viernes, 30 de mayo de 2014

SOPORTE Y UTENSILIOS PARA LA CONFECCIÓN DE UN CÓDICE


          “Un libro equivalía a tres vacas preñadas”. Así figura el coste de un códice en el Cartulario de Santo Toribio de Liébana (1). Si añadimos, además, la anotación que figura en uno de los volúmenes propiedad de un canónigo de Amiens: “He pagado por este libro la suma de 45 sueldos parisienses todo incluido”; resulta, de todo ello,  que la compra de un libro  resultaba carísima si lo comparamos con la pensión de 48 sueldos que otorgó a una joven huérfana de guerra el Ayuntamiento de Orleans. Si, además, la encuadernación la hubiera realizado un orfebre o un artista la suma ascendería a mucho más. Así pues, poseer, por encargo o compra, un codex sólo estaba reservado para los más pudientes.
Un palimpsesto o reutilización de un pergamino
 

EL PERGAMINO.

      Uno de los materiales que encarecía el coste de un volumen era el empleo  del pergamino como soporte de la escritura. Aquél comenzó a utilizarse a partir del siglo IV, suplantando al papiro, de coste más bajo, aunque más endeble y dificultoso de importar de Egipto desde la conquista del país por los musulmanes. Su alto valor económico –como veremos más adelante-  era compensado, en parte, al ser utilizado por las dos caras de la piel, ya que era factible de lavar y raspar y ser reutilizado de nuevo convirtiéndose en un palimpsesto.
 

      La piel se extraía de animales jóvenes (cordero, ternero o cabrito). Se fabricaba con la dermis, eliminando la epidermis y la hipodermis durante el proceso de manufactura. Por ello, los cenobios con scriptorium poseían rebaños de animales con este fin. Para la producción de un códice de tamaño normal se sacrificaba una media de treinta cabezas del rebaño. El pergamino de mayor calidad era la vitela, fabricada de animales nonatos o recién nacidos, reservándose para los códices más lujosos.

      El proceso de fabricación era muy minucioso. Primero se separaba la piel sumergiéndola en cal para facilitar el pelado y el descarnado. A continuación, se tensaba en un caballete para su estiramiento y acabado y, finalmente, se eliminaba las últimas impurezas raspando con una piedra pómez. Para que el pergamino fuera más suave y no estuviera grasiento, le aplicaban polvo blanco de arcilla mezclado con goma arábiga o cola de pescado.
Raspando la piel
 

LOS INSTRUMENTOS

      Hojeando los regios manuscritos miniados uno podría deducir que los amanuenses disponían de instrumentos sofisticados para poder realizar aquellas complejas decoraciones y dibujos artísticos. La realidad era otra. Se las tenían que ingeniar para que con medios muy rudimentarios pudieran conseguir las mayores expectativas en sus trabajos.

      En un principio los escribientes sólo tenían a mano el “estilo” -una especie de punzón- y el cálamo –una caña con la punta rebajada. En las postrimerías del siglo IV se comenzó a utilizar en los scriptoria la pluma de oca, que resultó ser un adminículo revolucionario.

      Con respecto a los iluminadores  de manuscritos, éstos utilizaban rudimentarios pinceles hechos con pelos de marta cibelina o de ardilla, cortados al ras las puntas y, luego, introducidos en la parte hueca de plumas de oca. El mango se alargaba con una varilla de madera redondeada. Los artistas a la sazón derrochaban imaginación a raudales como no podía ser de otra manera.
Tintero de barro
 

      Para esbozar dibujos o encuadrar los elementos de un pliego los dibujantes empleaban la mina de plomo (o dos partes de plomo  y una de estaño). Con aquélla se realzaban mejor los pliegues de las vestiduras, los contornos y las sombras.
Taller de preparación de pergaminos
 

LAS TINTAS

      La división del trabajo en un scriptorium monacal era esencial para ahorrar tiempo en la confección de un codex. A parte de los amanuenses e ilustradores, tenían una función específica los monjes o legos encargados de elaborar las tintas. Un ejemplo de de ello lo tenemos reflejado en la lámina conocida como la “Torre de Tábara” del “Beato” de San Miguel de Escalada (S.X), donde aparecen todos los empleados de un taller de escritura.
El pergamino dispuesto para ser utilizado
 

      Desde la Antigüedad el líquido para la caligrafía se fabricaba con hollín y cola. Mientras estaba fresca se podía borrar con una esponja, mas al secarse adquiría un negro intenso, que con el paso del tiempo llegaba a agrisarse.

      En el Medievo se añadieron otros ingredientes, que le dieron mayor fijeza y más profusión de tonos. Los elementos más usuales que se mezclaban eran la de: vitriolo azul (sulfato cúprico),  goma, cerveza, vinagra común (Veronica officinales), y agalla de encina. Con esta última la tinta adquiría un matiz rojizo más intenso.

      Ya en el siglo románico pleno, los ilustradores resaltaban las letras capitulares y los epígrafes con el azul ultramar obtenido del polvillo lapislázuli molido. De ahí la belleza, especialmente, de las ilustraciones de los “Beatos” y de otros manuscritos. El polvo de oro o de plata se reservaba para enriquecer los libros más lujosos.

     
Letra capitular ornada
En cuanto a los tinteros, los más sencillos resultaron los cuencos de barro o redomas de cristal. Los de cuerno, empero, eran un auténtico lujo.

(1)“Cartulario de Santo Toribio de Liébana”. Sánchez Belda, L. 1948 pp. 4-5








Texto: Javier Pelaz. Santander
Bibliografía:

“La Miniatura Altomedieval Española”. García-Diego, P.; Alonso Montes, Diego.  Asociación Amigos del Arte Altomedieval Español. Madrid. 2011

“Beato de Liébana. Manuscritos iluminados”: “El ambiente lebaniego de Beato”. González Echegaray, J. Editorial Moleiro. 2005

“Beato de Liébana. Manuscritos iluminados”: “Apocalípsis en España. La iluminación de los Beatos”. Yarza Luaces, J. Editorial Moleiro. 2005

“Caligrafía”. Ouchida-Howells, N. Perramón Ediciones S.A. Barcelona 2005
"El Arte de la Escritura". Fascículo nº 3, pp. 17-20. RBA Coleccionables S.A. 2005

 

 

      

      

     

       

         

 

     
        
 

 

      

      

2 comentarios:

  1. Muy caro el libro: una cúmal eran 3 vacas fértiles, pero no preñadas. ¿Y si alguna paría mal? Ya empezamos a valorar al alza la deuda ;)

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  2. Enlaaaces: http://medievalfragments.wordpress.com/

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