Han transcurrido casi dos siglos desde el momento en que Arcisse de Caumont empleara el término
románico para designar el conjunto de edificios con características típicas e inconfundibles, erigidos en el occidente cristiano, a finales del XI y durante la centuria siguiente, y designados, hasta ese momento, de estilo "normando" o "sajón". “Al adoptar el término de románico
-según palabras de Crozet- los arqueólogos franceses parecen haber querido subrayar lo que la hay de
latinidad en el arte del mundo cristiano occidental antes de la llegada del gótico."
Arquería románica (Foto J. Pelaz) |
A raiz de la
desmembración del Imperio romano surgió en Europa occidental una diversidad de pueblos –los
que habían sido romanizados- que continuaron utilizando la lengua del Lacio
como vehículo de comunicación, mas no era empero el latín clásico, sino una
vulgarización de aquél. Con el tiempo, las lenguas vernáculas, que surgieron dentro de las
fronteras de las nuevas naciones, se las tilda de “lenguas romances” por tener
en común su origen: el latin vulgar (sermo
vulgaris).
Tras la
saturación del Neoclasicismo surge en Alemania en el siglo XIX la corriente
artístico-cultural llamada Romanticismo (Aufklärung).
Una de las premisas de la nueva corriente fue dirigir una mirada de añoranza y recuperación a la tan
denostada Edad Media -por artistas e historiadores- al calificarla de un periodo
de total oscuridad cual boca de lobo.
Como consecuencia
de esa decantación por parte de los románticos hacia lo maravilloso (marabilia) de las construcciones
románicas de antaño, surge la necesidad tanto de catalogarlas como de etiquetarlas. Es cuando aparece
el arqueólogo Gerville utilizando
por primera vez el término “románico” en una carta dirigida a su amigo Caumont. Éste en su obra “Clasificación
de los estilos arquitectónicos” la usó para designar aquel estilo e hizo
fortuna.
Charles de Gerville |
Texto: Javier Pelaz. Santander
Bibliografia:
Crozet, R. “L´art Roman”. Pp 1-3. Quadrige. Presses
Universitaires de France. 1981
Le Goff, J. “Lo maravilloso y cotidiano en el
Occidente medieval”. Pp 9 y 10. Gedisa editorial. 2008
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