domingo, 17 de noviembre de 2013

                EL ROMÁNICO, EL ROMANTICISMO Y LOS ESTEREOTIPOS

Manuel Castiñeiras, expone en una entrevista publicada en la revista Re-, que el ansia actual por el Románico es debido a la obsesión de una sociedad urbana en la vuelta a los orígenes y a lo genuino y el placer por conocer en un mundo viajero y de ocio.
 
Los temas románticos de conservación de lo antiguo y de la naturaleza frente a la modernización urbana e industrial, de descubrir lo primitivo más bien por pasar ratos de ocio, y de cómo comportarse como viajero, son los que surgen frecuentemente en la literatura inglesa sobre España desde finales del siglo XVIII hasta principios del XX. El país fue considerado como lo que más se acercaba espiritualmente a la Edad Media.
 
En 1908 el pensador y pionero de la sexología Havelock Ellis vió en aquella nación los últimos ecos de un espíritu medieval romántico, mezcla de lo misterioso y grandioso con lo estrafalario, lo ideal  con lo crudamente real.
 
A su vez, Richard Ford, el escritor más influyente de todos los escritores de viajes, recomendó encarecidamente en 1846  a los que con bocetos y cuadernos de notas buscan lo sublime y lo hermoso escapando de la aburrida uniformidad y elegante monotonía de Europa a ese país original e inalterado. Entonces se consideró que España era más bien una extensión del Oriente que de nuestro continente. Según aquél la carencia española de amor a lo bello en el arte era un rasgo oriental, aunque consideró que ningún país podría compararse en patrimonio artístico, conservado gracias al clima seco a pesar del factor humano.
 
El énfasis del romanticismo por la naturaleza y por el hombre primitivo, la autoexpresión y la imaginación, lo subjetivo, lo irracional y emocional, y su encanto con la épocas lejanas y preclasicistas se encuentra plenamente reflejado en el Románico rural, donde los vestigios de la antigüedad clásica aparecen al lado de las influencias de las culturas bárbaras y orientales. Su escultura se dirige metafísicamente tanto o más a los sentidos y emociones que al intelecto, revelando, a veces, complejos psicológicos de la historia antigua, pero siempre dentro de una mentalidad universalista.
 
El medievalista, Friedrich Heer, señaló la necesidad de un corazón sano, nervios de acero y una mente libre de prejuicios para apreciar un arte, que exige temor, distancia y paciencia. Siguiendo en la misma línea, Ford consideraba que el viajero debería adquirir paciencia, perseverancia, buen humor, compañerismo y una armonía perfecta con el entorno singular, cualidades que, afortunadamente, pudimos captar en la organización del I Taller Didáctico del Románico.
  
El libro de viajes de entonces, a diferencia de muchos de hoy, se convertió en el diario de una búsqueda y sus efectos sobre la mente del viajero, mezclando el color romántico con una preocupación meticulosa por el detalle preciso. El mismo Ford comentó en cierta ocasión que nada provocaba mayores sospechas y celos entre los españoles que un forastero dibujando o tomando notas en un cuaderno. Treinta años más tarde, en 1906, aquellas actitudes se habían suavizado. Mientras Edgar Wigram hacía bocetos del puente romano de Cangas de Onís, los nativos, al principio, me observaban con horror desde la distancia, pero después me rodeaban y me ofrecían información. Aún hoy fue algo novedoso la buena práctica del Taller de hacer croquis.
 
Los escritores españoles de la época describían principalmente la geografía y la arquitectura y su objetivo era educar para un futuro mejor, más que de ofrecer un trabajo de "pasatiempo" y de "escape", como en la mayoría de los libros ingleses. Éstos describían también los pueblos, paisajes y elogiaban a estos últimos, incluso por no considerar el trabajo como propósito principal, mientras despreciaban las instituciones y la vida pública.
 
España era una Arcadia mal gobernada en la que era posible encontrar,´al decir de Ford, todo tipo de pintoresca pobreza (...) y un pueblo lo más democrático e individualista del mundo. Por eso criticó a sus compatriotas por adoptar una actitud de superioridad o condescendencia cuando viajaban por el Viejo Continente: este constante curiosear los puntos débiles ha hecho odiar cada vez más a esa tribu de curiosos impertinentes.
 
En cambio, el lema de la Fundación Santa María la Mayor, "Reconstruyendo Futuro", demuestra cómo se puede volver a los orígenes de manera pragmática, innovadora y social.
 
Evidentemente, las actitudes nacionales han cambiado bastante desde que Ford comentó que los españoles deseosos de modernizarse, a menudo desprecian las cosas que interesan más al extranjero. Mas es una opinión que sigue representando un reto a la sociedad actual.
 
                                                                                            Michael  Wilkinson

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