Uno de los rasgos
distintivos del Arte Asturiano es la profusa utilización de la llamada “cruz
patada” como elemento ornamental tanto en orfebrería como en piedra.
Cruz patada o
cruz paté es aquella cuyos brazos trapeciales son iguales. Es decir, aquéllos
se estrechan al llegar al centro y se ensanchan en los extremos. Su nombre
proviene de que los brazos de este tipo
de cruz se asemejan a unas patas.
Si los primeros
reyes asturianos se consideraban continuadores de la fenecida monarquía
visigoda -como se relata en Epitome
Ovetense-, no es de extrañar que algunos elementos arquitectónicos y
artísticos de tradición visigótica fueran implementados en la escultura y
piezas mobiliarias del nuevo reino asturiano. Ese es el caso de las cruces
patadas muy abundantes en la orfebrería a lo largo de las centurias VI Y VII,
cuyos ejemplos más notorios los podemos contemplar en las cruces votivas de los
tesoros visigodos de Guarrazar (Toledo) y Torredonjimeno (Jaén).
En relación con
el Arte Asturiano encontramos concomitancias visigóticas de este tipo en trabajos de
orfebrería, como es el caso de la Cruz de los Ángeles, donada por Alfonso II el Casto a la desaparecida
iglesia prerrománica de San Salvador de Oviedo -en la actualidad, depositada
para su contemplación en la Cámara Santa de la actual catedral ovetense- y en la
desaparecida Cruz de Compostela. En piedra es un tema corriente de
ornamentación de los elementos funcionales: medallones, canceles, pilastras,
sarcófagos…
Algunos
estudiosos del tema consideran que la cruz patada llegó a ser, en los primeros
años de la Reconquista, el emblema y lábaro de la monarquía asturiana junto a
otros modos y costumbres de la antigua monarquía toledana.
Texto: Javier Pelaz. Santander
Texto: Javier Pelaz. Santander
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