lunes, 11 de mayo de 2015

APUNTE HISTÓRICO-ARTÍSTICO DE LA IGLESIA DE SAN PEDRO DE LA NAVE



      ¿De estilo visigótico o mozárabe? La debatida dicotomía fue zanjada cuando el profesor, Miguel Gómez Moreno, -titubeante en un principio- se inclinó por definirla inequívocamente como una construcción visigoda, pero de construcción muy tardía, poco antes de la invasión musulmana, de finales del siglo VII o principios de la siguiente centuria. 

     Desde lo alto del cerro -a corta distancia de la iglesia- se otea el vasto valle anegado  por el río Esla. Desde este privilegiado emplazamiento nos haríamos una idea de la primitiva ubicación del templo, ya que en 1930 fue trasladado, antes de construirse el actual embalse de Rocobayo, al pueblo de El Campillo.  

      Poco sabemos del origen de la iglesia. En un principio podría haber sido quizás un oratorio hispano-romano, para transformarse con el tiempo en iglesia de un cenobio benedictino con escasos recursos económicos, ya que carece de reformas estructurales de ampliación.

Foto: jdiezamal


      A falta de documentos emerge en su lugar distintas leyendas para diferentes monasterios altomedievales, pero la mayoría de ellos con un mismo denominador común: el protagonista siempre es un caballero durante una jornada cinegética. El caso que nos ocupa es el de un joven, llamado Julián, y la de su esposa, Basilisa.

      En un documento datado en el año 907 se refiere a una donación por parte del Alfonso III al cenobio de San Pedro, casi con seguridad se refiere al de  Nave si nos atenemos a la toponimia.

      Atendiendo a su planimetría la iglesia consta de tres naves: las laterales más bajas que la central, con crucero de dos brazos prolongados acabados en dos pórticos; en cuyos extremos se abre  en cada uno una  portada original. No así la principal –sita en la fachada principal-, que es de construcción posterior. La cabecera se remata con un ábside cuadrado muy saliente. En el eje central del crucero se alza un cuerpo prismático reconstruido con ladrillo tras el traslado.



      En el perímetro del muro oriental se abren unas ventanas geminadas con arcos de herradura sostenidos por un parteluz enteriza y con cestas ornamentadas con temas vegetales.

      En su interior destaca la distribución ordenada de los espacios y volúmenes. Especialmente sobresale -dando entrada al ábside- un arco de herradura apeado sobre columnas de fustes marmóreos, provenientes sin duda de algún edificio de tradición romana.

      Lo que más llama la atención es su programa iconográfico. Una serie de frisos adornan los muros. Sus temas son variopintos: ruedas solares, cruces, florones vides, aves y rostros. Las escenas de los capiteles de los arcos torales  son las más conocidas y apreciadas. Están esculpidos -si bien de manera tosca sin que por ello  dejen de resultar atractivos- con escenas de aves afrontadas picoteando racimos, y las sugerentes escenas bíblicas de Daniel en el foso de los leones y el sacrificio de Isaac.

      A un lado del imafronte se halla un sarcófago que según la tradición guardó en su día los restos de san Julián y su esposa, los mismos a los que hace referencia la leyenda. 
 
Javier Pelaz. Santander

Bibliografía:

“Arte Prerrománico en Castilla y León”. Sainz Saiz, Javier. Ediciones LANCIA.2006


  
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario