martes, 25 de febrero de 2014

LOS CANTEROS (en la época románica)*


 

      El capataz (le maître d´oeuvre) representa un papel importante, es el arquitecto que preside la construcción de la iglesia. Pero es un término bastante genérico, que no concierne únicamente al que levanta los planos. El arquitecto, en el sentido en que lo entendemos habitualmente, está frecuentemente indicado en la Edad Media bajo el nombre de maître maçon (maestro de obras)(1).

      Según Boecio la ejecución (de la obra) tiene que estar supervisada por el arquitecto.  A él le corresponde utilizar el compás. Las herramientas de aproximación corresponden a los cinco sentidos y los instrumentos de precisión a la razón. ¿No es el logos quien, durante le época románica, tiene la correcta percepción de las relaciones? La llana(2), por su forma, presenta todavía un símbolo trinitario.

      Los monasterios benedictinos y los de origen benedictino son –lo hemos dicho ya- extremadamente numerosos, si se refieren a la reforma ya de Citeaux o aún de Cluny. En su conjunto constituyen verdaderos pueblos, totalmente se bastan a sí mismos y comprenden artesanos, desde el panadero hasta el iluminador (de códices). Por lo tanto, es normal ver alrededor de los monasterios talleres de copistas de manuscritos y de escultores. Los canónigos regulares de san Rufo tenían un renombrado taller y el Cabildo de Notre-Dame-des-Dons de Aviñón guardará rencor con aquéllos durante mucho tiempo por no querer prestarle algunos de sus artistas.

      En la época románica la arquitectura conocía un importante desarrollo; alrededor de las diferentes abadías se agrupan talleres de albañiles y de canteros. Los monjes benedictinos ejercen a este respecto una influencia incomparable; más aún ocupan un lugar decisivo en la historia: transmiten la tradición.

      Fieles a los antiguos usos, los canteros viajan. Matila Ghyka ha hablado precisamente  de los desplazamientos de los constructores y de los intercambios efectuados con los arquitectos árabes(3). Toledo crea un contacto con la tradición griega y bizantina.

      Es el momento en que se forman las sociedades laicas. Los miembros de las cofradías se reúnen, circulan y poseen verdaderas corporaciones. No hay que confundirlos  con las escuelas de arquitectura dependientes de las abadías. Franz Rziha(4), estudiando un documento de la Deutsche Bauhütte, ha podido señalar los diferentes grupos de arquitectos. Entre una importante lista de siglas, examina varios signos lapidarios de la época románica, como el cuadrado cruzado de un cuadrifolio. Sabemos, por otra parte, que la rodilla descubierta de Cristo sedente es a la vez un signo de iniciación y la firma de una asociación. El laberinto y el pentágono estrellado constituyen también la firma de un taller.

                                        Obreros en plena ejecución
 
      Con ocasión de su recepción, cada taller de piedra recibía un “signo” que sería su firma. Este “signo” no correspondía a su nombre, sino a su corporación. Ésta comprendía tres grados sucesivos: aprendices, oficiales y maestros.

     Si las corporaciones o gremios poseían sellos regularmente transmitidos, el hecho es que entre los monjes el anonimato más absoluto es generalmente observado. Los monjes firman raramente, cuando son maîtres d´oeuvre y canteros, con una figura indicando una corporación. Sin embargo, conocemos algunos nombres como los de Adam, monje de Saint-Benoît-sur- Loire y maître d´oeuvre de su propio monasterio; de Achard, maestro de novicios y arquitecto; de Geoffroy d´Ainai, que no solamente se ocupa de la construcción de abadías sino que es enviado a Inglaterra para dirigir las fundaciones cistercienses. La costumbre de los cistercienses no autorizaba a los monjes ayudar a otras órdenes religiosas; debían velar en la construcción de sus conventos y éstos fueron numerosos en el siglo XII. Otros monjes colaboraban con gusto en otras fundaciones distintas. Así vemos a un Jean de Vendôme, arquitecto y monje, ofrecer graciosamente su talento. Por sus concepciones estéticas, Rupert, abad de Deutz, ejerció una gran influencia sobre los artistas de su tiempo; dirigió los trabajos de decoración de la iglesia abacial. Gracias a él, el arte de las miniaturas gozó de un gran éxito en los monasterios. Sus obras teológicas muy extendidas en el siglo XII, se inspiraron en motivos escultóricos. Fue quizás el primero en representar la trinidad como un Gnadenstuhl(5). El Padre sujeta la cruz de Cristo y el Espíritu Santo está entre los dos o a veces sobre la cabeza del Padre.

                                              Cantero en su taller
“Cuando la iconografía se trasforma, cuando el arte adopta temas novedosos, es que un pensador ha colaborado con los artistas.”Esas palabras de Émile Mâle en el “Arte Religioso del siglo XII”(6) es de una importancia fundamental, ya que precisa la colaboración estrecha de escritores y artistas, influencia que proviene no solamente de innovadores, como Suger, sino de místicos que, independientes de las formas, los engendran sin embargo por la descripción de las imágenes de las que ilustran sus pensamientos. A este respecto, san Bernardo jugó aquí un papel importante, debido a la influencia ejercida por sus obras(7).

                                                  Marca lapidaria
 
      Sería difícil escribir la historia de los constructores de la época románica. Los documentos sobre este tema son restringidos, sobre todo cuando se trata de chantiers monásticos. La tradición conservada durante mucho tiempo secreta se transmitía verbalmente en el interior de las corporaciones. La visión que podemos tener de ello nos permite no obstante reconstituir las grandes líneas de estas escuelas de constructores, que son escuelas también de estudios del símbolo.

Traducción: Javier Pelaz. Santander

*”Initiation à la symbolique romane”. M. M. Davy. Flammarion. 1977.

(1) L. Lefrancois-Pillion, “Maîtres d´oeuvre et  tailleurs de pierre des cathedrales”, Paris. 1949, p. 14

(2) N.T.: Herramienta de albañilería

(3) “Le Nombre d´Or”; t. II. Les Rites, 1931, pp. 48-49

(4) Fr. Rziha. “Studien über Steimtz Zeichen”, Wien. 1883. Ver también la obra del abad Grandidier, “Essais historiques et topographiques sur l´église cathédrale de Strasbourg”. 1893

(5) Cf. F. Beitz, “Rupert von Deutz, Seine Werke und die Bildende Kunst”, 1930. Digamos que es un motivo que será copiado en el arte gótico.

(6) Paris, 1940, p. 151

(7) Anne Marie Armand se doctoró por la Escuela de Louvre con la tesis “Saint Bernard et le renouveau de l´iconographie au XIIe siècle”, Paris, 1944, 107 pp.  

 

 

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