lunes, 24 de julio de 2017

GIRANDO UNA VISITA A LA VERA CRUZ DE SEGOVIA



      Cuando el visitante abandona en su coche la capital de la provincia, tras haber conocido y apreciado las iglesias románicas más interesantes, que se ubican en la ciudad y en sus arrabales, se dirige al cercano pueblo de Zamarramala, donde, a tiro de piedra, se erige la iglesia de la Vera Cruz.


      Tiene en su mente ideas preconcebidas acerca del edificio que va a visitar. Y es que cuando se habla de los templarios, éstos evocan  el misterio, el esoterismo, historias trágicas y… leyendas truculentas. Viene a cuento porque la iglesia de la Vera Cruz (de la Verdadera Cruz) fue construida por la Ordo Militiae Templi, aunque algunos historiadores ponen en duda el patronazgo de los templarios en su edificación y se la confiere a los Caballeros de San Juan de Jerusalén.
Wikipedia



      Desde el exterior ya el alzado de la iglesia cruzada le resulta al visitante un edificio peculiar y  sorprendente. Y no es de extrañar cuando comprueba que es de planta dodecagonal con tres ábsides semicirculares, más grande el central que los laterales. El visitante había conocido en su día las iglesias navarricas de Torres del Rio y Eunate de planta poligonal, pero ambas sólo de diez lados, por tanto la que va a visitar es la de más planos  de la Península Ibérica. 


Edículo




      Antes de acceder a su interior el visitante deambula por la zona perimetral del exterior. Comprueba de que los paramentos de los muros en mampostería son lisos, salvo en las reducidas ventanas en lo alto.  Comprueba la existencia de  dos portadas: una occidental y otra de cara al mediodía. Ambas son muy simples, pero la más atrayente para el visitante es la occidental, cuyas cuatro arquivoltas descargan sobre sus correspondientes capiteles esculpidos con imágenes de demonios tirando de un hombre, arpías con capa y guerreros en lid. Resguarda la portada un tejaroz sostenido con canecillos –lo mismo que la cornisa- y metopas intercaladas. En cambio, en el tímpano no hay representación alguna. En la meridional aparecen arpías y el pasaje evangélico de la Anunciación. 



      El visitante se entera por la guía de bolsillo, que la torre se construyó con posterioridad, al igual que el cuarto ábside del muro sur.
Piso superios del edículo


      Accede al interior por la puerta occidental. El misterio comienza a pulular por su mente al toparse en el centro de la nave con un edículo de doce lados y de dos pisos. El que está a ras del suelo tiene la configuración de una cripta abierta por los cuatro puntos cardinales y recubierta por una  bóveda de crucería cuyos arcos fajones apean sobre cuatro columnas cortas y de gran grosor. Por medio de una doble escalera, el visitante recala en el piso superior, más alto que el otro. La estancia está techada con una bóveda con arcos que se cruzan entre sí. En el medio del habitáculo se alza un bloque pétreo rectangular que hace de mesa de altar sostenido por unas columnitas donde apean arcos de medio punto y de herradura. El visitante piensa que la extraña estancia tendría una función litúrgica. La guía, empero, lo denomina  el sancta santorum. ¿De qué? El visitante se siente confuso por  lo que pudiera haber contenido en su día. Quizás lo más probable un trozo de la Vera Cruz. El piso superior, además, se remata con una cúpula y sobre ésta pudiera existir una cámara secreta que se accedía antaño por una escala. Todo le resulta enigmático.
Cúpula del edículo


      Antes de abandonar el templo hojea la guía por si quedara algo importante sin ver. No se había fijado que los arbotantes, que parten del edículo, se asemejan, todo el conjunto, a un árbol,  a guisa de una palmera y  que la talla del Crucificado del ábside central es del siglo XIII.

Texto : Javier Pelaz
Fotografias del autor salvo la señalada en el pie de foto



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