una pila bautismal cruciforme, que bien pudiera remontarse a época visigoda. Curiosos graffitis decoran los muros del templo. Por todo ello visita inexcusable para quien guste del arte y la historia de la Alta Edad Media, que a buen seguro se tornará inolvidable.
Texto: Cristina Sánchez. Gijón

Fotos: Javi Pelaz. Santander

 Bibliografía:

   Guía de lugares arqueológicos de Castilla y León.  Jesús del Val Recio, Consuelo Escribano Velasco. Junta de Castilla y Leó

Otras fuentes:
   Arteguías. http://www.arteguias.com/castillo/gormaz.htm

  

 

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