La collada de Hoz,
con una altitud máxima de 668 metros, forma una línea fronteriza natural entre
Lamasón y Peñarrubia. Todos los pueblos de este último municipio cántabro se
encuentran en la cara oeste del referido puerto de montaña, teniendo de frente,
por el oeste, las estribaciones de los Picos de Europa y el tajo rocoso del
Desfiladero de La Hermida, por donde discurren las aguas bravas del
río Deva.
Plano del recinto amurallado |
Una orografía agreste,
salpicada por doquier de vertiginosos farallones calizos, resulta una inmejorable aliada en momentos
puntuales y decisivos de la historia de un pueblo. Cuando los indómitos astur-cántabros
se “echaron al monte” para defender su solar y sus propias vidas ante el
acoso de las legiones romanas, durante las llamadas “guerras cántabras”, no se
imaginaron que siglos más tarde harían lo mismo sus descendientes ante el
arrollador avance de los musulmanes con el fin de concluir de una vez por todas
la conquista del antiguo reino visigodo.
Superficie del enclave |
El emplazamiento
del Monte Hozarco –conocido así en la época medieval, pero llamado, en la
actualidad Monte de Santa Catalina, es una fortaleza natural inexpugnable. Así
lo concibieron los primeros reyes asturianos, cuando ordenaron erigir distintos enclaves militares por estos
predios.
Antiguos lienzos de la fortificación |
Cerca del pueblo
de Cicera y en un sitio denominado, “Mirador de Santa Catalina”, se alzó, en
los primeros años de la repoblación emprendida por el rey asturiano, Alfonso I, un castillete con doble
función: de defender y vigilar la zona, al estar enclavado en un lugar
privilegiado para tales fines. Gracias a las
excavaciones arqueológicas efectuadas en lo que fue el recinto amurallado, se ha
podido datar, por lo menos, dos periodos: uno de ocupación y protección del
enclave, que se inicia a mediados del siglo VIII y se prolonga durante IX; y, el
otro, abarcaría hasta las postrimerías del siglo XII, con la misión de controlar
el paso. Por lo tanto, tenemos una construcción militar correspondiente a la
Alta Edad Media en la Cantabria trasmontana.
Se trata de un castillete, de planta rectangular, que ocupa una superficie de 780 metros cuadrados. Constaba de un recinto amurallado con sillares trabados sin argamasa; y, al menos, de una torre de planta cuadrada. En la actualidad, sólo quedan algunos lienzos de la fortificación identificados con una torre y una atalaya.
Se trata de un castillete, de planta rectangular, que ocupa una superficie de 780 metros cuadrados. Constaba de un recinto amurallado con sillares trabados sin argamasa; y, al menos, de una torre de planta cuadrada. En la actualidad, sólo quedan algunos lienzos de la fortificación identificados con una torre y una atalaya.
Entorno del castillete |
La imaginación
popular ha bautizado el lugar como “Bolera de los moros” por ser similar -su
configuración geométrica actual- al
corro donde se practica el “bolo-palma” montañés.
Desfiladero de La Hermiada desde el mirador Santa Catalina |
En resumen, su
construcción se puede poner en relación con la expansión, que emprende el Reino
de Asturias, a mediados del siglo VIII hacia las tierras vecinas, tal como
recogen las crónicas de Alfonso III. Desempeñó
un papel de gran relevancia en la defensa, control y consolidación de los
territorios cristianos, en los comienzos de su expansión.
* Suplemento del sitio a visitar en el XII Senderismo Románico
Texto y
fotos: Javier Pelaz.
Bibliografía:
“Orígenes de
la Nación Española. El Reino de Asturias”. Sánchez Albornoz, C. Ed. SARPE. 1985.
"Cantabria 101 Municipios". Ed. Cantabria. Santander, 2005
No hay comentarios:
Publicar un comentario