La Colegiata de San Pedro de Cervatos es conocida popularmente como "La Catedral del Románico erótico español". El que la visite comprobará que en todo el edificio existe una colección de esculturas -magníficamente conservada- con escenas, la mayoría, de carácter erótico y algunas de ellas en la portada.
Dicen algunos estudiosos del tema que es frecuente, en el Románico, yuxtaponer representaciones simbólicas de la lujuria -por ejemplo: serpientes que muerden los pechos de una mujer- con las penas que corresponderían, en el más allá, en forma de tormentos aplicados por monstruos y demonios al transgresor de las normas. Piensan aquéllos, que lo esculpían en la piedra, como un aviso al iletrado feligrés de las tentaciones de pecar.
En la Colegiata tenemos -según mi humilde opinión- algo totalmente distinto. La profusión de temas explícitamente sexuales, no se corresponden con su posterior "factura" en forma de castigo eterno a los pecadores. ¿Lo podremos ver como una explosión de vida, de libertad absoluta, de traducir en piedra lo que pudo ser la existencia cotidiana de aquellas gentes de una manera, probablemnete, caricaturesca? Es posible que estemos, como en tantos otros temas, intentando comprender y juzgar con nuestras mentes del siglo XXI acciones de hace más de ochocientos años. Tampoco sería extraño, con nuestra mentalidad entrenada en la represión, que algunos de los visitantes de hoy día les pueda resultar excesivamente manifiesto los temas de los canecillos y metopas de contenido evidentemente libidinoso.
Contemplando las maravillosas portadas de la arquitectura románica mi pregunta es: ¿Qué es lo que pretendían transmitir los comitentes a los fieles de antaño? Cristo dijo: "Yo soy la Puerta y el que entre por mí será salvado". ¿Podemos intuir que, con la referida cita evangélica, las portadas románicas serían -al trapasarlas- el umbral de la salvación eterna? La verdad es que algunas de ellas, por su belleza y configuración, animan a ser franqueadas.
La portada de San Pedro de Cervatos es una pieza de verdadero interés tanto por su abundante decoración como por la originalidad de su dintel y tímpano. Se encuentra centrada en el lado sur y resaltada un cuerpo del muro. Es una bella puerta abocinada rematada por un tejaroz, que apoya en cornisa de baquetón, a su vez sostenida por trece canecillos que al igual que los veinticuatro que decoran el muro meridional, contienen escenas de marcada expresividad erótica como se ha comentado más arriba.
Los canecillos representan de izquierda a derecha: figura de saltimbanqui con las piernas hacia arriba o de mujer en postura obscena, arpista, figura con las manos a la cabeza que aunque muy destrozada debió ser itifálica, personaje con cabeza monstruosa y las fauces abiertas, escena de coito, cabeza de cabra, antropomorfo o cuerpo humano con cabeza de animal que aprieta en lo alto con sus manos una barra o rollo, cabeza de monstruo que está engullendo una figura humana, figura humana -quizá hombre- con cabeza de mono, figura humana -que parece morder su mano derecha- sostiene a otra figura que tiene entre sus piernas y de cuya boca sale una especie de cuerno o trompeta, personaje itifálico sedente que se tapa los ojos con las manos, entrelazo de figuras en postura impúdica y mezcla de animales unos encima de otros.
Entre los canecillos se intercalan metopas en relieve con temas diversos que, de izquierda a derecha, son los siguientes: ¿lucha de animales?, animales afrontados de espalda, dos figuras sedentes una de perfil y la otra de frente, otros animales afrontados, tres figuras humanas de pie, dos águilas afrontadas de espalda, animal con sus patas delanteras en movimiento o caminando, dos animales afrontados, dos serpienes que muerden los pechos de una mujer mientras ella levanta los brazos, animales copulando y dos cabezas humanas al fondo, dos figuras -parecen cojos- con bastón o muleta que cruzan las piernas y hombre y mujer sentados.
Los canecillos representan de izquierda a derecha: figura de saltimbanqui con las piernas hacia arriba o de mujer en postura obscena, arpista, figura con las manos a la cabeza que aunque muy destrozada debió ser itifálica, personaje con cabeza monstruosa y las fauces abiertas, escena de coito, cabeza de cabra, antropomorfo o cuerpo humano con cabeza de animal que aprieta en lo alto con sus manos una barra o rollo, cabeza de monstruo que está engullendo una figura humana, figura humana -quizá hombre- con cabeza de mono, figura humana -que parece morder su mano derecha- sostiene a otra figura que tiene entre sus piernas y de cuya boca sale una especie de cuerno o trompeta, personaje itifálico sedente que se tapa los ojos con las manos, entrelazo de figuras en postura impúdica y mezcla de animales unos encima de otros.
Entre los canecillos se intercalan metopas en relieve con temas diversos que, de izquierda a derecha, son los siguientes: ¿lucha de animales?, animales afrontados de espalda, dos figuras sedentes una de perfil y la otra de frente, otros animales afrontados, tres figuras humanas de pie, dos águilas afrontadas de espalda, animal con sus patas delanteras en movimiento o caminando, dos animales afrontados, dos serpienes que muerden los pechos de una mujer mientras ella levanta los brazos, animales copulando y dos cabezas humanas al fondo, dos figuras -parecen cojos- con bastón o muleta que cruzan las piernas y hombre y mujer sentados.
Siete arquivoltas simples configuran la portada resguardada con chambrana y ornamentada ésta con palmetas en vertical, envueltas en tallos circulares que se cruzan con los laterales y se apoyan sobre los pilastras laterales de la puerta. Las roscas se apoyan sobre capiteles con cimacios apeándose éstos sobre las tres columnas acodilladas a cada lado de la puerta. La labra de los capiteles es a base de parejas de leones que mantienen sus patas sobre el collarino. Los fustes son monolíticos y sus basas, de toro con lengüeta y escocia, el inferior; en cambio el toro superior está muy resaltado. Todo el conjunto se levanta sobre banco corrido.
Lo que verdaderamente llama la atención de la portada son los dinteles monolíticos y el tímpano que sostienen aquéllos. Son contadísimas las iglesias cántabras que lo tienen (Yermo y Retortillo). El de la iglesia que nos ocupa presenta un tímpano trabajado como ataurique, ornamentación árabe de tipo vegetal muy estilizada inspirada en el acanto tradicional. Aunque no existe documento alguno que lo atestigüe se han querido atribuir la influencia musulmana a la presencia de mercaderes sirios y bizantinos.
El referido tímpano está tallado en tres grandes tableros verticales adaptados al arco en los que fue desplegado , cual si se tratase de una celosía, una fantasía vegetal a base de zarcillos y palmetas de impactante naturalismo. Para más belleza el tímpano apoya sobre un doble dintel: el superior, con tres parejas de leones en relieve unidos por las ancas y cabezas; el inferior, encontramos dos filas ornadas con el minucioso entramado vegetal del tímpano.
la parte esculpida de la portada no termina aquí. Existen más piezas cinceladas en sus enjutas. A la izquierda, sobre la imposta que se articula desde la puerta, se han tallado las figuras de Adán y Eva, de pie, cada uno al lado del Árbol del Paraiso en cuyo tronco se enrosca la serpiente. Más arriba tenemos a la Virgen sedente portando algo en su mano derecha y al final de este espacio a san Miguel con escudo alanceando al dragón o demonio. En la enjuta de la derecha, de abajo arriba, la escena de Daniel con los leones. Por encima de éste, un personaje con vestimenta de sacerdote que parece mantener sus manos abiertas sobre el pecho. Finalmente, el relive de san Pedro, patrón del templo, con el báculo en su mano derecha y la lleva en la izquierda. Se piensa que todos los relieves referidos son de la misma época y de los mismos maestros que tallaron el resto de las esculturas tanto del exterior del templo como del interior, icluido el tímpano.
Autora: Emilia Higuera
Fotos: Javi Pelaz
Bibliografía:
"Románico en Cantabria". García Guinea, M.A. Ed. ESTVDIO, Santander.
Lo que verdaderamente llama la atención de la portada son los dinteles monolíticos y el tímpano que sostienen aquéllos. Son contadísimas las iglesias cántabras que lo tienen (Yermo y Retortillo). El de la iglesia que nos ocupa presenta un tímpano trabajado como ataurique, ornamentación árabe de tipo vegetal muy estilizada inspirada en el acanto tradicional. Aunque no existe documento alguno que lo atestigüe se han querido atribuir la influencia musulmana a la presencia de mercaderes sirios y bizantinos.
El referido tímpano está tallado en tres grandes tableros verticales adaptados al arco en los que fue desplegado , cual si se tratase de una celosía, una fantasía vegetal a base de zarcillos y palmetas de impactante naturalismo. Para más belleza el tímpano apoya sobre un doble dintel: el superior, con tres parejas de leones en relieve unidos por las ancas y cabezas; el inferior, encontramos dos filas ornadas con el minucioso entramado vegetal del tímpano.
la parte esculpida de la portada no termina aquí. Existen más piezas cinceladas en sus enjutas. A la izquierda, sobre la imposta que se articula desde la puerta, se han tallado las figuras de Adán y Eva, de pie, cada uno al lado del Árbol del Paraiso en cuyo tronco se enrosca la serpiente. Más arriba tenemos a la Virgen sedente portando algo en su mano derecha y al final de este espacio a san Miguel con escudo alanceando al dragón o demonio. En la enjuta de la derecha, de abajo arriba, la escena de Daniel con los leones. Por encima de éste, un personaje con vestimenta de sacerdote que parece mantener sus manos abiertas sobre el pecho. Finalmente, el relive de san Pedro, patrón del templo, con el báculo en su mano derecha y la lleva en la izquierda. Se piensa que todos los relieves referidos son de la misma época y de los mismos maestros que tallaron el resto de las esculturas tanto del exterior del templo como del interior, icluido el tímpano.
Autora: Emilia Higuera
Fotos: Javi Pelaz
Bibliografía:
"Románico en Cantabria". García Guinea, M.A. Ed. ESTVDIO, Santander.
Qué bonita crónica y que estupendas explicaciones. Me encanta la portada de Cervatos, casi más que el programa erótico del edificio. Esa irregularidad que parece tan regular como un encaje de bolillos, ¡qué pena que me lo perdí!
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