La conferencia inaugural de las III Jornadas
sobre Arte Románico, organizadas por el Aula de Patrimonio Cultural de la UC y
Amigos del Románico de Asturias-Cantabria, fue disertada por el catedrático
emérito de Historia Medieval de la Universidad de Cantabria, José Ángel García de Cortázar, el pasado día 5 de Marzo, en
la sala Fray Antonio de Guevara del Paraninfo de la UC, de Santander sobre el
tema “Cantabria en los tiempos del románico”.
Antes del inicio
de la ponencia abrió el acto el coordinador de AdR, Javier Pelaz, que agradeció al numeroso público su asistencia a
pesar de que la mañana resultó
desapacible. A continuación, presentó al conferenciante José Luis Pérez, responsable de las actividades del Aula de
Patrimonio, que hizo una semblanza del ponente como docente universitario e investigador del mundo medieval.
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El
profesor comenzó enmarcando el relato siguiendo los parámetros del espacio, el
tiempo y las actividades a revisar.
Así el
espacio se centra en cinco comarcas: Las Asturias de Santillana, Trasmiera, Campoo,
Liébana y Valderredible; el tiempo: entre la segunda mitad del siglo XI hasta
finales del XII; y las actividades a revisar: la organización de sociedad, la
economía, la política, el reparto del poder y la actuación de la iglesia entre
otros.
La
población, repartida en aldeas que pivotaban sobre valles, se calcula que
presentaba una demografía de unos diez habitantes por kilometro cuadrado y con
una baja esperanza de vida, de entre treinta y treinta y cinco años.
Con una
alimentación basada en los productos cercanos al establecimiento: castañas,
bellotas, pesca; y los productos obtenidos de la matanza del cerdo y con el
pan, de trigo o centeno , y con vino que se pudo producir debido a la elevación
de la temperatura , más de un grado y medio, en esta época.
Con
viviendas construidas con material perecedero (madera y barro), con vestimenta
que no diferenciaba entre lo masculino y lo femenino.
Estas
poblaciones vivían a un ritmo septenario para la persona; desde el nacimiento a los siete años, la niñez; de los
siete años a los catorce, la adolescencia; y de los catorce a los veintiún años,
la toma de estado.
Las
comidas se repartían entre la del día y la de la noche, Las horas se marcaban por las campanas siguiendo el
horario, también septenario de las horas canónicas, de maitines a completas.
Las
estaciones eran solo la de invierno y verano
y se contaba con veinticinco días anuales de descanso, sin incluir los domingos.
Grandes festividades eran: la Navidad, San Juan, la Virgen de Agosto, San Mateo
y San Miguel.
La
economía local, basada en la agricultura y la ganadería, era de subsistencia.
Solamente se apartaban del patrón de la subsistencia las transacciones con los
monasterios de los que eran tributarios.
Estos
monasterios les pedían productos que podían conseguir los aldeanos. Así, a los de
Soba se les pedía que aportasen una libra de cera, a los de Colindres y Laredo
odres con aceite de ballena, a los de Ganzo una libra de plomo, y a los de
Piélagos y Guriezo pescado.
La
estructura social estaba basada en la familia nuclear formada por padres e
hijos, que explota sus parcelas y se ayuda con la caza para conseguir la
supervivencia.
Existía
una jerarquía social. Los vasallos, los colonos o collazos servían a sus
señores. Los artesanos se desplazaban entre las aldeas para realizar sus
oficios: herreros, alfareros etc.
Durante
el reinado de Alfonso VIII las cuatro poblaciones marineras, Castro, Laredo,
Santander y San Vicente, obtienen el rango de villas con obtención de un fuero similar al de
Sahagún y Logroño lo que propició su despegue demográfico y económico.
El poder
de juzgar estaba en manos del señor o el abad en lo religioso.
El poder
político se ejercía de forma concurrencial y jerárquica por el señor,el monasterio
al que partencia la aldea y el rey.
El poder
eclesiástico, antes de la reforma del papa, Gregorio VII, estaba en manos de los
señores los cuales elegían a quienes van ser los clérigos de las iglesias
propias y van a cobrar los diezmos a los campesinos.
Tras la
reforma gregoriana hay una separación entre lo sacro y lo profano. Los laicos
deben obediencia a los clérigos y se exige el pago del diezmo a la Iglesia.
La
reforma tiene efectos sobre el territorio cántabro ya que los monasterios
existentes en estas tierras pasan a depender de otros monasterios de fuera del
territorio.
Exceptuado
las colegiatas de Santanilla y Santander, que siguieron independientes, los demás centros religiosos
perdieron su independencia.
Así, San
Pedro de Cervatos y Santa Maria de Elines
pasan a depender de Burgos; Santa María del Puerto, de Nájera; Santa
Maria de Piasca, de Sahagún y Santo
Toribio, de Oña.
Acabó el
profesor retomando lo que comentó al inicio indicando que se trataba de unas
sociedad rural, organizada en torno a valles, con colonos o collazos , señores e hidalgos los cuales, todos, vivían al ritmo
de la luz y siguiendo las normas cristianas.
Su
magnífica intervención fue agradecida por los presentes con un continuado y
fuerte aplauso.
José Manuel García-Maestro. Santander
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