Cuando el visitante abandona en su coche la capital de la
provincia, tras haber conocido y apreciado las iglesias románicas más interesantes, que se
ubican en la ciudad y en sus arrabales, se dirige al cercano pueblo de
Zamarramala, donde, a tiro de piedra, se erige la iglesia de la Vera Cruz.
Tiene en su mente ideas preconcebidas acerca del edificio que
va a visitar. Y es que cuando se habla de los templarios, éstos evocan el misterio, el esoterismo, historias trágicas y…
leyendas truculentas. Viene a cuento porque la iglesia de la Vera Cruz (de la
Verdadera Cruz) fue construida por la Ordo
Militiae Templi, aunque algunos historiadores ponen en duda el patronazgo
de los templarios en su edificación y se la confiere a los Caballeros de San Juan de Jerusalén.
Wikipedia |
Desde el exterior ya el alzado de la iglesia cruzada le resulta al visitante
un edificio peculiar y sorprendente. Y
no es de extrañar cuando comprueba que es de planta dodecagonal con tres
ábsides semicirculares, más grande el central que los laterales. El visitante
había conocido en su día las iglesias navarricas de Torres del Rio y Eunate de
planta poligonal, pero ambas sólo de diez lados, por tanto la que va a visitar
es la de más planos de la Península
Ibérica.
Edículo |
Antes de acceder a su interior el visitante deambula por la
zona perimetral del exterior. Comprueba de que los paramentos de los muros en
mampostería son lisos, salvo en las reducidas ventanas en lo alto. Comprueba la existencia de dos portadas: una occidental y otra de cara al
mediodía. Ambas son muy simples, pero la más atrayente para el visitante es la
occidental, cuyas cuatro arquivoltas descargan sobre sus correspondientes
capiteles esculpidos con imágenes de demonios tirando de un hombre, arpías con
capa y guerreros en lid. Resguarda la portada un tejaroz sostenido con
canecillos –lo mismo que la cornisa- y metopas intercaladas. En cambio, en el
tímpano no hay representación alguna. En la meridional aparecen arpías y el
pasaje evangélico de la Anunciación.
El visitante se entera por la guía de bolsillo, que la torre
se construyó con posterioridad, al igual que el cuarto ábside del muro sur.
Accede al interior por
la puerta occidental. El misterio comienza a pulular por su mente al toparse en
el centro de la nave con un edículo de doce lados y de dos pisos. El que está a
ras del suelo tiene la configuración de una cripta abierta por los cuatro puntos cardinales y recubierta por una bóveda de crucería cuyos arcos fajones apean
sobre cuatro columnas cortas y de gran grosor. Por medio de una doble escalera,
el visitante recala en el piso superior, más alto que el otro. La estancia está
techada con una bóveda con arcos que se cruzan entre sí. En el medio del habitáculo
se alza un bloque pétreo rectangular que hace de mesa de altar sostenido por
unas columnitas donde apean arcos de medio punto y de herradura. El visitante piensa que la extraña estancia tendría una función
litúrgica. La guía, empero, lo denomina el sancta santorum. ¿De qué? El visitante
se siente confuso por lo que pudiera
haber contenido en su día. Quizás lo más probable un trozo de la Vera Cruz. El piso superior, además, se remata con una
cúpula y sobre ésta pudiera existir una cámara secreta que se accedía antaño por una
escala. Todo le resulta enigmático.
Cúpula del edículo |
Antes de abandonar el templo hojea la guía por si quedara
algo importante sin ver. No se había fijado que los arbotantes, que parten del
edículo, se asemejan, todo el conjunto, a un árbol, a guisa de una palmera y que la talla del Crucificado del ábside
central es del siglo XIII.
Texto : Javier Pelaz
Fotografias del autor salvo la señalada en el pie de foto
Texto : Javier Pelaz
Fotografias del autor salvo la señalada en el pie de foto
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