Emplazada en lugar estratégico de la plaza de la Catedral,
su discreta presencia no atrae la mirada
hasta que en plácido recorrido el paseante se topa con la hermosa ventana que decora el
testero, y a pocos observadores aficionados a las piedras pasaría desapercibida
pues, claro, es su aspecto de vestigio de otros tiempos.
Según las crónicas asturianas del siglo noveno, la iglesia
de San Tirso se construyó en época del rey Alfonso II (791-842). La Crónica
Albeldense, finalizada en 976 en el monasterio de San Martín de Albelda (Rioja)
durante el reinado de Sancho II de Navarra, cita: “Alfonso II cimentó también
la basílica de San Tirso, admirable edificio con muchas esquinas.” La Crónica
de Alfonso III, de finales del siglo IX y atribuida al mismo rey, es un
documento de enorme valor para desvelar la historia de la monarquía asturiana y
el final del reinado visigodo y a su vez dedica unas líneas a este enclave Altomedieval ovetense; "Fundó la iglesia del santísimo mástir San Tirso cerca de la casa de San Salvador. En la versión Ad Sebastianum de la misma crónica: “También
fundó una tercera basílica en memoria de san Tirso, la belleza de cuya obra más
puede admirar el espectador que alabar el escritor erudito”. El culto al mártir
soldado de Asia Menor llegó a la Península en época visigoda. tal vez
por influencia de inmigrantes griegos.
Los avatares del tiempo dejaron su huella en San Tirso hasta
casi eliminar cualquier presencia pétrea Altomedieval. En época románica, hacia
finales del XII, fue ampliamente transformada, el gótico imprime su estilo en
el siglo XIV reformándose todo el interior del edificio. Un incendio asola el
templo destruyéndolo en su totalidad en el año 1521. Una restauración del
último cuarto del siglo XX le ha conferido su aspecto actual.
Ventana trífora de San Tirso |
Como única pieza remanente sobrevive el muro testero de San
Tirso, pues el conjunto episcopal de la época constaba además del palatium de
Alfonso II y las iglesias de San Salvador
y Santa María, ésta última resistiendo el paso de los siglos hasta
tiempos más recientes, pues aún en el siglo XVIII ocupaba el lugar de la
Capilla del Rey Casto en la actual Catedral de Oviedo.
La historia escrita a propósito de tan admirada iglesia no
describe su apariencia y sólo las excavaciones arqueológicas revelan algunos
detalles al ahondarse en la raíz del edificio.
D. Feliciano Redondo Cadenas, antiguo párroco de San Tirso, emprendió
excavaciones en el presbiterio descubriendo que el ábside original alcanzaba
una cota de un metro por debajo del nivel actual hasta la roca base
diferenciando claramente tres niveles estratigráficos: 60 cm de materiales de
relleno, unos 20 cm. de pavimento “opus signinum”, y una capa de tierra para
asentar el pavimento sobre la roca de 20cm. de grosor.
Las excavaciones
realizadas en el exterior por Antonio Maradona y Leonardo Faedo produjeron resultados
coincidentes hasta la roca base con los realizados en el interior, hallándose
tres niveles de 50 cm. el primero, correspondiente a un pavimento moderno, y
dos inferiores de 43 cm. entre ambos, que se identifican con el cementerio
medieval del atrio catedralicio.
Tales estudios permitieron descartar la existencia de un
triple ábside: una capilla rectangular remataba el templo hacia el Este y un
gran vano de tres huecos iluminaba ampliamente el testero, función diferente a
la de las cámaras supraabsidales que presentan muchos templos prerrománicos de
la región.
Algunas huellas arqueológicas en el muro Norte delatan la
presencia de una cámara de idénticas dimensiones al ábside primitivo (5x5m) y
que fue utilizada como recinto funerario en la Baja Edad Media. Parece pues que
constaba el edificio de un cuerpo central con habitáculos adosados en sus
cuatro caras. La torre anexa al lado Sur corresponde en planta a esta
habitación Norte, lo que parece demostrar su coetaneidad. El estudio de sus
muros permite diferencias tres etapas constructivas hasta el nivel superior de
época románica. El grosor de sus muros no sería suficiente para tratarse de una
torre defensiva para la Cámara Santa, función que cumpliría la
altomedieval torre vieja de San
Salvador. Más bien podría tratarse de una “caja de escaleras” para algunos
edificios monásticos adosados que a buen seguro existían. En el año 896 Alfonso
III y su esposa, Doña Jimena, donaron el templo a la Catedral mencionándolo como
“nuestra capilla”, posiblemente asociada a uno de los números monasterios de
particulares que existían en el atrio de san Salvador, en este caso patrimonio
real, y esta torre bien podría haber pertenecido a tal monasterio.
Portada principal de San Tirso |
El alero reposa sobre modillones semejantes a los de San
Julián de los Prados, mandado construir a su vez por Alfonso II, así como el
material utilizado, pequeños bloques de aparejo y sillares para las esquinas.
Las columnas de mármol de la ventana trifora fueron
reutilizadas, posiblemente lo mismo que
las basas clásicas donde reposan. Los capiteles laterales de estilo corintio y
tallados a buril son piezas romanas. Los capiteles de las columnas centrales
fueron elaborados a propósito para la construcción del siglo IX con el
collarino sogueado asturiano y sencillas hojas al modo de los capiteles romanos.
Tres arquillos de ladrillo de medio punto peraltado como ornamento rematado por
enigmático alfiz atribuido en principio a la llegada de mozárabes al reino
astur a partir del reinado de Alfonso III (866-910) y por tanto posterior, aunque en la actualidad se data en la misma
época que el resto de la construcción pues
se reconoce la existencia de una tradición constructiva común al Reino
de Asturias y el territorio andalusí. Dos piedras a la manera de ménsulas
situadas sobre las esquinas del alfiz y con perforaciones, junto a otras dos en
la zona inferior de la ventana y hoy desaparecidas servirían de quicios para
las puertas de madera que cerrarían la ventana.
No existe información alguna sobre el trazado en planta del
templo pero las descripciones que hacen alusión a sus “muchas esquinas” inducen
a pensar que pudo tratarse de un edificio cruciforme, lo que parece en
consonancia con la carencia de capillas laterales en la cabecera. Al tratarse
de una iglesia episcopal su planta y alzado se diferenciaría del resto de
templos de estructura basilical de Asturias.
El hermoso vestigio de un pasado de esplendor constructivo
como lo fue el tiempo del Reino de Asturias, acumula valor para la ciudad de
Oviedo no sólo por sus cualidades estéticas, pues en su atrio se reunía la
junta vecinal, antecedente histórico del municipio, hasta que en el siglo XVII
se construye la Casa Consistorial proyectada
por Juan de Naveda en 1622 que aprovecha como base la antigua muralla.
Texto y fotos: Cristina Sanchez. Gijón
-Arte Prerrománico en Asturias. César García de Castro
Valdés. Ménsula Ediciones.
-Prerrománico
asturiano. El arte de la Monarquía Asturiana. Lorenzo Arias. Ediciones Trea.
-Enciclopedia del
Románico. Fundación Santa María la Real.
-Mirabiliaovetensia.com
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