domingo, 25 de enero de 2015

JORNADA DE AMISTAD DE AdR-ASTUR-CÁNTABROS. SANCTA OVETENSIS



      El sábado, 3 de Enero, nos reunimos en la capital del Principado una quincena de Amigos del Románico astur-cántabros con el fin de disfrutar de una suculenta comida para despedir el año y conversar sobre las posibles actividades a realizar para este nuevo año que comienza. En principio, la idea era sólo tomarnos unas sidras habiendo finalizado las jornadas románicas programadas para el 2014 y no siendo el invierno la época más propicia para moverse demasiado de casa, pero la imponente presencia de la Catedral de San Salvador y la Cámara Santa, testigo de más de mil años de Historia en nuestra tierra, lógicamente no iba a pasar desapercibida para este grupo de enamorados de las piedras, y si nuestros compañeros de Cantabria se desplazaron unos doscientos km., esta vez varios de nosotros, astures de nacimiento o residentes, no necesitamos más de media hora de camino para llegar a tan apreciado destino pétreo construido ya en época gótica y barroca el cuerpo principal, mientras que la Cámara Santa y Torre Vieja,  destinos fundamentales de nuestra visita, datan de época Altomedieval, especialmente atrayente para quien esboza estas breves líneas. 
Catedral de Oviedo


      Todo aficionado al Románico indiscutiblemente comprenderá el goce de contemplar en un solo golpe de vista la evolución de las formas constructivas desde el siglo X hasta el XVIII, cómo fueron variando las funciones y la ornamentación de los edificios sin renunciar por ello a lograr en quien visita el templo, sea o no persona religiosa o creyente, un estado mental y emocional, que difícilmente se experimenta al contemplar cualquier otro edificio de uso civil. Y tras esta reflexión que no deja de ser meramente subjetiva y por tal razón quizá equivocada, añadimos una breve reseña del recorrido que durante toda la mañana disfrutamos en compañía de Daniel Fernández García, estudiante de Arquitectura y gran conocedor del arte Prerrománico asturiano, quien tuvo a bien acompañarnos como guía de este enclave norteño realmente excepcional. 


      Una vez llegados los integrantes del grupo al punto de encuentro, en la Plaza de la Catedral, y tras saludarnos y charlar de los viajes, siempre con gran alegría por reencontrarnos de nuevo, Daniel nos explicó a grandes rasgos la historia de Oviedo.
San Pedro y San Pablo (Cámara Santa)


      La fundación de la ciudad se remonta al siglo VIII, Alfonso II el Casto traslada a este lugar la capital del Reino de Asturias e intenta emular la capital del reino visigodo, Toledo, construyendo varias iglesias, San Salvador, Santa María y San Tirso, además de un palacio. Alfonso reina desde el año 791 al 842, durante este amplio lapso de tiempo reorganiza políticamente el territorio de León, Castilla y Galicia tras diversas victorias sobre los musulmanes. Llegó a mantener contactos con la corte franca de Carlomago, como atestiguan diversos documentos. Durante su reinado la tradición afirma que se descubrió la tumba del Apóstol Santiago. 


      Oviedo era en aquel entonces la ciudad cristiana de mayor relevancia en la Península, manteniéndose como obispado incluso al trasladar la corte a León el rey Alfonso III el Magno, durante los últimos años del siglo X. No es lugar nuestra habitual crónica de las jornadas para extenderse demasiado en detalles de la historia de una ciudad, pues en este caso la voluntaria escritora carece de conocimientos suficientes al respecto, pero sí aprendí claramente todo lo que desconocía  a pesar de hallarse tan cercana a la mía, Gijón, y como siempre, en  nuestros viajes con destino a las piedras los protagonistas junto a los bellísimos monumentos que visitamos e intentamos conocer en profundidad, son las personas que compartimos el mismo interés y disfrutamos en compañía, pues tal es el modo de aprender, dialogando y haciendo preguntas que durante este periplo ovetense invernal Daniel respondía demostrando un conocimiento excepcional y una gran simpatía y dotes de comunicación. Con ayuda de los apuntes que amablemente nos proporcionó, fuimos “deconstruyendo” paso a paso la Sancta Ovetensis intentando imaginar las construcciones cuyas piedras aún yacen siglo tras siglos bajo el coloso gótico, que con su única aguja señala al cielo rayando las sempiternas nubes cantábricas. Gran esfuerzo de imaginación, dos iglesias prerrománicas desaparecidas, San Salvador y Santa María, ésta se mantuvo en pie hasta el siglo XVIII en el lugar que ocupa la capilla del Rey Casto de la Catedral; una hermosa ventana trifora de piedra y ladrillo que contempla el paso de los numerosos viandantes al Sur de la plaza como milenario ornamento a la actual iglesia de San Tirso, mudo testigo de un tiempo tan lejano que cuesta imaginar: siglo IX.

Ventana triforia de San Tirso de Oviedo

      Caminamos despacio mientras escuchamos e imaginamos, y hacemos escala de nuevo en el ala meridional y por tanto iluminada por un incipiente sol de invierno a cuyo leve calor resplandecen los edificios, un “mirador” hacia la Torre Vieja adosada a la Cámara Santa y coetánea a ésta, según revelan algunos testimonios epigráficos, así como diversas huellas arqueológicas, y que, en principio, fue erigida hacia el 885 no como campanario, sino como defensa de la Cámara Santa ante los ataques de normandos. En el siglo XI se añade un cuerpo de campanas con dos vanos en cada fachada con arcos de medio punto y capiteles vegetales al modo Románico, remata la cubierta con bóveda esquifada. Resulta sencillo diferenciar estas etapas constructivas pues en la prerrománica no se utilizan sillares bien labrados sino aparejo irregular. Wamba, fundida en 1219, es la campana más antigua que aún dobla en España, continúa dando el toque de horas colocada ahora en  la torre nueva, de estilo gótico y renancentista, cuya construcción inicia Rodrigo Gil de Hontañón, en 1508; alcanza una altura de 80 metros .


      Una vez en el interior de la Catedral recorremos su amplio espacio y hacemos escala en la nave de la Epístola cerca del presbiterio ante el majestuoso San Salvador del siglo XIII cuyo origen sería la Catedral románica anterior, no podía ser de otra manera pues “quien visita a Santiago y deja el Salvador, visita al criado y deja al señor”. En esta ocasión no fuimos como peregrinos, pero algunas imágenes emanan una poderosa energía y quien se detiene ante ellas tiene la impresión de entablar un diálogo misterioso.
Exterior de la Cámara Santa


       Ya en la Cámara Santa y comprendida su estructura arquitectónica adosada el ala meridional al claustro catedralicio y a la Torre de San Miguel, contemplamos con admiración las joyas escultóricas que tras su reciente restauración impresionan aún más si cabe. La suciedad acumulada, la oxidación de los morteros utilizados anteriormente… o la propia huella del  tiempo restaban viveza a la piedra que mostraba ligeramente una belleza que ahora deslumbra en la imponente expresividad de Apóstoles y capiteles, milagrosamente en pie tras los desastrosos avatares sufridos allende el siglo XX, pues fue dinamitada en la Revolución de 1934 y sufrió un devastador robo en 1977. La Cámara Santa se remonta a los tiempos de la Monarquía Asturiana. Desde el reinado de Alfonso II  (791-842) alberga las reliquias más preciadas: el Sudario de Cristo entre otras, trasladadas desde el Sur ante el avance musulmán. La capilla de San Miguel ocupa el piso superior de la Cámara Santa sobre la cripta de Santa Leocadia, construida para venerar las reliquias de san Eulogio y santa Leocadia. Dada la elevada afluencia de peregrinos y el interés que los monarcas mostraban por proteger este emplazamiento ovetense, durante el siglo XII se realizan importantes transformaciones en la capilla de San Miguel. Las intervenciones quedan patentes por la diferencia entre el sillarejo prerrománico y los sillares de época Románica. En el interior, se sustituye la cubierta de madera por bóveda de cañón sustentada por arcos fajones, que reposan sobre seis columnas pareadas de estructura muy peculiar. Estas columnas, magníficamente decoradas con figuras de Apóstoles cuyo escultor iguala en maestría al maestro Mateo y al de San Vicente de Ávila, apoyan sobre pedestales prismáticos.


      Una vez fuera del recinto, reposamos en el Cementerio de Peregrinos "tertuliando" entre apasionados románicos, pues la discrepancia entre Tomás y nuestro guía sobre el grado de peralte de uno de los arcos de la Torre Vieja de la Catedral o la capacidad de los habitantes del Altomedievo para cocer ladrillos tan perfectamente como aparentan estarlo los arquillos de la ventana de San Tirso, realmente hacen las delicias de todos los que asistimos a la convocatoria y sin duda regresamos a casa con un conocimiento mucho más profundo del arte medieval, no sin antes degustar nuestro plato más típico..., estamos en Asturias.

Texto y fotos: Cristina Sánchez. Gijón 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario