En los primeros días de otoño, con un tiempo espléndido, pero bastante fresquito, nos reunimos un sábado, a primeras horas de la mañana, en la explanada del Monasterio de Santo Domingo de Silos. Allí se encuentra
un nutrido grupo de socios de Asturias y Cantabria, País Vasco, Barcelona,
Madrid y Galicia. Una cuarentena de 40 AdR se han dado un madrugón, dispuestos a
disfrutar de una jornada que se anuncia muy densa e interesante.
Empezamos
con la visita del monasterio y del claustro
de Santo Domingo de Silos y tenemos como guía a César
del Valle, coordinador de las
visitas del Monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo y experto en
el románico castellano.
No me extenderé sobre los
detalles históricos y artísticos de tan
especial claustro, ya que se encuentran en muchísimos documentos y entre otros,
en los suplementos que nuestro compañero, Javi, envíó a los participantes.
Desgraciadamente,
al ser sábado, hay varios grupos de visitantes con las mismas intenciones, pero
posiblemente sin tantas ganas de estudiar todo en detalle como nosotros. Empujados por la izquierda y por la derecha,
con ritmos distintos o a contra corriente, optamos por dar doble vuelta (que no
arquivolta) al claustro y así podemos profundizar un poco. La faceta de
historiador de Cesar y las disquisiciones sobre las fechas de fundación de Silos y de Moissac ponen animación en los debates. Nos quedamos quizás
con ganas de examinar un poco más a fondo el aspecto escultórico de los
capiteles y de los machones. Nos llama la atención el machón de la
Anunciación-Coronación de la Virgen, ya de comienzos del XIII, en el que se ve el cambio de estilo que tiende al
naturalismo del gótico aunque César apunta
más bien hacia la influencia del clasicismo.
Nuestros
comentarios, un poco altos en decibeles,
molestan al grupo vecino y se
oyen cuchicheos de reprobación…
Terminamos
por la visita del museo que alberga piezas de gran valor artístico e histórico.
Camino
de San Pedro de Arlanza, nos detenemos en la Ermita de Santa Cecilia, en Santibáñez del Val, a tres km. de Santo
Domingo, una joya de estilo mozárabe-románico. Se sitúa junto al río Mataviejas en una posición privilegiada sobre una gran
roca, a una altitud de 950 metros. Junto a la Ermita se encuentra un puente
romano, unos merenderos y una fuente, formando
un conjunto precioso en un remanso de paz.
La ermita de Santa Cecilia es una de
las escasas iglesias mozárabes de la Península Ibérica. Consta de dos partes
diferentes: la nave con su capilla y ábside cuadrado sobre el que se levanta la
torre, de principios del siglo X y el pórtico agregado, del siglo XII, de estilo románico.
Seguimos con las animadas
controversias, esta vez sobre el alcance de las correrías de Almanzor y las
posibles ubicaciones del poblado del que dependía Santa Cecilia.
Llegamos al Monasterio de San Pedro de Arlanza, cuyos impresionantes restos no
podemos visitar, ya que el recinto se encuentra cerrado por motivos laborales
de los empleados de San Pedro. Contemplamos desde el exterior del recinto las ruinas de la
antigua iglesia abacial. Los más valientes del grupo emprenden la subida a la ermita
prerrománica de San Pelayo, levantada en un promontorio cerca del monasterio. Si bien los restos de la
ermita no ofrecen gran interés, las magnificas
vistas a vuelo de pájaro sobre las ruinas y el valle del rio Arlanza merecen la pena.
Los que no subimos a San Pelayo nos
acercamos a las ruinas bordeando el recinto para apreciar una portada clasicista de principios
del XVII que da paso
al interior del monasterio.
Se pueden observar algunas obras de
consolidación en varios puntos del monasterio. Por lo visto, el Ministerio de Cultura
tiene previsto invertir 2 millones de euros los 4 próximos años para consolidar
el monasterio y hacer desaparecer riesgos en parte de su estructura.
Al fin llegamos a Covarrubias. Pero se nos ha hecho tarde
y no hay tiempo para hacer el recorrido
previsto de la villa. Además son las fiestas locales, y cuando llegamos a casa
Galín, donde vamos a comer, nos encontramos con la plaza de doña Urraca abarrotada de gente. Se está celebrando un
“baile vermouth”, amenizado por una orquesta, y hay cantidad de parejas y
grupos bailando jotas castellanas.
Nos sirven en Casa Galín un soberbio
muestrario de comida castellana a base
de chorizo y morcilla de Covarrubias, sopa
castellana, cordero asado en horno de leña, postres caseros, todo ello regado
por un vino de la denominación de Arlanza.
Después de haber repostado de manera
tan contundente, nos acercamos al monasterio cisterciense femenino de Santa
María la Real en Villamayor de los Montes.
Visitamos el claustro, del románico
tardío, que sigue el sobrio estilo cisterciense. Nos acompaña la hermana Rocío,
joven monja de una comunidad de 18 miembros que mantienen vivo el monasterio tras 8 siglos
de historia. Nos explica algunos
detalles históricos del claustro pero se extiende más sobre la vida monástica
del convento. Cuenta que para ir de una
zona de actividades a otra del monasterio, tienen que pasar forzosamente por el
claustro y que esto les permite cambiar el estado de ánimo y dejar atrás problemas y contrariedades.
Nos comenta con convicción y serenidad que las cistercienses viven un proyecto
de vida espiritual y contemplativa en equilibrio con una vida comunitaria. Elaboran productos artesanos de todo tipo,
tienen su página web y su tienda on-line. “Ora et labora”….
Pasamos al templo, que se asemeja al
modelo de las Huelgas y es esencialmente de estilo gótico. Contiene una hermosa
sillería barroca y unas tallas interesantes.
Adosada al templo, se encuentra la
iglesia de San Vicente, parroquia del pueblo. En ella se encuentra una
hermosa pila bautismal, aún en uso, que
despierta inmediatamente interés y polémica entre los AdR “especialistas” en
pilas bautismales….
Ya camino de vuelta, nos queda por visitar la portada románica de la iglesia de San Miguel de Madrigal del Monte. La
mayor parte de su configuración actual es de época tardogótica, pero permanece de la época románica el muro sur con
la hermosa portada abocinada con cinco
arquivoltas y capiteles de sustentación.
Unos canecillos, que no se encuentran en su lugar de origen, embellecen la
cornisa.
Después de un pequeño descanso y
refrigerio, nos separamos, todos contentísimos de una jornada completa y
exitosa, gracias a la organización siempre
tan eficaz de Javier. Hemos conocido, aprendido e intercambiado mucho, en parte
gracias a las intervenciones de Tomás, siempre dispuesto a iniciar la sana
polémica y animar los debates.
Quizás
para muchos, la ermita de Santa Cecilia nos quedará en el recuerdo por su encanto y su sencillez.
Marie-Anne Chalchat, AdR de Cantabria
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