El pasado 19 de Abril en una salida enmarcada en las III Jornadas sobre Arte Románico, organizadas conjuntamente
por el Aula de Patrimonio Cultural de la Universidad de Cantabria (UC) y Amigos del Románico de Asturias/Cantabria (AdR), pudimos disfrutar de ella
y de las ilustrativas explicaciones de la profesora, Isabel Cofiño, en un día fresco pero
soleado, con gran afluencia de público.
La colegiata
de Santa Cruz de Castañeda es una de las muestras más conocidas de la arquitectura
religiosa de Cantabria, y de las más fotografiadas.
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En el valle
de Pisueña cerca de la población de Vargas, donde confluyen los ríos Pas y
Pisueña, está ubicada la colegiata, prácticamente en el centro
geográfico de Cantabria.
Sus orígenes
y su historia es bastante oscura por falta de documentación, ya que si Cantabria
fue un bastión importante en los albores de la Reconquista, a medida que ésta
avanza y la línea del frente desciende, fue quedando en un segundo plano en
cuanto a interés de nobles, monarcas y órdenes religiosas, y esto unido al
incendio que en 1560 asoló totalmente su archivo han dejado que sean escasas
las fuentes documentales que nos hablen de la historia de este monumento.
Posiblemente
nació como monasterio prerrománico en el siglo IX , en la época de repoblación en
tiempos de Alfonso II.
A finales
del S.XI llegan las primeras influencias románicas a Cantabria procedentes de Castilla
y se desarrollan en las iglesias rurales -gracias a los concejos vecinales- y en los
monasterios.
La primera
mención que se hace de la colegiata es en el S.XI, año 1073, cuando el abad,
Juan, aparece como testigo firmante de un documento en Santoña y Santillana,
esto nos indica que tenia gran relevancia en estos momentos, por la gran afluencia
de peregrinos, tanto por estar en el Camino de Santiago, como por poseer
seguramente como su nombre indica un trozo de la Cruz de Cristo.
La colegiata vuelve a aparecer en 1120 en un documento en el que el cenobio
propiedad de la condesa, Jimena Muñoz, y gobernado por el abad Pedro, es donado a
Cluny. En este documento su fundador podría ser el abad Juan y su origen no se remontaría
mucho antes del año 1070.
Sea cual
fuere el año de su fundación durante la primera mitad del S.XII y en fecha que
se desconoce, el monasterio se desliga de Cluny y pasa a convertirse en colegiata. En este momento se construye el edificio actual (primera mitad del S.XII prolongándose su
construcción hasta principios del S.XIII).
El rey,
Alfonso XI, en el S.XIV, concedió a su hijo natural, Tello Alfonso de Castilla, los
realengos de las Merindades de Aguilar, cediéndole también la colegiata de
Castañeda. Tello Alfonso es el primer señor de Aguilar de Campoo y de éste por herencia llega a la familia
Manrique.
Así a
mediados del S.XVI está en manos del marqués
de Aguila,r Juan Fernández Manrique, embajador de Carlos V en la Santa Sede,
personaje importante en la corte y que era patrón y mecenas de otras
colegiatas. En 1541 suprime la colegiata
de Castañeda, San Martin de Elines y otras, empobreciéndolas en beneficio de
una de nueva creación, la de San Miguel en Aguilar de Campoo, seguramente tanto por
querer favorecer la villa que daba nombre a su marquesado como por razones
económicas, a la sazón las ciudades castellanas experimentan un notable aumento de la
población y el comercio ya no sigue el
eje Medina – los puertos cántabros y vascos, sino el eje Barcelona – Génova, dejando
a Cantabria lejos de las principales vías de poder económico.
Finalmente en 1851 pasaría a cumplir la
función de templo parroquial y el 7 de Noviembre de 1930 seria declarada
Monumento Nacional.
El edificio está
construido en una buena sillería tallada y escuadrada, con abundantes marcas de
cantería, fruto del buen momento económico que tenía el monasterio en la época
que fue levantado.
Del antiguo
monasterio tan solo se conserva la fabrica de la iglesia, aunque muy
trasformada exteriormente por añadidos posteriores barrocos, pero como la piedra está trabajada igual que en el románico
se consigue que el conjunto tenga un buen juego de volúmenes. Hoy en día
es una mezcla de tres estilos Románico, Gótico y Barroco.
La iglesia
fue concebida con una sola nave, tres ábsides, una linterna y una esbelta torre
cuadrada adosada al muro sur.
El acceso
principal al interior, único conservado hoy en día de su primitiva fábrica, se
abre a los pies del templo en su fachada Oeste. Es una
portada sin tímpano -en Cantabria sólo hay tres que lo tengan-. Consta de ocho arquivoltas de medio punto que son de moldura abocelada, carecen de
decoración y reposan sobre pilares y columnas acodilladas en cuyos capiteles
fueron representados, leones, serpientes y motivos geométricos hoy en día muy
deteriorados. Laportada
impacta por la sobria monumentalidad que le da sus más de tres metros de profundidad.
Isabel Cofiño ilustrando a los visitantes |
Muy cerca de
esta puerta existe, bajo un soportal del S.XVII, otra doble con arcos
apuntados y capiteles decorados con hojas, arpías y centauros, que da paso a
una capilla gótica.
La torre se
levanta en el muro sur y es una de las escasas estructuras de este tipo
conservadas en Cantabria, que en su interior tiene una cupulilla sostenida por
losetas angulares y en su exterior se remata su cornisa con canecillos
decorados, animales, cabezas de leones, bolas, un hombre itifalico, rollos,
volutas…
Después de
la torre nos encontramos la sacristía y la capilla no románicas y por encima de
ellas se ve la cornisa del presbiterio sur rematada con canecillos decorados,
entre los que destaca un músico, una pareja de animales que se muerden, un
personaje itifalico…, hasta llegar al ábside central con canecillos como una
cabeza de cabra, un arpista sentado, cabeza de bóvido…, seguido nos
encontramos el ábside lateral de menor
tamaño y fabrica mas tosca y también con canecillos en su cornisa.
En el
interior, la planta de la iglesia tiene una estructura que no es muy común en
los templos de Castilla y Cantabria, quizás se pensó en poner tres naves y tres
ábsides pero la presencia de la torre impedía ubicar una nave lateral, por lo que
acabó con una nave de cruz latina y tres ábsides, uno de ellos desaparecido hoy
en día. También
destaca sus magnificas proporciones, inusuales en nuestro románico. Hubo
reformas en el S.XVII en el interior del templo y en las bóvedas.
El numeroso público que asistió |
A la
cabecera del templo está una de las mejores partes de la iglesia, un bello ábside.
Se divide horizontalmente en tres partes; la parte superior es la bóveda, de cañón
en el presbiterio y de horno en el semicírculo del ábside; la intermedia en la
que se encuentran tres ventanas y la inferior ocupada por una arquería formada
por dos arcos a cada lado del presbiterio y cuatro en el semicírculo. Estas
partes están separadas por líneas de impostas. Los arcos descansan sobre capiteles decorados con el repertorio típico
del románico: leonesenfrentados, águilas, una escena de la despedida de una
dama de un guerrero y éste luchando con otro, y además motivos geométricos como
círculos y palmetas.
Románica es
la cúpula con un magnífico trabajo de sillería con trompas (arcos abocinados) y
pechinas. En medio del
ábside central hay un calvario gótico del S.XIV, bellísimo, no hay otro
igual en toda la región. En el lugar
que ocupó el ábside románico desaparecido se levantó una capilla barroca en
1706 por el capitán Juan de Frómista.
Adosada al
lado norte de la nave, se edificó un añadido, quizás a finales del S.XIII, con
bóvedas apuntadas y de crucería simple - ya gótico -, que fue en un principio zona
de enterramientos y que alberga
arcosolios con sepulcros como el del abad, , Muño González de Socobio, de 13331.
También
tiene la colegiata dos Vírgenes de estilo gótico, el retablo mayor ubicado hoy
en día en una capilla lateral de estilo romanista y varios retablos barrocos.
Texto: Maite Martinez Galdós. Santander
Fotos: Javi Pelaz Beci. Santander
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