De las seis acepciones del sustantivo sátiro, que recoge el diccionario de la
RAE, una hace referencia -según el contexto- a un “hombre lascivo”. Por ello,
el haber bautizado con ese nombre al capitel, en el que se representa a un
personaje en actitud provocativa, es un buen acierto.
En la referida cesta figura un efebo
desnudo con la mirada hacia lo alto, mientras su dedo índice de la mano derecha
acaricia la comisura de los labios y con la otra mano manosea su miembro viril,
es decir, en un ademán de “éxtasis erótico”(1). En la misma pieza aparecen un
león, un ave y dos seres híbridos.
Capitel del Sátiro. Foto cedida por Elena Aranda Vázquez (Nuniloo) |
Gracias a su restauración –subvencionada
en parte por Amigos del Románico- hoy podemos contemplarlo en una de las salas
del museo catedralicio de Jaca. Al principio formó parte del conjunto de
capiteles del claustro románico, pero tras su cierre en el siglo XVII por
amenaza de ruina, sirvió de sustento al altar de una capilla en penumbra de la
seo jaceteña, con el fin de evitar su contemplación directa por parte de la
feligresía. Menos mal que en este caso no se utilizara el cincel para mutilar
las partes pudendas de la escultura como era habitual otrora por parte de los
censores de turno.
Sería un grupo de amantes del románico
quienes rescatarían recientemente el capitel del recóndito lugar. Una vez
restaurado, ocupa un lugar preferente, en una de las galerías reformadas del
museo catedralicio, para deleite de los visitantes.
Según el profesor, Francisco Prado-Vilar –que ha estudiado a fondo el capitel
posiblemente labrado en el año 1100- el efebo “es el desnudo más extraordinario
de la Edad Media”(2). Su grácil figura recuerda las esculturas greco-romanas y
se emparenta con otro capitel de la portada meridional de la misma catedral,
donde en una de sus caras se representa a
Isaac desnudo antes del sacrificio, considerado también para el especialista
del románico, Gaillard, “como el desnudo
más extraordinario que conocemos en la escultura románica”(3) . Así pues, el
mismo templo atesora dos esculturas
señeras del siglo XII.
Texto: Javier Pelaz Beci. Santander
(1)B. Olaizola. “El desnudo más
bello de la Edad Media”. EL DIARIO MONTAÑÉS. 6-02-2015
(2)Id.
(3)Jaime Cobreros. “El románico
en España”, p. 79. ANAYA. 2ª edición: Febrero 2007
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