En la época prerromana la referencia más
antigua a Cantabria y a los cántabros proviene del escritor romano, Catón el Viejo, que en su libro “Orígenes”,
fechado en 195 a.C., habla del nacimiento del río Ebro (Fontes Hiberis) en el país de los cántabros. Mas será en el
periodo de las llamadas “Guerras Cántabras” (29 a. C.), cuando las menciones
sobrepasan las ciento cincuenta. Otrora el solar de los cántabros se extendía
por el sur hasta Peña Amaya; al este, el río Agüera hacía de límite; al oeste el río Sella y al norte el Mar
Cantábrico.
Durante la nebulosa acaecida a partir de
la decadencia del imperio de los césares disminuye casi por completo las alusiones
al solar de los cántabros. Será en la Alta Edad Media, cuando aparece la
consignación más antigua de los nombres antes referidos en una arqueta con las
reliquias de san Millán de la Cogolla (473-574)
-o Aemilianus-, recogida en el cenobio epónimo de Yuso, de la provincia riojana.
Foto 1: Réplica en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria |
Gracias al biógrafo de San Millán, san Braulio (657-667), sabemos que el
monje se trasladó a la tierra de los cántabros siguiendo el curso arriba del
Ebro, con el fin de evangelizar aquellas tribus tan indómitas como paganas.
Ya en el siglo XIII, un monje del
monasterio de Yuso, Gonzalo de Berceo,
poeta perteneciente a la corriente literaria del mester de clerecía, escribiría
otra biografía sobre el Santo.
En el periodo 1053-1063 las reliquias del
santo fueron trasladadas al monasterio de Yuso y depositadas en una arqueta
rectangular con tapa piramidal. Fue realizada por un equipo de artesanos
dirigidos por el maestro, Engelram. Las
fuentes en la que se inspiró el artífice fue el referido códice de san Braulio escrito en latín en el
siglo VI. Los elementos que la componen son de tradición hispano-musulmán
(almenas, arcos de herradura) y por la expresividad de algunos personajes
remite al románico germánico.
En el mismo cofre, sobre una tablilla de
marfil de 15,5x11 cm, incrustada en la parte trasera se dejan leer los dos
nombres de “CANTABRIA” y los “CÁNTABROS”. El marfil original es una de la 22
tablillas que decoran la famosa arqueta. En la placa superior aparece san Millán evangelizando a los
cántabros (1) (Foto nº 1). La del
registro inferior se plasma la ejecución por parte de Leovigildo de un personaje cántabro llamado Abundancio (según el relato de san Braulio), que se había mofado
del santo(2). La frase latina que aparece inscrita es la siguiente: Ubi Leovigildus rex cántabros aflicit (Cuando Leovigildo castigó a los
cántabros). (Foto nº 2)
En la biografía de san Braulio se cita de nuevo el
término “los cántabros” con ocasión del milagro de la expulsión del diablo de los cuerpos del
senador Nepociano y de su esposa Proseria(3). Asimismo, hay otra
referencia en la misma biografía del nombre de la capital de los cántabros, Amaya(4).
Texto y fotos: Javier Pelaz Beci
Juan B. Olarte. “San Millán de la Cogolla”. Librería Editorial Augustinus. 1976.
Claudio Sánchez Albornoz.”Orígenes de la Nación Española. El Reino de Asturias”. SARPE. 1985. Madrid.
-Enlace net:
www.arteguias.com
(1)El mismo año, en los días
de Cuaresma, le fue revelada también la destrucción de Cantabria; por lo cual, enviando un mensajero, manda que el Senado
se reúna para el día de Pascua. Reúnense todos en el día marcado; cuenta él lo
que había visto, y les reprende sus crímenes, homicidios, hurtos, incestos,
violencias y demás vicios, y predícales que hagan penitencia. (Juan B. Olarte:
San Millán de la Cogolla).
(2)Todos le escuchan
respetuosamente, pues todos le veneraban como a discípulo de nuestro Señor
Jesucristo; pero uno, llamado
Abundancio, dijo que el Santo chocheaba por su ancianidad: mas él le avisó que
por sí mismo experimentaría la verdad de su anuncio, y el suceso lo confirmó
después, porque murió al filo de la vengadora espada de Leovigildo. El cual,
entrando allí por dolo y perjurio, se cebó también en la sangre de los demás,
por no haberse arrepentido de sus perversas obras ; pues sobre todos pendía
igualmente la ira de Dios.(id.)
(3)¿Qué diré ahora de los
senadores Nepociano y Proseria ? Así como tenían la dicha de estar unidos por
el matrimonio, tenían la desgracia de padecer juntamente la posesión del
diablo; de manera que parecía que un solo demonio habitaba en los dos cuerpos,
y creía el maldito tener afirmado su derecho por doble posesión. Cuán patente
fuese la salud que recobraron, se conoce porque se divulgó tanto que, a no ser
por el temor de que con el transcurso de los siglos se olvidase, parecería
inútil referirlo aquí; puesto que no hay entre
los cántabros quien no pudiera haberlo visto u oído. Llevados, pues,
aquellos posesos a nuestro Millán, manda el Santo al inmundo enemigo dejar los
cuerpos de Nepociano y Proseria ; y no pudiendo el diablo oponerse al imperio
del Santo, es obedecido el mandato. Ambos, viéndose libres, alabaron al Rey de
los cielos.(id.)
(4)Llevaron a su presencia
cierta mujer llamada Bárbara, de tierra de
Amaya, baldada y muy afligida por la parálisis; y la oración del Santo le
restituyó la salud, que hacía mucho tiempo había perdido.(id.)
Hay un artículo muy interesante de Marta Poza Yagüe sobre la simbología de San Millán muy bueno. te paso el enlace: https://www.ucm.es/data/cont/docs/621-2013-11-21-6.%20San%20Mill%C3%A1n.pdf
ResponderEliminarMuy buen artículo por cierto.
Muchas gracias por la info
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