viernes, 6 de mayo de 2016

RESUMEN VISITA GUIADA DE LA COLEGIATA DE SANTA CRUZ DE CASTAÑEDA (Cantabria)





       El pasado 19 de Abril en una salida enmarcada en las III Jornadas sobre Arte Románico, organizadas conjuntamente por  el Aula de Patrimonio Cultural de la Universidad de Cantabria (UC) y  Amigos del Románico de Asturias/Cantabria (AdR),  pudimos disfrutar de ella y de las ilustrativas explicaciones de la profesora, Isabel Cofiño, en un día fresco pero soleado, con gran afluencia de público.

       La colegiata de Santa Cruz de Castañeda es una de las muestras más conocidas de la arquitectura religiosa de Cantabria, y de las más fotografiadas.

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      En el valle de Pisueña cerca de la población de Vargas, donde confluyen los ríos Pas y Pisueña, está ubicada la colegiata, prácticamente en el centro geográfico de Cantabria.
 
      Sus orígenes y su historia es bastante oscura por falta de documentación, ya que si Cantabria fue un bastión importante en los albores de la Reconquista, a medida que ésta avanza y la línea del frente desciende, fue quedando en un segundo plano en cuanto a interés de nobles, monarcas y órdenes religiosas, y esto unido al incendio que en 1560 asoló totalmente su archivo han dejado que sean escasas las fuentes documentales que nos hablen de la historia de este monumento.





      Posiblemente nació como monasterio prerrománico en el siglo IX , en la época de repoblación en tiempos de  Alfonso II.

A finales del S.XI llegan las primeras influencias románicas a Cantabria procedentes de Castilla y se desarrollan en las iglesias rurales -gracias a los concejos vecinales- y en los monasterios.


      La primera mención que se hace de la colegiata es en el S.XI, año 1073, cuando el abad, Juan, aparece como testigo firmante de un documento en Santoña y Santillana, esto nos indica que tenia gran relevancia en estos momentos, por la gran afluencia de peregrinos, tanto por estar en el Camino de Santiago, como por poseer seguramente como su nombre indica un trozo de la Cruz de Cristo.


      La colegiata vuelve a aparecer en 1120 en un documento en el que el cenobio propiedad de la condesa, Jimena Muñoz, y gobernado por el abad Pedro, es donado a Cluny. En este documento su fundador podría ser el abad Juan y su origen no se remontaría mucho antes del año 1070.


      Sea cual fuere el año de su fundación durante la primera mitad del S.XII y en fecha que se desconoce, el monasterio se desliga de Cluny y pasa a convertirse en colegiata. En este momento se construye el edificio actual  (primera mitad del S.XII prolongándose su construcción hasta principios del S.XIII).




      El rey, Alfonso XI, en el S.XIV, concedió a su hijo natural, Tello Alfonso de Castilla, los realengos de las Merindades de Aguilar, cediéndole también la colegiata de Castañeda. Tello Alfonso es el primer señor de Aguilar de Campoo  y de éste por herencia llega a la familia Manrique.


      Así a mediados del S.XVI está en manos del  marqués de Aguila,r Juan Fernández Manrique, embajador de Carlos V en la Santa Sede, personaje importante en la corte y que era patrón y mecenas de otras colegiatas. En 1541 suprime  la colegiata de Castañeda, San Martin de Elines y otras, empobreciéndolas en beneficio de una de nueva creación, la de San Miguel en Aguilar de Campoo, seguramente tanto por querer favorecer la villa que daba nombre a su marquesado como por razones económicas, a la sazón las ciudades castellanas experimentan un notable aumento de la población y  el comercio ya no sigue el eje Medina – los puertos cántabros y vascos, sino el eje Barcelona – Génova, dejando a Cantabria lejos de las principales vías de poder económico.




       Finalmente en 1851 pasaría a cumplir la función de templo parroquial y el 7 de Noviembre de 1930 seria declarada Monumento Nacional.



      El edificio está construido en una buena sillería tallada y escuadrada, con abundantes marcas de cantería, fruto del buen momento económico que tenía el monasterio en la época que fue levantado.


      Del antiguo monasterio tan solo se conserva la fabrica de la iglesia, aunque muy trasformada exteriormente por añadidos posteriores barrocos, pero como  la piedra está trabajada igual que en el románico se consigue que el conjunto tenga un buen juego de volúmenes. Hoy en día es una mezcla de tres estilos Románico, Gótico y Barroco.
 
      La iglesia fue concebida con una sola nave, tres ábsides, una linterna y una esbelta torre cuadrada adosada al muro sur.

El acceso principal al interior, único conservado hoy en día de su primitiva fábrica, se abre a los pies del templo en su fachada Oeste. Es una portada sin tímpano -en Cantabria sólo hay tres que lo tengan-.  Consta de ocho arquivoltas de medio punto  que son de moldura abocelada, carecen de decoración y reposan sobre pilares y columnas acodilladas en cuyos capiteles fueron representados, leones, serpientes y motivos geométricos hoy en día muy deteriorados. Laportada impacta por la sobria monumentalidad que le da sus más de tres metros de profundidad.

Isabel Cofiño ilustrando a los visitantes



      Muy cerca de esta puerta existe, bajo un soportal del S.XVII, otra doble con arcos apuntados y capiteles decorados con hojas, arpías y centauros, que da paso a una capilla gótica.


      La torre se levanta en el muro sur y es una de las escasas estructuras de este tipo conservadas en Cantabria, que en su interior tiene una cupulilla sostenida por losetas angulares y en su exterior se remata su cornisa con canecillos decorados, animales, cabezas de leones, bolas, un hombre itifalico, rollos, volutas…


      Después de la torre nos encontramos la sacristía y la capilla no románicas y por encima de ellas se ve la cornisa del presbiterio sur rematada con canecillos decorados, entre los que destaca un músico, una pareja de animales que se muerden, un personaje itifalico…, hasta llegar al ábside central con canecillos como una cabeza de cabra, un arpista sentado, cabeza de bóvido…, seguido nos encontramos  el ábside lateral de menor tamaño y fabrica mas tosca y también con canecillos en su cornisa.


      En el interior, la planta de la iglesia tiene una estructura que no es muy común en los templos de Castilla y Cantabria, quizás se pensó en poner tres naves y tres ábsides pero la presencia de la torre impedía ubicar una nave lateral, por lo que acabó con una nave de cruz latina y tres ábsides, uno de ellos desaparecido hoy en día. También destaca sus magnificas proporciones, inusuales en nuestro románico. Hubo reformas en el S.XVII en el interior del templo y en las bóvedas.

El numeroso público que asistió



      A la cabecera del templo está una de las mejores partes de la iglesia, un bello ábside. Se divide horizontalmente en tres partes; la parte superior es la bóveda, de cañón en el presbiterio y de horno en el semicírculo del ábside; la intermedia en la que se encuentran tres ventanas y la inferior ocupada por una arquería formada por dos arcos a cada lado del presbiterio y cuatro en el semicírculo. Estas partes están separadas por líneas de impostas.  Los arcos descansan sobre capiteles decorados con el repertorio típico del románico: leonesenfrentados, águilas, una escena de la despedida de una dama de un guerrero y éste luchando con otro, y además motivos geométricos como círculos y palmetas.


      Románica es la cúpula con un magnífico trabajo de sillería con trompas (arcos abocinados) y pechinas. En medio del ábside central hay un calvario gótico del S.XIV, bellísimo, no hay otro igual en toda la región. En el lugar que ocupó el ábside románico desaparecido se levantó una capilla barroca en 1706 por el capitán Juan de Frómista.


      Adosada al lado norte de la nave, se edificó un añadido, quizás a finales del S.XIII, con bóvedas apuntadas y de crucería simple - ya gótico -, que fue en un principio zona de enterramientos y que  alberga arcosolios con sepulcros como el del abad, , Muño González de Socobio, de 13331. 


      También tiene la colegiata dos Vírgenes de estilo gótico, el retablo mayor ubicado hoy en día en una capilla lateral de estilo romanista y varios retablos barrocos.



Texto: Maite Martinez Galdós. Santander

Fotos: Javi Pelaz Beci. Santander


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