La jornada de
senderismo prometía ser entretenida , tenia todos los ingredientes para un buen
día de asueto y románico. Empeza ríamos en Olleros de Paredes Rubias con la
visita a la tumba del maestro, Garcia Guinea, y después de un recorrido de casi 2
km. visitaríamos la pequeña (pero muy interesante ) iglesia de San Martín de
Sobrepenilla. Vuelta a Olleros y picnic para reponer fuerzas. Además el día
parecía que no iba a ser caluroso y nos iba a respetar la lluvia.
Iglesia de Sobrepenilla |
A las once y
cuarto desde la plaza del pueblo, una vez reunidos los integrantes de la
expedición, partimos hacia el cementerio del pueblo. Es éste un humilde camposanto, al lado de la iglesia, con muy poquitas tumbas y escasamente
cuidado por los pocos habitantes del pueblo . El lugar respira calma y sosiego
, parece incluso que el tiempo se detiene. Cuando entramos y vimos la tumba de
Miguel Angel Garcia Guinea (d.e.p.), recubierta de lajas de sólida piedra, con una sencilla cruz con el nombre y las
fechas (1922-2012), creo que los que íbamos allí nos emocionamos un poco , y
este humilde cronista no pudo contener el impulso de agradecer al maestro todo
una vida dedicada a la divulgación del
románico e improvisó, quizás inspirado en el momento mágico que se
respiraba, un panegírico destacando su sencillez y poca presunción con todos
los conocimientos que atesoraba. Casi todos hemos leído sus libros y bebido su
sabiduría expuesta con la claridad y
sencillez de los grandes hombres. Mientras nuestra compañera Cristina
depositaba un ramo de flores sobre la piedra, no pude por menos de exclamar: ¡¡Gracias, maestro !! Se hizo el silencio
y en aquel recóndito y apartado lugar lejos del mundanal ruido poco a poco se
fue rebajando la emoción que todos sentíamos .
Antes de
iniciar el camino, visitamos un antiguo horno de alfarería donde se hacían los
útiles ( ollas ) para las cocinas de la zona.
Homenaje a García Guinea (d.e.p.) |
Es el camino
de Sobrepenilla un paso de vehículos agrícolas con subidas y bajadas constantes, que se hace entretenido por el bosque que lo rodea y los sembrados de cereal
que alterna con dicho monte. Como siempre se hacen corrillos y cada uno habla
con los que tiene a su lado de temas más ó menos transcendentes, pero que
sirven para conocernos un poco mejor . Llegados a Sobrepenilla, nos abrieron
la iglesia . Es esta una construcción de finales del XII o principios del XIII
, con alguna curiosidad como el ábside cuadrado que con sus reducidas
dimensiones, denota su humildad . A destacar la enorme espadaña , muy bien
construida y rematada. Los dos capiteles del arco toral , es posiblemente lo de
más valor artístico . El de la derecha representa un pesaje de almas, con un avaro y un demonio que le pone una
moneda a modo de tentación y en la otra parte una representación de la lujuria
(serpientes mordiendo los senos de una mujer ). El capitel de la izquierda
posee tres personajes de difícil interpretación: uno es un personaje femenino, que no nos pusimos de acuerdo si era una sirena de doble cola o una señora en
actitud procaz. De los otros dos personajes no tuvimos nada claro. En el exterior del muro sur hay una ventana con dos
capiteles muy deteriorados, en uno se puede adivinar un caballero montando
caballo y en el otro una animal de
bestiario . Una discreta ventana se abre en el muro del ábside que da al cementerio
. Una vez vista la iglesia , charlamos un poco con la escasa gente del pueblo,
encantados de vivir en él, a pesar de las duras condiciones de vida, sobre
todo en invierno. Incluso compramos algunos productos autóctonos (huevos de
corral).
Con el anfitrión, Carlos |
Hicimos
el camino de vuelta y en cuanto llegamos a Olleros, buscamos un sitio para
organizar el picnic. Aquí vino la sorpresa del día. Un madrileño afincado en
el pueblo, Carlos Suero, nos cedió un jardín que tenia al lado de casa, un sitio recién segado, con nogales, y perfectamente tapiado
y acondicionado. Era un fantástico lugar para el picnic, además nos dejo unos
bancos y una mesa. Encantados con su generosidad, le invitamos a compartir
nuestras viandas. En fin, disfrutamos de su agradable conversación y además
rematamos la comida con champán y algún que otro espirituoso de excelente
factura que unido a la tradicional sidrina
y a las variedades de vinos (riojas , verdejos , etc) , hizo que algunos
estuviésemos un buen rato en compañía del dios Baco disfrutando de placeres
terrenales poco saludables ( sobre todo al día siguiente ).
Rematamos la
jornada en otro lugar cercano, Otero, con una iglesia románica remtada con un campanario y un prado donde
Juan Ramon Jiménez debió de inspirarse para escribir Platero y yo . Algún que otro osado, sin duda envalentonado por
fuerzas ocultas y poco confesables, se atrevió a improvisar un concierto
campanil de dudoso valor musical.
Tomás y los pollinos |
En fin ,
otra jornada más de piedras y nuevas experiencias que aumentan nuestro bagaje
cultural y humano y que esta vez no
estuvo exenta de alguna que otra emoción para recordar.
Texto: Tomás Lozano Barcenilla. Santander
Fotos: Tomás, Cristina y Javi
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