martes, 31 de mayo de 2016

EL SÁTIRO DE JACA



      De las seis acepciones del sustantivo sátiro, que recoge el diccionario de la RAE, una hace referencia -según el contexto- a un “hombre lascivo”. Por ello, el haber bautizado con ese nombre al capitel, en el que se representa a un personaje en actitud provocativa, es un buen acierto. 

      En la referida cesta figura un efebo desnudo con la mirada hacia lo alto, mientras su dedo índice de la mano derecha acaricia la comisura de los labios y con la otra mano manosea su miembro viril, es decir, en un ademán de “éxtasis erótico”(1). En la misma pieza aparecen un león, un ave y dos seres híbridos.


Capitel del Sátiro. Foto cedida por Elena Aranda Vázquez  (Nuniloo)

                           
                                   
      Gracias a su restauración –subvencionada en parte por Amigos del Románico- hoy podemos contemplarlo en una de las salas del museo catedralicio de Jaca. Al principio formó parte del conjunto de capiteles del claustro románico, pero tras su cierre en el siglo XVII por amenaza de ruina, sirvió de sustento al altar de una capilla en penumbra de la seo jaceteña, con el fin de evitar su contemplación directa por parte de la feligresía. Menos mal que en este caso no se utilizara el cincel para mutilar las partes pudendas de la escultura como era habitual otrora por parte de los censores de turno. 

      Sería un grupo de amantes del románico quienes rescatarían recientemente el capitel del recóndito lugar. Una vez restaurado, ocupa un lugar preferente, en una de las galerías reformadas del museo catedralicio, para deleite de los visitantes. 

      Según el profesor, Francisco Prado-Vilar –que ha estudiado a fondo el capitel posiblemente labrado en el año 1100- el efebo “es el desnudo más extraordinario de la Edad Media”(2). Su grácil figura recuerda las esculturas greco-romanas y se emparenta con otro capitel de la portada meridional de la misma catedral, donde en una de sus caras  se representa a Isaac desnudo antes del sacrificio, considerado también para el especialista del románico, Gaillard, “como el desnudo más extraordinario que conocemos en la escultura románica”(3) . Así pues, el mismo templo atesora  dos esculturas señeras del  siglo XII. 

Texto: Javier Pelaz Beci. Santander

(1)B. Olaizola. “El desnudo más bello de la Edad Media”. EL DIARIO MONTAÑÉS. 6-02-2015
(2)Id.
(3)Jaime Cobreros. “El románico en España”, p. 79. ANAYA. 2ª edición: Febrero 2007

      
  


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